«Si la sexualidad se hace rutina, acabamos no soportando a nuestra pareja»
«El confinamiento ha llevado a muchas parejas al hartazgo», asegura Francisco Cabello y vaticina que las costumbres en la cama no van a cambiar por el coronavirus
Una de las bromas que se hacían al inicio del confinamiento y que pronto perdió su gracia, si es que alguna vez la tuvo, vaticinaba ... un pico de la natalidad para los meses de diciembre y enero. Las parejas ahora tendrían más tiempo para tener sexo y, total, tampoco venía mal evadirse un poco de la pandemia. Lo demás lo haría la naturaleza. Francisco Cabello es malagueño y uno de los sexólogos con más blasones de España. A su extensa carrera profesional, ya son más de 35 años, hay que sumarle su bagaje académico y como investigador, por lo que había que preguntarle a él.
¿Qué pasó realmente en los dormitorios españoles, en los sofá y en las encimeras de cocina? ¿Y cómo será el sexo ahora, con el fantasma del contagio rondando las cabezas? Cabello contesta y, de entrada, se atreve a contradecir al credo popular. Ni 'coronabebés' ni 'covidials'. «La película erótica perfecta sería un escenario totalmente contrario al que hemos vivido durante el confinamiento», adelanta.
–El condón es el gran ícono del sexo seguro. ¿Hasta eso nos ha robado la pandemia?
–Es evidente. Aunque el condón ahora juega, incluso, un papel superior que antes. Sería recomendable usarlo también con la pareja estable, con la que uno convive. El virus se pasa, fundamentalmente, a través de los besos. Pero ya sabemos, aunque es bastante improbable, que puede entrar en el líquido seminal y en el vaginal.
–Pero la iniciación del acto sexual está ligado al beso. ¿Tenemos un problema?
–El beso no es una conducta sexual generalizada. Hay muchas etnias que no utilizan el beso en su parafernalia o juego erótico.
–¿Cuándo apareció la palabra coronavirus por primera vez en su consulta?
–A principios de febrero ya tenía a algunas personas preocupadas. Aunque hay que tener en cuenta que yo tengo a muchos pacientes que son hipocondríacos.
–¿Qué le sugiera a un sexólogo el distanciamiento social?
–Una de las cosas que más alimentan nuestra estabilidad es la cercanía. La OMS dice que el primer signo de salud mental es la sociabilidad. Si nos desprendemos de los abrazos, los besos y las caricias vamos a tener conflictos de carácter psicológico fuertes.
–El confinamiento ha sido como estar en un submarino, sin posibilidad de escapar. ¿Qué efecto ha tenido sobre las parejas?
–Pues ha llevado a muchas al hartazgo. Hay que tener en cuenta que en una pareja que consideramos madura, en circunstancias normales, se comparte una tercera parte del tiempo. El resto se dedica al trabajo y al ocio.
–Estar 24 horas el uno encima del otro suena a prozac para la cama. ¿Cómo se construye tensión sexual?
–Estar uno encima del otro y, para colmo, en pijama. Hay que mantener un espacio para el sexo. Y en ese espacio nos debemos acicalar y debemos manejar los escenarios eróticos. Si perdemos los escenarios eróticos, la sexualidad se hace rutina. Si la sexualidad se hace rutina acabamos no soportando a nuestra pareja.
–¿Y cuando se tiene a los niños todo el día en casa?
–Complica aún más la cosa. Un estudio que se ha hecho en Italia revela que las mujeres han rebajado en más de un 50% sus relaciones sexuales. ¿Quiénes las han rebajado más? Las profesionales con mayor formación y las que tienen a más de un hijo.
–Esta situación pandémica nos genera mucho estrés. ¿La oxitocina, la hormona que se libera durante el sexo, nos puede ayudar a reencontrar cierto equilibrio?
–Siempre que miremos con buenos ojos a nuestra pareja. Nosotros llamamos a la oxitocina la hormona del apego. Cuando yo estoy acariciando a mi perro y le miro a los ojos, creo que sólo le falta hablar. Porque yo lo miro y él me mira a mí. Ese gesto lleva a una liberación masiva de oxitocina. Pero, insisto, depende de cómo veamos a la pareja. ¿Por qué miro bien al perro? Porque no le exijo nada.
–¿Cómo ha sido la curva en los dormitorios españoles? ¿Exponencial o decreciente?
–Yo me baso en el estudio italiano que he mencionado en la anterior pregunta. Nosotros no nos diferenciamos mucho de los italianos. Somos mediterráneos. En Italia el sexo ha descendido casi en un 50%.
–Dicen que un orgasmo fortalece el sistema inmunológico. No estamos para desaprovechar.
–Por eso, dicho entre comillas, una buena vacuna sería tener sexo frecuente. El sexo frecuente baja el estrés, baja la depresión y sube cierto tipo de linfocitos, que son muy útiles contra el coronavirus. ¿Cuál sería mi recomendación ante los brotes? Quién tenga garantías, que tenga sexo. Como es muy difícil tenerlas todas con nosotros, habría que intentar evitar los besos y el sexo oral.
–Tener sexo con mascarilla no parece muy estimulante, por no hablar del calor que pega en verano.
–Bueno… si uno se pone una ropa interior sugerente, igual llama la atención. En el mundo árabe se mantiene el morbo de que las caras estén cubiertas.
–¿Qué pasa si veo a la pareja como un posible foco de contagio?
–Si alguien ve a la pareja como un foco de contagio, debe tratarse. Hay que tener precaución, pero no debemos entrar en una paranoia colectiva. De todas formas, advierto de que eso no va a pasar. Con el SIDA se llegó a mirar a la gente como si tuvieran la peste. Eso duró cuatro años. Las costumbres sexuales no van a cambiar a largo plazo.
–¿Cómo se le dice a la pareja que en estos momentos no se tienen ganas de sexo sin provocar una sensación de rechazo?
–Hay que utilizar un lenguaje asertivo. Lo que no se puede es acceder al sexo cuando no se tienen ganas. Eso produce aversión y genera una sensación de asco, que es lo peor que puede pasar. Acostarse con alguien sin ganas es como comer sin ganas. Acabas vomitando.
–¿Cree que las parejas han experimentado más durante el confinamiento?
–Las parejas han hecho muchas cosas nuevas. Han tenido que hacer las fichas escolares de los niños. Igual han cantado, pintado o han cocinado una receta nueva. En cuanto al sexo, si extrapolamos los datos italianos, se ha experimentado poco.
–Si usted pudiera rodar la película erótica perfecta, ¿cómo sería?
–Tendría que durar cuatro horas, como Ben Hur. Son muchos elementos que habría que incorporar. Lo fundamental es el cambio de guiones. Primero habría que dedicar mucho tiempo al bienestar. En nuestra cultura el sexo está muy relacionado con el ocio. Tú te vas con tu pareja a un concierto y después lo normal es que tengas sexo. ¿Por qué? Porque estás de buen humor. La película erótica sería un escenario totalmente contrario al que hemos vivido en el confinamiento. Un espacio de ocio, tranquilidad, sin niños. Haciendo mucho uso de los distintos estímulos que van a hacer que se ponga en marcha la respuesta sexual. Imágenes, colores y olores.
–¿Cuatro horas no calza mal con el tiempo de ejecución que marca la media?
–Cuando hablamos del tiempo de ejecución, estamos pensando en la penetración. Yo no me refiero a eso. En Filipinas, por ejemplo, el tiempo medio desde que se da la primera caricia hasta que se acaba es de tres minutos. El visto y no visto. Una sexualidad muy masculinizada, que no vela por la satisfacción de la pareja. Si yo digo que la película va a durar cuatro horas, es que voy a empezar, por ejemplo, con un masaje. Es conveniente tener y pensar imágenes eróticas. Una persona que quiera mantener una sexualidad activa debería fantasear al menos dos o tres veces al día con una escena erótica. Fantasías cortas, uno o dos minutos, no más.
– ¿Qué va a pasar ahora con los ligues de una noche?
–No va a cambiar nada. He escuchado a muchos expertos decir que esto va a modificar nuestras costumbres sexuales. Que hagan memoria. Si sale una vacuna, esto va a pasar al olvido enseguida.
–¿Cómo ha cambiado esta pandemia el concepto de intimidad?
–Lo ha cambiado mucho. Estamos en un clima de incertidumbre y hay que ser muy estable para que la intimidad, que es la sensación de estar a gusto con tu pareja, incremente.
–¿Alguna vez ha habido cuotas de fidelidad tan altas como durante el confinamiento?
–Por buscar algo positivo, si se le puede calificar así, ha sido la época de la historia de la humanidad en la que ha habido el mayor índice de fidelidad. Eso es así. Aunque un trabajo que ha salido hace poco en China apunta a un dato que me ha llamado mucho la atención: sólo el 18% de los hombres y el 8% de las mujeres han incrementado el deseo, pero, ojo, el 32% de los hombres y el 18% de las mujeres han pensado que tienen que expandir su vida sexual.
–¿Habrá muchos coronabebés, allá por la Navidad?
–Seguro que no. La evidencia científica ya ha constatado muchísimas alteraciones menstruales durante la pandemia por el estrés. Del 12%, el porcentaje ha pasado al 27%. Si ha bajado la sexualidad, han aparecido problemas menstruales y tengo un poco de cabeza para saber que igual no es el mejor momento para ir a los hospitales, podemos anticipar que no vamos a tener una avalancha de 'covidials'.
–¿Un libro erótico de avalada calidad literaria para la lectura de playa?
–Recomendaría 'El Amante de Lady Chatterly' de D.H. Lawrence. Es buenísimo, un clásico de la literatura inglesa que estuvo prohibido durante casi 40 años.
–Una recomendación para el caso de que nos confinen otra vez.
–Como sexólogo, diría que hay que mantener un espacio para el sexo. Entonces tenemos que controlar las variables. Si estoy confinado con mi pareja y durante 14 días no he tenido contacto con el exterior, sexo como siempre. Y cuanto más, mejor. Si mi pareja sale, entra en contacto con más de tres personas al día, pero no tiene síntomas, pues voy a mantener sexo, pero evitando besos y sexo oral. Entonces diría que es mejor optar por posturas posteriores como la cuchara o el perrito.
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