La tumba de Pedro de Mena
Los restos del escultor tuvieron que esperar 120 años para llegar al emplazamiento especificado en sus últimas voluntades
«Cuando se trata de tumbas, todo es irracional. Llevamos flores a nadie, arrancamos los hierbajos para nadie y aquel por quien vamos no sabe ... que estamos allí. Sin embargo, lo hacemos», escribió Cees Nooteboom en 'Tumbas de poetas y pensadores'. Acudimos a los cementerios con el fin de aferrarnos a la memoria de los difuntos, y todo cementerio que se precie identifica el lugar en el que yacen los más ilustres de entre ellos.
Lo cual es especialmente cierto en lo que a los grandes creadores se refiere, y no hay que olvidar que las iglesias fueron lugar de reposo antes que los cementerios. Sin embargo, los restos del escultor Pedro de Mena –de cuya casa-taller nos ocupamos aquí recientemente- tuvieron que esperar 120 años para llegar al emplazamiento especificado en sus últimas voluntades: no fue hasta 1996 en que fueron enterrados en la abadía de santa Ana del Císter.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión