El mayor riesgo de divorcio se produce a partir de los diez años de casados y tras el verano
En 2024 fueron 3.022 en Málaga, un 15% más que en 2023, lo que los expertos atribuyen a la bonanza económica, y la mayoría son de mutuo acuerdo
Algo más de 3.000 parejas se divorciaron en la provincia de Málaga en 2024, lo que supone un incremento del 14,75% respecto a ... un año antes, según datos que el INE publicó este viernes. Pero la cifra de rupturas se encuentra un 15% por debajo de la de hace una década. Lo que es una constante es que se producen especialmente a partir del décimo año de matrimonio y el riesgo aumenta, sobre todo, después del verano.
La evolución de la cifra de divorcios se explica por un cúmulo de causas que desgrana Luis Ayuso, catedrático de Sociología de la UMA y especialista en Sociología de la Familia. Para empezar, la caída estructural de los divorcios tiene que ver con la reducción en paralelo que se ha producido en el número de matrimonios. Por eso Ayuso advierte de que la estadística de divorcios –como también la de matrimonios– ya no captura bien lo que sucede en la realidad: por ejemplo, no registra las separaciones de las parejas de hecho. Pero la terapeuta Elisa Godino percibe otra razón de la caída de los divorcios y reside en la mayor responsabilidad afectiva de las parejas, así como en su mayor nivel de compromiso. «Las parejas cuando se casan tienen más claro lo que quieren y llevan detrás convivencia previa», asegura.
Razones económicas
Pero en esta tendencia que detecta Ayuso a la baja, en 2024 se ha producido un repunte. Y el catedrático de la UMA lo atribuye a la bonanza económica: «Un ciclo económico positivo lleva a las parejas tanto a casarse como a divorciarse más». Ésta es una explicación con la que también coincide el abogado Javier Toro, que ha observado que hay parejas que querrían divorciarse y no lo hacen porque no se lo pueden permitir. «Son rehenes de su contexto económico», dice, para acto seguido relatar que hay situaciones en las que hay que seguir pagando hipoteca, un alquiler y la pensión de manutención: «Hay que tener un sueldo de más de 2.000 euros al mes y pocas personas en Málaga cobran eso».
Para Rafael Grande, profesor de Sociología de la UMA, más allá de las variaciones en las cifras, muy ligadas a la situación económica –advierte, por ejemplo, que el año 2014 aún está muy afectado por las consecuencias de la Gran Recesión que se desencadenó en 2008–, las estadísticas muestran la normalización del divorcio en Málaga y en el conjunto de España, fruto de los cambios que ha habido en el mercado matrimonial, sobre todo marcados por la ganada independencia económica de las mujeres, pero también por el individualismo: se da prioridad al bienestar individual y ya no se aguantan según qué cosas.
Los datos también informan de en qué circunstancias se producen los divorcios. Por ejemplo, muestran, tomando como referencia la última década, que los únicos que aumentan son los de matrimonios que llevan juntos menos de dos años, si bien su cifra continúa siendo muy baja (sólo son 123 divorcios de los más de 3.000 que hubo el año pasado). La inmensa mayoría de las rupturas tienen lugar en parejas que llevan casadas diez años o más. De los 3.022 divorcios que hubo en Málaga en 2024, 1.878 corresponden a matrimonios de más de una década, según los datos del INE. «Los divorcios no son frecuentes ni en los primeros años ni en matrimonios muy largos», sintetiza Rafael Grande, que sitúa en la década la duración media de las parejas que rompen.
En este punto, Luis Ayuso explica lo que su disciplina ha averiguado sobre los matrimonios y las crisis que pueden llevar a la ruptura. La primera surge tras un año o año y medio de convivencia. Antes, solía responder a la inestabilidad que la pareja sufría tras nacer el primer hijo. Ahora, a que no se cumplen las expectativas de la pareja, que ha podido haber convivido con anterioridad, se casa y descubre que no es todo tan maravilloso como se pensaba. La segunda se produce a los siete u ocho años de matrimonio, por el puro desgaste de la relación, o porque se descubre que la pareja no se entiende. Y la tercera se produce a los veinte años de matrimonio, cuando alguno de los dos se jubila o sale del mercado laboral, o cuando llega la crisis de la andropausia o la menopausia y se desea de repente cambiar de vida.
La clave de los hijos
Aunque Ayuso apunta otro factor importante que entra en juego: los hijos. La reducción de la natalidad, comenta, es un factor que favorece el aumento de las rupturas matrimoniales. Por lo que el hecho de no tener vástagos o que éstos sean mayores también facilita la toma de la decisión de divorciarse, indica el abogado Javier Toro. «Los hijos son una barrera para el divorcio. Y España, pese a ser un país muy familista, tiene pocos hijos», señala Ayuso.
Los datos del INE lo que dicen es que la mitad de los divorcios que tuvieron lugar el año pasado (1.532 de los 3.022 que hubo en total en Málaga) corresponde a parejas sin hijos dependientes.
Por tanto, no es que no haya divorcios de matrimonios con hijos. Y, de hecho, Rafael Grande afirma que hay dos puntos en que aumenta la probabilidad de que parejas con prole rompan: cuando la carga de los hijos es importante, es decir, cuando son pequeños, o cuando se considera que son lo suficientemente mayores como para asumir la decisión de los padres, a partir de los 14 o 15 años.
La estadística también informa de cómo se producen los divorcios. Y en este caso, la mayoría son no contenciosos: 2.355 de los 3.022. Es un fenómeno coherente con la mayor responsabilidad emocional que en la actualidad tienen las personas y que observa Godino. Pero también con las reformas legales: ahora, si no hay hijos, el divorcio se puede hacer ante notario como un trámite administrativo, según recuerda Javier Toro.
Mientras tanto, Luis Ayuso explica que detrás de estos datos hay varios cambios sociales. Por ejemplo, el aumento del nivel educativo, que cada vez las personas están más acostumbradas a dejar y a que las dejen y que las rupturas ya no involucran a dos familias enteras, sino a dos personas, lo que quita presión al proceso. De ahí que los divorcios tiendan cada vez más a ser consensuados.
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