Los vinos de la Casa de Guardia se exportan a Estados Unidos como en el siglo XIX
Un empresario de Detroit encarga que le envíen por barco varias barricas de vermú y otros caldos tras una visita a la taberna malagueña de la Alameda Principal
Que el vino de Málaga viaje a Estados Unidos no es ninguna novedad, lo hace desde hace muchos años; pero que lo haga como en ... el siglo XIX, eso ya es otra historia. El norteamericano Brendan McCall visitó la taberna Antigua Casa de Guardia, en la Alameda Principal de Málaga, donde probó los vinos dulces y quedó prendado. Pocos días después, el empresario y chef contactó con la bodega del grupo, en Olías, donde estos caldos se elaboran al modo tradicional para hacer un encargo especial: no sólo quería importar algunas de las variedades, sino hacerlo dentro de sus propias barricas, una operación arriesgada ya que no se sabía cómo se iban a comportar con los cambios de temperatura y humedad durante la larga travesía atlántica.
Para Cayetano Garijo, director de la bodega, era la primera operación de exportación a gran escala en Estados Unidos. Y no solo eso: tal y como demandaba el hostelero americano, el vermú y el pajarete viajaron en sus propias barricas, como se hacía siglos atrás. Lo hicieron en cinco botas de roble americano de 508 litros (32 arrobas), que viajaron dentro de un contenedor con medidas especiales de aislamiento, y consignado a través del puerto de Algeciras. «Tardó tres semanas y media, durante todo ese tiempo viví asustado por si no llegaba bien, porque no tenía el control de la temperatura ni sabía cómo se iba a comportar en el mar, pero al final llegó perfecto», comenta el bodeguero malagueño, que se muestra muy orgulloso de la hazaña. El vino tampoco tuvo la oportunidad de recibir aportes procedentes de las brisas marinas, como sí ocurría siglos atrás, pues iba dentro de un contenedor cerrado y forrado con aislantes. «En la siguiente aventura estaría bien llevarlo en un velero a ver cómo se comporta, pero es muy difícil por las aduanas».
Actualmente, el «Vermut de Málaga» aparece en la carta (a un precio de cinco dólares la copa si es solo, y diez como cóctel, en Supergeil, un restaurante de fusión de moda en la ciudad de Detroit, cuya carta se inspira en muchos productos europeos, especialmente alemanes y turcos, y con toques mediterráneos. En el establecimiento también se muestran los barriles, dispuestos tal y como el empresario los vio en la Casa de Guardia de Málaga. La idea es que las botas se puedan rellenar con vino a granel y McCall pueda criarlo allí, explica Garijo.
La operación se hizo a través de la importadora especializada Eagle Eye Imports, que compró un total de 3.000 litros a granel del citado vermú, así como de pajarete y de seco trasañejo. Las dos últimas variedades se han distribuido por distintas tiendas del estado de Michigan. Ahora, están a la espera de un próximo encargo, y advierte de que este tipo de operaciones deben hacerse de la mano de importadores especializados de Estados Unidos para no tener problemas con la documentación.
Cifras «históricas» de ventas
El empresario reconoce que a los turistas les encanta cuando lo prueban, y a su juicio la clave es que no se le añade azúcar ni alcohol: «Es como si te llevaras un trozo de Málaga, se vende mejor que los vinos tradicionales». Garijo asegura que Casa de Guardia lleva más de 100 años sirviendo esta bebida en la taberna y fueron los primeros en embotellarlo en Málaga. «Hoy por hoy se vende tanto o más que el pajarete, es un proyecto estrella porque es un vino que acepta cualquier paladar, es muy fácil de beber».
La taberna Antigua Casa de Guardia está registrando «cifras históricas», según reconoce Cayetano Garijo. «Málaga está a tope de turismo y las ventas en la bodega desde finales de 2021 son superiores a las de antes de la pandemia. En cambio, otra de sus principales líneas de negocio, el enoturismo, sigue sin remontar por la falta de actividad de congresos.
«Los vinos de Málaga gustan, los turistas cada vez más quieren conocer los productos locales, y la Casa de Guardia en particular, hay muchas ganas de vivir la vida». Además, la guerra en Ucrania por ahora no está afectando a la llegada de visitantes internacionales.
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