Un lugar para buscar la felicidad cuando se tiene una lesión medular
Aspaym presta apoyo físico o laboral pero, sobre todo, acompaña en la aceptación y la normalización de la discapacidad y trabaja por la concienciación social en la diversidad
Entramos en el local que Aspaym tiene en Málaga, en el distrito de Teatinos, y la conversación distendida que se escucha en esos momentos es ... sobre características de sillas de ruedas, problemas que a veces dan cuando se circula por la ciudad y trucos para arreglarlas. Se trata de un diálogo que se convierte en un buen espejo de lo que es Aspaym –además de otras muchas cosas–: un grupo de apoyo mutuo que ayuda a normalizar y a quitar hierro a cosas que son normales, y la discapacidad o la diversidad funcional forman parte de la vida. Y es que ése es el origen de esa organización: nació en 2009 fruto de la unión de personas con lesión medular, tanto como resultado de un accidente de tráfico o de una mala zambullida en el agua como fruto de una intervención quirúrgica para atajar la evolución de un cáncer que haya podido atacar la médula. Ahora mismo, comenta Isabel Vega Palomo, directora de la institución en Málaga, son más comunes las segundas que las primeras, quizás porque ha cundido la pedagogía sobre la seguridad vial y las consecuencias de los accidentes de circulación se ven paliadas por cascos, cinturones de seguridad o el sistema de airbag. Pero, como aclara, en esas dependencias también se trata a personas con otro tipo de padecimientos con afectación en la médula, como espina bífida, esclerosis múltiple o que puedan tener secuelas de la polio.
Por ahí este lunes de pleno verano se encuentran un puñado de usuarios que responden a los variados perfiles a los que atiende Aspaym. Por ejemplo, José Antonio Rueda, de 34 años, que sufrió un accidente de tráfico en 2014; o Manuela Estébanez, de 52 años, que padece esclerosis múltiple, lleva yendo un mes a terapia y ya ve mejoría. También Carlos Vilanova, de 57 años, que nació con parálisis cerebral y que reivindica el tejido asociativo que cubre aquello a lo que no llegan las administraciones públicas una vez el paciente sale del hospital; o Israel Codes, de 49 años, víctima de un accidente doméstico en 2013 que le dejó tetrapléjico: se asoció a la organización por entonces y su implicación fue tal que ahora es su presidente.
Más allá de lo físico
Aunque lo primero que salta a la vista del local es un gimnasio en el que los usuarios reciben instrucciones y masajes de los especialistas, la rehabilitación física, la fisioterapia, no es la única atención que reciben. Como continúa relatando Isabel Vega Palomo, también se les presta terapia ocupacional para que estas personas puedan readaptar su vida a sus nuevas circunstancias y conserven su autonomía e independencia. Además, se les ayuda con la gestión emocional del proceso, tanto a ellas como a sus familias. La directora de Aspaym explica que lo más difícil de tratar es que los usuarios acuden con la mentalidad de que va a ser posible una total recuperación física. Así que si bien se potencia lo corporal, que puedan alcanzar la mejor y mayor movilidad posible, se hace mucho hincapié en lo mental: «Tenemos que abordar ese camino de adaptación a la nueva vida, tanto de la persona como de la familia. Hay que trabajar en la idea de que se van alcanzando objetivos físicos y también en que se puede vivir y ser feliz con una lesión medular».
Aunque Isabel Vega Palomo reconoce que en este trabajo se topan con bastantes obstáculos que son no sólo los más visibles en forma de barreras físicas en la ciudad, en los establecimientos, en cualquier sitio, sino también en forma de prejuicios: «Hay mucho trabajo por hacer en la sociedad de concienciación en la diversidad. Por ejemplo, es muy frecuente que cuando van dos personas juntas, una de pie y otra en silla de ruedas, la gente se refiera a la primera y obvie a la segunda». Asimismo, como pone de relieve la directora, también hay otras cuestiones que no se tienen en cuenta sobre las personas con algún tipo de discapacidad: que pueden necesitar más tiempo y más espacio.
Trabajo social y asesoramiento
Además de la recuperación física, de la terapia ocupacional y de la atención psicológica, también se hace mucho trabajo social, que consiste en la prestación de asesoramiento para que los usuarios soliciten las prestaciones que les corresponden. También da apoyo en la adaptación de las viviendas a sus necesidades. Y, por último, proporciona orientación laboral. Porque, como apunta Carlos Vilanova, no es nada fácil para el colectivo su integración en el mercado de trabajo, aunque él sí tuvo la fortuna de tener un empleo muchos años en una empresa familiar en labores de oficina, a lo que suma también su formación en trabajo social.
Aspaym –y con la organización, sus usuarios– tiene que lidiar con la lentitud de la administración: los trámites para el reconocimiento de la discapacidad se pueden dilatar más de 24 meses y eso, incide Isabel Vega, «tiene efectos económicos y sociales» en los afectados y sus familias, que no pueden acceder a los derechos que les corresponden. Aunque Aspaym, para atender en Málaga, no exige ese reconocimiento oficial, sí pide informes médicos, y la propia entidad efectúa una valoración del individuo para comenzar a trabajar con él en todos los ámbitos de forma personalizada.
En la actualidad, Aspaym cuenta con 486 socios en Málaga. Y en sus instalaciones tratan a alrededor de 120 personas a la semana. Y todo ello con un equipo formado por siete fisioterapeutas, un profesional de la psicología, tres especialistas en terapia ocupacional, dos trabajadores sociales, un enfermero y especialistas en integración laboral.
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