La calma vuelve a La Rosaleda
Mañana, por primera vez en muchísimo tiempo, no se hablará de Al-Thani. Sólo de fútbol. El Málaga, como equipo y como club, ha estado huérfano de tranquilidad
La frase de Adrián al término del partido en el Carranza fue premonitoria. «Cuando tenemos una semana tranquila, se nota», valoró el capitán en una ... clara alusión a que tantas cuitas extradeportivas afectan forzosamente al rendimiento del plantel. El Málaga, como equipo y como club, ha estado huérfano los últimos años de una gestión mínimamente seria, pero también de calma. Y ahora se antoja que con la llegada de la administración judicial se va a recuperar cierta tranquilidad para que a nivel deportivo la plantilla logre el objetivo de la permanencia y que en lo económico se alcance la estabilidad necesaria para evitar un descenso en los despachos del que LaLiga no habla en público pero sí en privado.
Probablemente ahora el foco se ponga en la administración judicial, en sus medidas de mayor o menor calado durante los próximos meses, pero conviene no olvidar la situación en la que se hace cargo del club. Y, sobre todo, en un escenario deportivo que está condicionado por el impedimento de reforzar la plantilla, y en el otro, el económico, que quizá pase por la obligación de acometer una o dos operaciones vinculadas al traspaso de jugadores para cuadrar las cuentas ante LaLiga.
Esa va a ser la responsabilidad de una administración judicial que no ha tardado en adoptar la primera decisión: el despido del director general, Richard Shaheen. El efímero paso de este se ha visto marcado por un absoluto desconocimiento del fútbol y una falta de planificación alarmante, por promesas incumplidas y castillos en el aire, pero se hace necesario recordar que en su condición de asesor de los Al-Thani tuvo un papel crucial el pasado verano en la negativa a acuerdos que no habrían dejado al Málaga al borde del abismo.
Los males del Málaga no vienen obviamente del pasado verano, sino de varios años. Ahora le toca a la administración judicial corregir la tenebrosa gestión del propietario y presidente en sólo seis meses. Ese periodo es susceptible de ser ampliado –lo digo hoy: me preocuparía que todo cambiara el 20 de agosto, en plena recta del mercado de fichajes–, pero a José María Muñoz se le ha encomendado una tarea complicada en la que no va a tener el más mínimo respiro y va a pelear contra el reloj en todos los frentes.
En cualquier caso, sí existe un objetivo del que no debe preocuparse: que haya calma en el malaguismo, en el seno y en el entorno del equipo. La situación era ya tan irrespirable que la decisión de la jueza Ruiz González ha sido acogida con una enorme satisfacción. A partir de ahora los jugadores podrán centrarse en su tarea, y no en los constantes dimes y diretes relacionados con la gestión del club. Que se sucedan las semanas tranquilas debe de tener un efecto positivo en los profesionales para conseguir el reto deportivo de la permanencia y, ¿por qué no?, ilusionarse con una cota más alta de mantenerse la inercia ganadora. Inevitablemente la administración judicial deberá tomar las medidas adecuadas para no perder la categoría en los despachos, pero la prioridad hoy por hoy debe ser asegurar los 48 o 50 puntos para continuar en Segunda. La estabilidad en las oficinas de La Rosaleda debe dar paso a la estabilidad en el terreno de juego. Aquí se juega mucho el Málaga. Mañana el estadio de Martiricos estará lleno para arropar al equipo y, por primera vez en muchísimo tiempo, no se hablará de Al-Thani. Sólo de fútbol. La calma vuelve a La Rosaleda. ¡Qué gran noticia!
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