Madrid-Málaga, 550 kilómetros: una hazaña sobre dos ruedas
El malagueño Javier Pastor, afincado en Madrid, realiza el trayecto entre las dos ciudades en bicicleta, desafiando la ola de calor
Javier Pastor, 30 años, se encuentra en el Puente de Toledo, en Madrid. Son las cinco de la tarde, es julio y el termómetro marca ... mucha calor. La estampa incluye una bicicleta de carretera, marca Aurum, que es la firma de Alberto Contador. Algunas voces le han cuestionado si el propósito que le ha traído hasta aquí corresponde a una buena idea. Está a punto de iniciar una hazaña a la que le lleva mucho tiempo dando vueltas, pero que por circunstancias varias no le han cuadrado hasta ahora. Javier quiere recorrer en bicicleta el trayecto que separa a Madrid de Málaga. En la primera vive ahora y en la segunda nació. Aunque el vinculo con la capital de la Costa del Sol siempre se ha mantenido porque su familia tiene una casa en Guadalmar.
Este barrio es también el punto final de una etapa que no conocerá más descansos que los empleados para comer o realizar las necesidades personales. «El recorrido entre Madrid y Málaga lo llevo haciendo toda mi vida. Mi familia es de Málaga, tenemos casa en Guadalmar. Siempre he soñado con hacer este recorrido en bicicleta», explica en conversación con este periódico.
El momento elegido para la salida no es casualidad. «Salgo esta semana porque hay luna llena», precisa. Aunque su bicicleta está prevista con luces, la iluminación natural le facilitará el trayecto. Si todo sale bien, estará unas 20 horas sobre la bicicleta y aprovechará la noche para hacer una buena tirada y comerle kilómetros. Si todo sale bien, el Strava de Javier reflejará más de 550 kilómetros en sus piernas y un desnivel acumulado por encima de los 4.000 metros.
Javier reconoce a SUR que está en buena forma. Tiene Ironman a sus espaldas. No precisa si es la forma de su vida pero sí está confiado en que su cuerpo va a responder. Poco después de las cinco de la tarde, José inicia el recorrido que le debe traer hasta Málaga. A partir de aquí, comienza también la soledad del ciclista. El esfuerzo que tendrá que realizar es titánico. La ola de calor exprimirá a su cuerpo y la ingesta de liquido será una de las claves a tener en cuenta.
Entrando ya en la oscuridad de la noche, se rebajan los estímulos externos. Oscuridad, silencio, 170 pulsaciones por minuto. Un pequeño cono de luz de su foco que ilumina la carretera delante de él. Javier escucha su aliento, uniforme, regular, calmado y profundo. El zumbido de la cadena, el ruido al desenrollarse las ruedas sobre el asfalto.
En estos momentos, Javier lleva ya unas cuántas horas sobre la bicicleta. Más aún le quedan por delante. Es una persona inquieta, ha vivido en diferentes países y tiene dos carreras. Quizá, esas circunstancias también explican que Javier necesite retos como el que está realizando.
La alimentación y la hidratación son clave para poder completar esta nueva hazaña, que Javier ahora suma a un mosaico de recuerdos que incluye pruebas extremas de todo tipo y siempre relacionadas con la bicicleta. «Barritas, geles, sales. Llevo de sobra. En algún momento, también pararé para comer algo», detalla a SUR y agradece el apoyo recibido por dos amigos que le acompañarán en esta aventura en una furgoneta.
No viajan a su lado, pero se mantendrán cerca por si surge una emergencia. «No van a mi lado ni mucho menos. Primero, porque el objetivo es hacerlo sin ayuda de ningún tipo. Segundo, por mera cuestión logística. La furgoneta no puede ir a la velocidad, que es inferior a la circulación de un vehículo, lógicamente», precisa Javier.
Al final, el esfuerzo titánico tiene su reflejo en el rostro del ciclista malagueño. Han pasado más de 20 horas de la salida de Javier del Puente de Toledo. Sobre las 17:45 hace entrada en Málaga. Atrás quedan varios puertos, aunque ninguno de primera categoría, salvo al llegar a la provincia deseada. Por algo, a Málaga también se le conoce como los Pirineos de la Costa del Sol.
Resistencia
Cuando comenzó a pedalear era de día y luego enlazó con la noche. Los registros de su Strava, la conocida aplicación que guarda los datos de ciclistas y corredores, adquieren el peso de mandamientos cincelados en piedra maciza: Javier ya tiene sus más de 500 kilómetros acumulados de una tirada, además de más de 4.000 metros de desnivel acumulado.
Ahora que ya está en Málaga y recuperándose de este reto colosal, Javier adelanta que está pensando en nuevas pruebas que le motiven. Estos días quiere aprovechar y disfrutar de la tranquilidad de Guadalmar y su cercanía al mar.
«No sé si alguien ha hecho alguna vez el recorrido de Madrid a Málaga en bicicleta de carretera en el tiempo que espero hacerlo. No lo hago para tratar de batir algún récord, sino porque siempre he querido intentarlo desde que empecé a hacer este trayecto en coche muchos años atrás», dijo Javier al principio de esta historia. Propósito tachado con éxito.
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