«Después de pasar por Proyecto Hombre soy libre»
Alejandro y Ana comparten su experiencia en un centro que cumple 40 años en la ayuda a personas con problemas de adicción o psicológicos en Málaga
ANA MEDINA
málaga.
Domingo, 19 de octubre 2025, 02:00
La Fundación CESMA y su obra Proyecto Hombre Málaga cumplen 40 años de acción a favor de las personas que quieren salir de una adicción ... y emprender una vida nueva. Lo celebran con una jornada donde profundizarán en la vulnerabilidad humana como factor clave en las adicciones, y lo harán con la ayuda del experto Arun Mansukhani. El acto conmemorativo tiene lugar en el auditorio Edgar Neville el 28 de octubre desde las 9.30 horas. La entrada es gratuita pero es preciso inscribirse en proyectohombremalaga.com.
La jornada estará moderada por el periodista Francisco J. Cristófol. La inauguración contará con la presencia institucional de autoridades de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Málaga, la Diputación de Málaga, la Asociación Proyecto Hombre y la Fundación CESMA (Centro Español de Solidaridad de Málaga).
En ella se ofrecerá un avance del documental del 40 aniversario de Proyecto Hombre y la ponencia de Arun Mansukhani, licenciado en Psicología por la Universidad de Málaga y especialista en Psicología Clínica, Sexología e Hipnosis Clínica, quien abordará el tema 'Entendiendo el tejido de la vulnerabilidad'. Tras su ponencia, tendrá lugar la Mesa Redonda '40 años proyectando futuros'.
Proyecto Hombre Málaga es un centro de prevención, rehabilitación y reinserción de personas con adicciones que existe gracias a la Fundación CESMA (compuesta por el Obispado de Málaga y la Asociación Horizonte). En él, un equipo de 30 profesionales aborda las adicciones a través de un método biopsicosocial que persigue la maduración y el crecimiento de la persona, una metodología que cree que las adicciones son un síntoma de un problema que reside en ella.
El 30 de octubre celebran en Casa Diocesana Málaga un acto de graduación en el que terminan proyecto una decena de usuarios. Uno de ellos es Alejandro González. «Cuando llegué, me encontraba en una situación muy complicada. Mi vida estaba marcada por la adición y decisiones destructivas que me habían alejado de mis seres queridos y de mí mismo. Sentía que había tocado fondo y que no podía seguir viviendo así. Aunque me costaba reconocerlo, sabía que necesitaba ayuda y que tenía que cambiar de estilo de vida. Si no, perdería todo lo que tenía, familia, amigos, pareja e hijos».
Ahora que ha conseguido salir adelante, Alejandro explica que confió en ellos porque «es un programa con una trayectoria larga, sólida, con profesionales y voluntarios comprometidos y con una calidad humana insuperable y donde uno se siente acompañado en todo momento. Lo que más me sorprendió y a la vez me convenció fue que no solo se centraban en el consumo, sino en las personas, en sus emociones, sus historias y sus heridas. Proyecto Hombre no solo me ofreció un tratamiento personal, me ofreció una oportunidad de vida. El cambio no se consigue y ya está, es algo que se trabajada cada día».
El caso de Ana Muñoz no tiene que ver con adicciones. Ella se gradúa este año en el programa Alaia («alegre» en euskera), el más novedoso de Proyecto Hombre Málaga, un espacio dirigido a mujeres que sufren trastorno depresivo persistente, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y ayudarles a superar la depresión. Este programa inició su andadura en Málaga en 2018 y su duración es de aproximadamente 12-14 meses. Ella llegó al programa apenas sobreviviendo. «Vivía encogida por el peso de la pena y la tristeza, que me impedían andar erguida. Esa era la sensación que yo tenía, una sombra doblada sobre sí misma. Durante años, estuve en ese estado, tras recibir el diagnóstico de un trastorno ansioso-depresivo que la medicación del psiquiatra lograba atenuar pero nunca sanar por completo», cuenta.
Su proceso ha durado año y medio. «Ahora soy libre. He encontrado una paz que nunca antes había sentido. Francisco, el psicólogo del programa, me recordó que soy una mujer fuerte y valiente, y por fin me lo creí. Hoy camino con paso firme, erguida. Me miro al espejo, me gusta lo que veo, estoy orgullosa de ella. Recuperé la sonrisa que creía perdida. Vivo el presente, sin intentar arreglar lo que yo no rompí. Acepto, suelto y disfruto cada instante».
Lo que más destaca Ana del programa es lo que implica, y que refleja su nombre: alaia. «Destacaría muchas cosas, pero ante todo el significado de alaia: alegría, en vasco. Fue Miriam, mi terapeuta, quien me lo contó en nuestra primera entrevista, y aquel detalle, tan simple y luminoso, me hizo pensar que aquel era mi sitio. Por primera vez sentí que alguien me escuchaba de verdad, que comprendía lo que había detrás de mis silencios. Supe entonces que ese era mi lugar: un espacio seguro, donde podía ser yo misma, sin miedo, donde la palabra alegría no era una meta lejana, sino una promesa posible».
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