«Se dice que son despistes de la edad y no se llega a hacer un diagnóstico formal del alzhéimer»
El investigador y médico psiquiatra especializado en trastornos de conducta del alzhéimer destaca los avances que se han producido en este campo
José María García-Alberca es médico especialista en Psiquiatría y doctor en Neurociencias por la Universidad de Málaga, ciudad en la que vive desde hace ... cuarenta años. Es director científico del Instituto Andaluz de Neurociencia (IANEC), un centro especializado en el diagnóstico, la atención y la investigación en demencias y en la enfermedad de Alzheimer, considerado uno de los referentes de excelencia en el ámbito investigador. Especialista en los trastornos conductuales de este mal, en esta entrevista repasa los avances en diagnóstico, tratamiento y prevención que se han dado en los últimos años en este campo.
–¿A cuántos malagueños afecta la enfermedad de Alzheimer?
–Si consideramos la provincia entera, no solamente la capital, estimamos que probablemente que entre 6.000 y 8.000 malagueños puedan estar afectados por la enfermedad de Alzheimer. Digo que es una estimación porque no se ha llevado a cabo un estudio de prevalencia real como tal y hay que tener siempre en cuenta que no sólo en Málaga, sino en cualquier punto de nuestro territorio el diagnóstico exacto verdadero de la enfermedad de Alzheimer está siempre infraestimado. Hay más casos que no llegan al diagnóstico formal de los centros sanitarios de los que realmente se diagnostican. Se tarda mucho en hacer el diagnóstico, desafortunadamente, y hay muchos casos que quedan infradiagnosticados. Se dice que son los despistes propios de la edad y que qué le vamos a hacer y no se llega a hacer un diagnóstico formal.
–¿Cuánta gente puede tener alzhéimer sin que llegue al circuito sanitario?
–Quizás un 30% de los casos podrían estar infradiagnosticados.
–¿Son casos en los que no se da con la tecla?
–Que no afloran al sistema, es decir, no llegan al sistema para ser susceptibles de realizarles un diagnóstico, porque el paciente manifiesta déficit, los déficits se interpretan como propios de la edad y que qué le vamos a hacer, pues cuidaremos del abuelo lo mejor posible aquí en casa, pero no llegan al sistema sanitario, manifestando unas quejas, una sintomatología, y se convierten en susceptibles de realizar las pruebas correspondientes y acabar diagnosticándolos.
–¿Cuáles son los primeros síntomas de la enfermedad?
–Pues las primeras señales suelen ser muy sutiles en la mayoría de los casos y, salvo raras excepciones, siempre tienen que ver con la pérdida de memoria para los hechos recientes. Hay casos atípicos que no comienzan así, pero son una minoría. Si la persona empieza a tener pérdidas de memoria para acontecimientos recientes, olvido dónde he dejado las llaves, olvido un ingrediente para este plato que llevo cocinando toda mi vida, olvido una cita importante, olvido un número de teléfono de mi hijo que lo conozco perfectamente bien, olvido darle un recado a un familiar que otro me ha encargado. O, en el trabajo, empiezo a tener pequeños fallos porque olvido detalles, se me olvida una cita que tenía en la agenda, un determinado paso en un proceso laboral que lo conozco perfectamente bien, y a partir de ahí comienzan a incrementarse esos fallos de memoria de una manera progresiva hasta que la familia empieza a no justificar esos primeros fallos, diciendo hoy aquí está pasando algo porque los fallos son muy continuados, son ya repetitivos en el tiempo y están teniendo consecuencias.
–¿Ha habido avances en el diagnóstico en los últimos años?
–Uno de los descubrimientos científicos más espectaculares que hemos hecho en los últimos años es saber que la enfermedad de Alzheimer no comienza con esos primeros síntomas sutiles de pérdida de memoria. No sabemos su origen, pero sabemos que la destrucción de neuronas tiene que ver con el depósito en el cerebro de dos proteínas anormales: la beta-amiloide y la tau. Son proteínas que el cerebro fabrica de manera normal, pero la enfermedad las fabrica de una manera muy abundante, y además tienen una estructura anómala, están desnaturalizadas y eso va impregnando las neuronas y las va matando. Los depósitos iniciales de beta-amiloide y de proteína tau se producen al menos 20 o 25 años en el cerebro antes de que comiencen los más sutiles síntomas, con lo cual si una persona debuta con síntomas a los 73 años, probablemente en torno a los 50 ya comenzó el daño neuropatológico de la enfermedad de Alzheimer en su cerebro y tiene 20 o 25 años de una etapa absolutamente silente, que la persona no lo manifiesta, sigue funcionando de manera extraordinariamente bien y perfecta en su vida. Hoy en día somos capaces de determinar la presencia de esos componentes en esa fase silente y lo podemos hacer porque tenemos unas resonancias especiales y tenemos pruebas de neuroimagen, podemos obtener muestras de esas dos proteínas en una punción lumbar en líquido cefalorraquídeo y ver si sus cantidades son las normales o anormales.
–Y una vez que se anticipa el diagnóstico, ¿qué hay que hacer?
–Hay diferentes posibilidades de actuación. Hay determinados factores de riesgo que favorecen que tú desarrolles una enfermedad de Alzheimer o si ya has empezado a desarrollarla, que se acelere la progresión. Entonces podemos combatir los factores de riesgo. Por ejemplo, todos los factores de riesgo cardiovascular, la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia, la obesidad, el fumar de manera excesiva, el sedentarismo, todos esos factores de riesgo te ponen en riesgo de sufrir alzhéimer. Si tú no tienes ningún riesgo previo o si ya ha empezado ese depósito, te lo van a acelerar mucho. Entonces podemos combatir esos factores. Sabemos que estimular cognitivamente el cerebro previene el alzhéimer o ralentiza el avance si ya ha empezado: desde leer un libro a hacer algún tipo de juego estimulante, aprender un nuevo idioma. Sabemos que hacer ejercicio tanto de fuerza como aeróbico de manera regular previene o frena el deterioro si ya ha empezado el alzhéimer. Incrementar las relaciones sociales va a favorecer exactamente esto mismo, pues podemos hacer que incremente su interrelación social, apuntándose a asociaciones, actividades, ONG y otro tipo de cuestiones.
–Y existen más factores...
–Sabemos que si tienes problemas digestivos, si duermes mal, si tienes problemas dentales, todo eso facilitará el deterioro cognitivo, pues vamos a corregir todos esos factores. Si estás deprimido, tienes tendencia a la depresión, acelera el diagnóstico el deterioro cognitivo, pues intervengamos a nivel de salud mental para estabilizar el estado emocional de la persona. Y por supuesto, la persona a nivel individual tiene la oportunidad de tomar las decisiones en su vida que mejor le parezca. ¿Quiero seguir orientando mi vida de la manera que lo estoy haciendo? ¿Quiero hacer cambios? ¿Quiero proponer un nuevo modelo de vida para mí o para los míos?
–Hay dos medicamentos que prolongarían la vida entre tres y cinco años para los pacientes y con una calidad de vida bastante alta. ¿De qué hablamos?
–Uno es el lecanemab y otro es el donanemab. Estos medicamentos son anticuerpos monoclonales. Es decir, son anticuerpos que administrados por vía intravenosa llegan al cerebro y pretenden remover, eliminar, esos depósitos anormales excesivos de la proteína beta-amiloide. Estos dos son los primeros que se han aprobado formalmente en Estados Unidos y el primero, el lecanemab, ya está aprobado por la Agencia Europea del Medicamento. No así el segundo. Entonces, estos medicamentos eliminan, retiran placa de beta-amiloide de nuestro cerebro, limpian el cerebro, no de manera absoluta, de manera relativa. Por tanto, esa sustancia tóxica que mata las neuronas, al removerla, al haber menos cantidad, hay menos cantidad de neuronas expuestas al daño del beta-amiloide. Esa limpieza de beta-amiloide y esa preservación de más cantidad de neuronas sanas hace que el ritmo de progresión del deterioro cognitivo se ralentice, hasta en un 27% con el lecanemab y hasta casi un 40% con el donanemab. Con lo cual, el avance hacia fases más avanzadas de la enfermedad va más lento y vamos protegiendo ese cerebro de una manera más eficaz. Con lo cual, efectivamente, podemos desplazar varios años hacia atrás la aparición de las fases más avanzadas de la enfermedad.
–¿Se confunden habitualmente la demencia y el alzhéimer?
–El alzhéimer es simplemente una forma más de demencia. Es el tipo de demencia más frecuente, un 60% o un 70% de todos los casos. Pero la demencia, la muerte neuronal y, por tanto, la pérdida de la capacidad del cerebro para funcionar como venía funcionando de manera normal, hasta ahora puede deberse a muchas más causas. Un 20% de todas las demencias son de origen vascular. La pérdida neuronal se debe a un problema de riego sanguíneo en el cerebro, porque el cerebro ha sufrido un infarto, una hemorragia, una trombosis cerebral o diferentes tipos de carácter vascular. Y luego hay más de 100 tipos distintos de situaciones que pueden originar demencia.
–¿En qué consisten los trastornos de conducta asociados a la enfermedad?
–El alzhéimer tiene tres tipos de manifestaciones: las cognitivas, la pérdida de memoria, alteraciones en el lenguaje, en la orientación, alteraciones en las actividades de la vida diaria, pierdo capacidades para cocinar, para conducir, manejar un teléfono, mis cuentas bancarias, cuidar mi persona, ducharme, lavarme los dientes, comer. Y en tercer lugar las manifestaciones conductuales, que son las más terribles de todas. Las manifestaciones conductuales son un conjunto heterogéneo de síntomas como depresión, ansiedad, irritabilidad, agitación, agresividad, desinhibición, alucinaciones, delirios, deambulación errante, alteraciones en el sueño, alteraciones en el apetito, que provocan un enorme desajuste en el paciente y un gran sufrimiento en el cuidador. Aparecen prácticamente en la totalidad de los pacientes. Unos las sufren más, otros las sufren menos, más precozmente, más tardíamente, pero siempre están presentes en mayor o menor medida. Aceleran e incrementan el propio deterioro cognitivo del paciente. Hace que se consuman más psicofármacos para su control, aumentan los costes sanitarios, los ingresos hospitalarios y son los principales responsables de la carga y el sufrimiento del cuidador.
–¿Cómo podemos prevenir el alzhéimer?
–Aquí hemos avanzado muchísimo. Se conocen muy bien los factores de riesgo del alzhéimer. Sabemos que si se controlaran muy bien todos los factores, se podrían llegar a suprimir el 40% de los casos en el mundo.
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