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Acaba de publicar 'Las monedas digitales de los bancos centrales: implicaciones legales y financieras' (Aranzadi) ante la próxima decisión que tendrá que tomar el Banco ... Central Europeo (BCE) sobre si sigue, o no, adelante con el euro digital para proteger la soberanía monetaria y financiera de Europa ante la amenaza de que una criptomoneda foránea irrumpa en el Viejo Continente. José María López Jiménez, profesor de Derecho de la UMA y empleado en el sector financiero, aprovecha además para advertir contra la inversión y los bulos que circulan alrededor del Bitcoin y otros criptoactivos: su volatilidad, entre otras cosas, los hace muy peligrosos.
–La pandemia provocó que se acelerara la desaparición del efectivo, pero el apagón puede hacer que resurja.
–Por el temor a tocar el dinero, a que estuviese contaminado y cogiéramos el virus, se optó por que cuando acercábamos la tarjeta para pagar no hiciera falta el PIN en operaciones por debajo de 50 euros. Y ya la gran mayoría de los pagos son digitales, incluso para el periódico o el café, porque ya no se exige un importe mínimo para usar la tarjeta. Hemos asumido los pagos digitales con mucha naturalidad, también el Bizum, que es una transferencia instantánea que se hace sin tener el número de cuenta de la otra persona, sólo el móvil. Ha sido revolucionario y de hecho se pone en muchos ejemplos en Europa de buena práctica de la industria bancaria al servicio de la ciudadanía. Los pagos digitales están muy bien, pero necesitamos dispositivos conectados a la red eléctrica. Si nos encontramos con un apagón como el del otro día, masivo, total, caen los sistemas de telecomunicaciones, que son la base de los pagos on-line. Y el efectivo es tan fácil como entregar un billete a otra persona para hacer un pago: nos puede salvar en una situación extrema como la que vivimos hace unos días.
–¿El euro digital nacería con ambición de sustituir al euro físico?
–El Banco Central Europeo insiste en que el euro digital, si finalmente se lanza, en ningún caso va a reemplazar al efectivo. El euro digital sería un complemento de los billetes y de las monedas.
–Y a efectos prácticos, ¿cómo nos cambiaría la vida si el BCE sigue adelante con el euro digital?
–Caben dos posibilidades. Que los ciudadanos directamente podamos abrir una cuenta bancaria en el banco central, cosa que tampoco es tan disparatada, porque de hecho, hasta mitad del siglo XX, ha habido cuentas abiertas por particulares en el Banco de España, y en ella hubiera dinero soberano en formato digital. O bien, como seguramente ocurra, que aunque el dinero se emita por el banco central, la distribución y la operativa de los ciudadanos sea a través de los bancos tradicionales.
–De lo contrario el sector financiero se le echaría encima.
–Si pudieramos abrir una cuenta en el banco central nos podríamos preguntar con total sentido si seguiría siendo necesario un banco. Los bancos centrales quieren tener el control del dinero soberano digital de manera directa, pero tengo la impresión de que no quieren meterse en la gestión del día a día con sus clientes. Y además está la cuestión de la prevención del blanqueo de capitales: los bancos privados a quien se abre una cuenta le preguntan por el origen de los fondos; yo no veo a un banco central entrando en ese detalle porque es algo que ya tiene externalizado en la banca privada.
–¿El euro digital no tendría contrapartida física, sólo se podría usar para pagos online?
–A día de hoy no tenemos ninguna restricción para hacer pagos digitales. Se usa como argumento, aunque no muy convincente, que las monedas digitales de los bancos centrales servirán para fomentar el comercio digital. En realidad eso ya está cubierto, pero sí, su espacio, su ecosistema, sería el de los pagos digitales. Aunque hay una cuestión muy importante: el dinero digital del banco central se puede convertir a la par en billetes y monedas: si tengo 15 euros digitales, los puedo cambiar por 15 euros en billetes y monedas.
–Pero sí es posible que suban la masa monetaria y la inflación.
–Cuanto mayor es la masa monetaria, cuanto más es el dinero en circulación, si no está bien acoplado al desarrollo de la actividad económica, la realidad es que se genera inflación. Es importante que al ponerse el dinero digital de los bancos centrales en circulación, junto a los billetes y las monedas, y junto al dinero que crean los bancos, la masa monetaria no se dispare. De lo contrario, nos podemos encontrar con riesgo de inflación. Los bancos centrales emiten billetes y monedas, pero los bancos tradicionales captan depósitos y conceden financiación, así que crean dinero, y si el BCE termina emitiendo dinero en formato digital, los bancos van a tener algo más de margen para determinar cuál va a ser la masa monetaria.
–El euro digital también puede favorecer el consumo: la gente gasta con más alegría cuando paga en digital.
–Hay estudios que demuestran que nos duele menos pagar en digital que en efectivo. Pero más que el consumo pueda tener más fuerza, lo que va a suponer el euro digital es que estará disponible otra forma de pagar: el ciudadano va a tener una cuenta abierta dentro de su banco denominada en euros digitales.
–¿Podremos pedir en nuestra empresa cobrar en euros digitales?
–No, eso no va a pasar. El BCE emitirá los euros digitales que, aunque estén en las cuentas de los ciudadanos comercializadas a través de los bancos privados, figurarán en el balance del BCE, lo que los convierte en más seguros, porque un banco central no puede quebrar, mientras que un banco privado sí puede llegar a tener problemas. Los ciudadanos tendrán que elegir si quieren los euros 'físicos' del balance de los bancos privados o los digitales del balance del BCE. Pero para evitar que la ciudadanía opte masivamente por dinero que es pasivo del banco central y que es más seguro, limitará el número de euros digitales que vamos a poder usar en cada momento. Se baraja la cifra de 3.000 euros. Y no devengarán intereses.
–¿Por qué el BCE está impulsando el euro digital?
–En 2008, con la crisis financiera anterior, surge el Bitcoin: la gente siente desapego por el dinero y los bancos tradicionales y se empieza a ver un movimiento de descentralización de las finanzas. En cierto modo, fue un acto de rebeldía frente al sistema. Pasado el tiempo, el Bitcoin no tiene un volumen extraordinario, se ha quedado apenas como algo que sabemos que existe; no es algo que tenga capacidad para reemplazar el sistema monetario inspirado en billetes y monedas emitidos por bancos centrales. No se está utilizando como medio pago, sino como forma de inversión y tiene una volatilidad extraordinaria, lo que indica que no es recomendable para nadie adentrarse en el mundo de la inversión en criptoactivos en general. Hay papers, artículos, que dicen expresamente que a los bancos centrales, a la banca tradicional y a los Estados el Bitcoin en sí no les preocupa mucho. Pero en 2019 Facebook sacó su criptomoneda estable. El mensaje era muy claro: si queremos que el mundo de los pagos sea estable, la criptomoneda tiene que estar ligada en último término a los Estados. Y ello con la potencialidad que ofrecían los millones de usuarios de Facebook. Al final, ese proyecto terminó en 2022; tuvo un recorrido corto, pero sirvió para que entre los bancos centrales, los gobiernos y los supervisores, hubiera conciencia de que podía generarse un criptoactivo que realmente pudiera desplazar el sistema de pagos que conocemos en los últimos 150 años. Entonces surgió la percepción de que algo se estaba moviendo y que podía ser peligroso. Y por eso vuelve a hablarse de soberanía monetaria y financiera, es decir, de que los Estados tienen que protegerse de la posibilidad de que sucedan cosas que les hagan perder el control de la emisión del dinero.
–¿Entonces Europa se está defendiendo con la creación del euro digital?
–Totalmente. Los criptoactivos nos llevan a un mercado salvaje. El mundo de los criptoactivos es algo fuera de control y peligroso.
–¿Hay otras áreas económicas que estén trabajando en la creación de sus propias monedas digitales?
–En el mundo hay unos 200 bancos centrales y prácticamente todos están analizando los pros y los contras de la emisión de dinero soberano digital. China está avanzando. Este país tiene un modelo en el que se liga la soberanía monetaria con las grandes corporaciones tecnológicas. Además, aquí se mezclan los intereses geopolíticos, porque China tiene la intención de construir la nueva ruta de la seda, quiere apropiarse del comercio a escala mundial y, lógicamente, ligar ese comercio a su moneda.
–¿Y qué pasa con Estados Unidos?
–Estados Unidos ha estado investigando sobre la posible emisión del dólar digital. Pero el presidente Trump publicó una orden ejecutiva en la que prohibía la emisión y el uso en Estados Unidos de monedas digitales de bancos centrales. Pero no se ha quedado ahí. Ha concretado algo que ya dijo cuando ganó las elecciones en noviembre de 2024: literalmente aseguró que quiere convertir a EE UU en la capital mundial de los criptoactivos. Pero no tiene interés en tener un dólar digital. Lo que quiere es una criptomoneda estable emitida por alguna de las grandes corporaciones tecnológicas de los EEUU, que esté vinculada al dólar y que sea global. Así que ahí también nos encontramos con un riesgo, con el de que en un momento dado, en Europa, en lugar de pagar con euros depositados en un banco o con euros digitales, un ciudadano decida pagar con una criptomoneda estable que se haya emitido en EE UU. También hay que tener en cuenta que las tarjetas que utilizamos son Mastercard o Visa, es decir, tenemos el problema de que parte del sistema de pagos bancario de la UE está inspirado en tecnologías extranjeras, en concreto norteamericanas. El BCE también argumenta que el euro digital podría servir para tener una infraestructura de pagos en Europa que fuera realmente europea. Estados Unidos es un país aliado, pero a día de hoy totalmente impredecible. La UE se encuentra con una ocasión de oro y motivos muy claros para que cuando después del verano evalúe si emite un euro digital, la respuesta sea que sí, porque va a reforzar la autonomía de Europa. Hay que protegerse porque si no, te pueden inundar tu mercado de pagos de divisas de otros países o de criptoactivos de los que no sepamos quién está detrás.
–¿Qué peligro real lleva consigo que una criptomoneda extranjera circule en España?
–Yo soy español, soy europeo, pero más allá de los sentimientos, que son muy importantes en todo esto, el mayor riesgo, y me da igual que la criptomoneda sin respaldo por el Estado se emita por una entidad española, francesa, marroquí, americana o china, es que creamos que tenemos algo con un valor y que al día siguiente ese valor sea cero. Es el riesgo de algo que no está regulado, que se mueve de manera transnacional, que no sabemos dónde se emite ni dónde se custodia. También otro riesgo: el de robo o sustracción ilegítima de esos activos. El euro digital estaría regulado, supervisado y controlado. El riesgo de actuar al margen de la regulación, al margen del dinero anclado al banco central, es que no hay certeza ninguna de que lo que tenemos hoy lo sigamos teniendo mañana.
–¿Qué pasa con los bulos alrededor de las criptomonedas?
–El problema de los criptoactivos es que están atrayendo mucho a la gente joven. Se ha construido una narrativa de que te puedes enriquecer muy rápido y jubilarte a los 25 años, tal cual. Y no digo yo que no se pueda ganar algún dinero. Pero es que es el terreno menos propicio para invertir, eso está claro. Además, el mensaje que mandan a la gente más joven es muy peligroso, porque está alejado de la cultura del esfuerzo, de la cultura del ahorro. Hay mucho bulo y una narrativa muy destructiva.
–¿Ve visos de éxito al euro digital?
–Una cosa es que se emita una moneda soberana en formato digital y otra cosa es que se termine aceptando por parte de los ciudadanos. La impresión que tenemos es que el euro digital está cerca, pero hoy en día sería muy aventurado decir si la gente lo utilizará, o no.
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