El día que Francisco Santamaría volvió a nacer en La Rosaleda
A sus 65 años, sufrió una parada cardiorrespiratoria el sábado en la grada durante el Málaga-Betis del Costa del Sol, y ahora se recupera en el Clínico
El pasado sábado no fue un día cualquiera para Francisco Santamaría. Jugaba 'su' Málaga, lo que significa que para él era día de fiesta. Engalanado ... con sus mejores atuendos, puso rumbo a La Rosaleda con la ilusión de un niño. Hizo la 'previa' en un bar cercano al estadio, como cualquier otro aficionado, y al fin entró al 'templo' junto a su hermano 'Sule' que, como dato curioso, fue jugador del ya desaparecido equipo de la ONCE del Málaga. Dos auténticos aficionados que se disponían a disfrutar de un ilusionante Trofeo Costa del Sol ante el Betis. Sin embargo, menos de tres minutos después del pitido inicial, todo cambió.
«Estábamos subiendo las escaleras del estadio y ya me encontraba fatigoso, cansado, pero no como otras veces. Ya estábamos sentados, hablando del Málaga y, de pronto se me apagó la luz, sentí frío y 'pum'...». Eso es todo lo que recuerda nuestro protagonista, de 65 años, antes de que su corazón dejase de latir. La estremecedora escena en el Fondo Sur alto de La Rosaleda hizo que el partido se paralizase 17 minutos, lo que para Sule resultó una eternidad.
Siendo invidente, su agonía se incrementó aún más. Aunque estaba a su lado, no sabía qué estaba pasando. Los gritos de los aficionados cercanos retumbaron en sus oídos hasta dejarlo inerte. Así recuerda él este momento: «Tenía la mano en su rodilla y de repente siento que se cae hacia delante y cae desplomado. Me asusté, me puse de rodillas a su lado a llamarle y no contestaba. La gente me empezó a gritar, y me dijeron que le pusiera de lado. En unos minutos vino la asistencia y me hice a un lado. No sabía si mantenía el pulso, así que le toqué el corazón y sentí que no latía. Me puse muy nervioso, no sabía que hacer. Fue un amigo de mi sobrino el que ayudó llamando también a la asistencia, que fue muy efectiva. Estamos muy agradecidos».
Francisco sufrió una parada cardiorrespiratoria que le llevó a cruzar el umbral de la muerte durante más de cinco minutos, hasta que fue reanimado. «Lo siguiente que recuerdo es que me desperté en la ambulancia y hubo personas que me salvaron la vida. Me trasladaron al Hospital Carlos de Haya y después al Clínico. Ahora tienen que operarme, así que espero que vaya todo bien y volver a ver el Málaga otra vez», explica. Atado a un monitor de frecuencia cardíaca y revisando lo que la prensa relata sobre el Málaga mientras almuerza, encontramos a Francisco en la UCI del Hospital Universitario Virgen de la Victoria.
Una vida malaguista
Es en el templo de Martiricos donde Santamaría ha vivido los recuerdos más felices de su vida. Su pasión por el fútbol, y en especial por el Málaga, se la inculcó su padre. Él fue entrenador del San Félix, pero su verdadera profesión fue la de pescadero, oficio que enseñó a Francisco desde pequeño, aunque él, como buen buscavidas, trabajó en múltiples sectores, incluido la hostelería. Emigró a Bélgica con sólo 17 años, contratado como mozo por un empresario. Allí permaneció alrededor de dos décadas antes de regresar a su ciudad natal, donde conocería a su mujer (que falleció por un tumor hace unos 10 años) y tuvo sus dos hijos. Por supuesto, también les transmitió a ellos este sentimiento blanquiazul.
«Ahora tienen que operarme. Espero que vaya todo bien y volver a ver el Málaga otra vez»
Él mismo se consideraba un poco gamberro desde pequeño. Recuerda entre risas cómo se escapaba del colegio para ir a ver a sus ídolos entrenando y aún recita de memoria las plantillas del Málaga de los 60 y 70. Sus grandes ídolos siempre han sido Viberti y Migueli. Además, aun con los notables efectos de su medicación, recuerda resultados de algunos de los primeros partidos a los que fue. El primero, un Málaga-Las Palmas en el que asegura que ganó 2-1, siendo uno de los goles de Pons, de cabeza. Le emociona revivir aquellos momentos y aunque asegura que ninguna generación blanquiazul será equiparable a aquella, explica que seguirá apoyando a la actual y a las venideras. «Ser malaguista es sentir tu tierra, su equipo… Te mosqueas a veces, pero luego se te pasa a los tres días. Ser malaguista es algo muy distinto y especial, no se puede describir con palabras».
Su enfermedad coronaria es congénita. Su hermano Sule ha sufrido hasta seis paradas cardiorrespiratorias y su hermana falleció trágicamente hace seis meses durante una operación de corazón. Este miedo también influyó a la hora de que Francisco decidiera posponer una intervención que llevaba programada desde octubre. Emocionado por revivir todo lo sucedido, Francisco sólo espera que su corazón vuelva a latir con el himno del Málaga en el lugar en que comenzó todo. «Quiero verme sentado en La Rosaleda, con mi camiseta del Málaga y verme gritar junto a toda la gente encantadora animando al Málaga».
En el primer partido de Liga de esta temporada, este sábado en La Rosaleda ante el Eibar, y tal y como ha podido saber SUR, el Málaga rendirá homenaje a todos aquellos que contribuyeron a salvar la vida de Francisco Santamaría, tanto a los operarios de la Cruz Roja del estadio como a las personas que ayudaron a reanimarle en su momento.
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