Pepe Quintanilla: «La Sierra de las Nieves no puede ser un jardín para ir los fines de semana»
Experto en el mundo del pinsapo, el presidente del Consejo de Participación del parque nacional defiende una gestión forestal con el apoyo de la ganadería y aprovechar la madera
Durante buena parte de su carrera profesional, José López Quintanilla, conocido en el mundo ambiental como Pepe Quintanilla, fue el coordinador del Plan de Recuperación ... del Pinsapo de la Junta. Ya retirado de la actividad profesional, esta semana ha comenzado su labor como presidente del Consejo de Participación del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves (el antiguo patronato). Es el organismo en el que se integran todas las visiones del parque, con 58 participantes, entre representantes de la Junta y del Gobierno; alcaldes; propietarios de fincas, empresarios ganaderos y pastores, madereros, asociaciones de vecinos y ecologistas.
–¿Qué enfoque le quiere dar a su nuevo puesto?
–Simplemente, escuchar, intentar conciliar y convencer cuando haya algún problema. Quiero darle la importancia que tienen a las personas de los pueblos. Para mantener la naturaleza hay que pensar más en las personas que viven cerca de esos bosques, porque son ellos los que lo van a mantener. Últimamente, pensamos más en la gente de la ciudad que va el fin de semana y quiere ver un jardín. Pero eso no es posible porque los montes están vivos, se mueren... Es el ciclo normal.
–¿Y quiénes son las personas que viven de la Sierra de la Nieves?
–Los pastores, que antes se pensaba que eran el enemigo número uno, pero no eran ellos, sino el típico que llegaba y compraba ganado fuera para especular, sin ningún tipo de control sanitario, y así fue como se introdujo la sarna. También había algunos que tenían el ganado suelto e hicieron daño al colectivo. Pero el pastor, el que sabe manejar al ganado para que no se coma el arbolito de pinsapo, limpia el monte y lo abona. La mayoría son muy mayores y hace falta un relevo, porque la ganadería es buena y los pastores son los que de verdad conocen el monte porque están allí todos los días.
«Cuantas más vidas humanas dependan del monte, mejor conservación y menos incendios»
–¿Se ha perdido mucha población que vivía del monte?
–Sí, hemos perdido mucha gente de los pueblos que trabajaba antes en la montaña y lo han dejado porque sale más rentable irse a la costa. Pues hay que intentar recuperar esa mano de obra: cuanta más gente viva del monte, mejor conservado estará. Es muy bonito el proyecto que está liderando la Diputación con la Junta para el aprovechamiento con calderas de biomasa. Ese es el futuro: además de a los organismos públicos, ser capaces de extenderlas a los particulares, para que paguen menos. Cuantas más vidas humanas dependan del monte, mucho mejor será la conservación y habrá menos incendios.
–¿Se puede aprovechar la madera de los montes?
–No sólo se puede sino que se debe aprovechar. Si no, eso produce un entramado de leña y ramas secas que dificulta transitar por el monte. De cara a un incendio sería lo peor. Además, se pierde un valor que se puede aprovechar. Hay que cortar madera por un tema económico y de prevención de incendios, pero también de salud: se ha demostrado que la llegada del ébola fue a consecuencia de talar las selvas y la pérdida de los nichos ecológicos del murciélago, que se fue a lo que tenía más cercano, a las granjas, donde interactúa con los animales domésticos y de ahí a los humanos. Fíjese el disparate: no cortamos los pinos que están para aprovecharlos como madera y para conservar el suelo, y sin embargo cortamos especies que son más baratas, pero a cambio producimos un daño terrorífico en nuestra salud. La Sierra de las Nieves es un santuario, pero como consecuencia de una gestión forestal que se ha llevado a a lo largo de muchos años.
«Hay que cortar madera por un tema económico, de prevención de incendios y de salud»
–¿Y por qué genera rechazo?
–El problema es que muchas veces se plantean los parques nacionales y naturales como escaparates: un jardín que tengo en mi pueblo. Y si vas a un jardín tienes que ver el césped verde. Si un arbolito se muere, lo quitan y ponen otro. Y eso no es. Los bosques, los ecosistemas están vivos y hay una relación entre las plantas, los animales, el suelo y los nutrientes. Entonces, cuando falla algo y provoca un desequilibrio, lo que hacemos los ingenieros de Montes y los forestales es imitar a la naturaleza: hacer lo que ella hace, solo que actuamos antes para que no se produzcan daños colaterales y prevenir. Y encima se saca un rendimiento económico para la industria de la madera, del serrín o de la biomasa, con lo cual estás creando puestos de trabajo.
–¿Y está reñido con el turismo?
–Al revés, sólo hay que hacer las cosas con sensatez y con visión de futuro. Cuando yo gestionaba, mi premisa era que cada proyecto que hacía tuviera rentabilidad por dos o por tres. Por ejemplo, si hacía un depósito para incendios, el objetivo principal era la prevención, pero también lo podía utilizar como un mirador. Y luego hacía un desagüe con abrevaderos para el ganado doméstico, para los animales monteses y para los pajarillos...
–Los clareos también tienen una función ecológica.
–Claro, tienen un beneficio ecológico. Años después de haber cortado un pinar lo visité para evaluar los resultados. Resulta que me encuentro en la ladera una encinita tras otra, y en los alrededores no veía ninguna encina adulta que fuera el origen de las semillas. Entonces, con los compañeros forestales y biólogos descubrimos que eran los arrendajos. Cuando cortas, abres espacio y se crean huecos para los pájaros, que vuelan entre el bosque, se posan, depositan semillas y algunas germinan. En la naturaleza tienes que buscar alianzas con los animales, las plantas y con las personas que viven del monte.
–¿Qué futuro le ve al pinsapo?
–El pinsapo está muy bien porque hay mucha regeneración, y se va adaptando. Ha habido una mortandad un poco fuera de lo normal, pero no era por plaga ni por enfermedad, sino que una embolia que se producía en el árbol por la falta de agua en el suelo. Cuando llega el momento del punto de marchitez ya es irrecuperable, a no ser que llueva como en las últimas semanas, que ha venido muy bien para que el suelo recupere el nivel freático y el nivel mínimo que necesitan las plantas. Ahora tenemos una asignatura importante, que es el suelo: la imbricación y la conectividad de las raíces a través de los hongos y el punto de marchitez. La Universidad de Málaga, de la mano de José Damián Ruiz Sinoga, tiene varios proyectos en marcha. Hay que estudiar el suelo para prevenir esos puntos de marchitamiento, aunque no se puede regar todo, pero hay zonas donde sí vendría bien.
–¿Y cómo será el paisaje de la Sierra de las Nieves con el cambio climático?
–Nos tenemos que acostumbrar a ver un cambio de paisaje. En el pinsapar hay zonas donde vemos sólo esta especie, y nos tenemos que acostumbrar a verlo mezclado con pinos, quejigo y encina. Así incluso es más bonito. Pero no podemos querer ir y verlo todo verde, sino que tiene que haber árboles secos, porque también ayudan. Por ejemplo, en los árboles muertos la madera es más fácil de picar para el picapino, y esas aves insectívoras se comen muchas plagas y las mantienen a un nivel. Todo es una conjunción a la que se puede ayudar con la gestión forestal.
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