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Salud mental en niños y adolescentes: hasta dónde les afecta el encierro

Salud mental en niños y adolescentes: hasta dónde les afecta el encierro

La gestión que se haga en familia sobre esta situación excepcional, el tipo de información que reciben y, sobre todo, la duración del encierro, son claves para evitar cuadros posteriores de estrés postraumático

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Sábado, 28 de marzo 2020, 02:21

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Mucho se ha hablado en estos días de las recomendaciones de expertos para hacer más llevadero el estado de confinamiento que ya alcanza las dos semanas. Los consejos de los psicólogos para gestionar esta situación inédita están centrados, sobre todo, en los sectores más vulnerables de la población como son niños y adolescentes, cuyas herramientas para afrontar el aislamiento distan mucho de las que tienen los adultos. En este escenario, y con quince días más de cuarentena en el horizonte como mínimo, las preguntas son inevitables y entran de lleno en el campo de la psiquiatría. ¿Hasta dónde les puede afectar esta circunstancia en su salud mental? ¿Existe un motivo real de preocupación sobre los efectos que pueda tener el confinamiento en su manera posterior de relacionarse? ¿Cuáles son los cuadros médicos que pueden presentarse una vez que esto pase?

El doctor Juan Aguilar, médico psiquiatra y jefe de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital Regional (antiguo Carlos Haya), dibuja el escenario de partida para comenzar a elaborar su diagnóstico: «En principio sí podríamos decir que habrá una mayor afectación desde el punto de vista de la salud mental, pero no tanto por el confinamiento en sí, sino por el tipo de situaciones que algunas familias van a tener que afrontar«. Entre ellas, el especialista señala la pérdida repentina a causa del coronavirus de familiares cercanos o de vecinos en el entorno del menor, una prueba de fuego que coloca del lado de esas familias la responsabilidad de gestionar de una manera saludable y eficaz esos miedos y preguntas que van a surgir en el menor.

La seguridad que dan los padres

Por supuesto que ese tipo de situaciones extremas pondrán a prueba la capacidad de los padres a la hora de elaborar sus respuestas, pero también tendrán que hacerlo el resto de las familias no directamente golpeadas pero sí encerradas, es decir, en todos los casos. Es ahí donde el doctor Aguilar contempla el panorama con cierto optimismo: «Hoy los niños pueden seguir estudiando gracias a las clases a distancia, mantienen el contacto con amigos a través de las redes sociales y conferencias virtuales y, sobre todo, disfrutan de un mayor contacto con los padres, que en estos momentos se convierten en un elemento fundamental de seguridad«. Aun así, el especialista también admite que los niños y adolescentes de hoy son, en general, »más débiles que antes y tienen menos herramientas para sobreponerse a estas situaciones, quizás por un efecto del estado del bienestar que no los prepara para sufrir«.

Para tratar de paliar estas contradicciones que representan el confortable 'colchón' social en el que viven pero a la vez la falta de entrenamiento para cultivar la resiliencia (la capacidad que tienen las personas de sobreponerse a circunstancias dramáticas), el especialista insiste en la necesidad de hacerles ver «que estar en casa es una forma de cuidado y de confort, pero sin dramatizar ni tampoco desdramatizar». Más allá de este necesario equilibrio, recomienda además que se les informe de la situación, «sin sobreexponerlos, sobre todo tratar de mantenerlos alejados de las 'fake news', que hacen un daño tremendo». Y añade: «En los momentos en los que estamos ahora, el confinamiento no representa un problema añadido, pero sí la gestión que hagamos de él«.

«Si esto se prolonga más allá del mes, los servicios de salud mental vamos a tener trabajo», confirma el doctor Aguilar

Los cuadros de estrés postraumático en niños pueden cursar con pesadillas, ansiedad o somatizaciones (dolor de cabeza o barriga). También pueden pensar que la calle es un lugar peligroso

Ahora bien, ¿qué peligro puede haber en la excesiva duración de este encierro, más allá de las cuatro semanas decretadas hasta el momento? El doctor Aguilar trata de huir de alarmismos, pero también aporta una visión realista de las cosas: «Si esto se prolonga en el tiempo más allá del mes, los servicios de salud mental vamos a tener trabajo«. De hecho, admite que su equipo ya se está preparando «para conocer mejor la situación y ver qué efectos puede tener en esta población». En ese ejercicio de anticipación, resulta muy valiosa la información científica que llega desde países como China, que parece haber superado el máximo rigor del aislamiento: «Allí se ha abordado muy bien el tema de la salud mental y han testado que, efectivamente, hay un repunte de cuadros relacionados con el estrés postraumático, sobre todo en adultos«.

En el caso de niños y adolescentes, el doctor Aguilar confirma que estos trastornos también pueden darse, y que pueden cursar con síntomas como ansiedad, pesadillas, somatizaciones (dolor de cabeza o de barriga), o verbalización de imágenes relacionadas con la pandemia que hayan visto en los medios de comunicación. E insiste en el límite del mes para avanzar a qué podemos enfrentarnos en el caso de los más pequeños: «Todo lo que supere este límite ya puede dejar más huella en ellos, porque el niño puede llegar a interiorizar que la calle es un lugar peligroso y desarrollar fobias. También pueden surgir sentimientos profundos de desesperanza, indefensión o desconfianza en los mayores«.

Ojo con los adolescentes

El panorama entre adolescentes es distinto, sobre todo cuando se habla de los efectos del confinamiento más allá del mes. «A partir de ahí pueden empezar a desafiar y a querer saltarse las normas, por eso es tan importante la estabilidad del entorno familiar y la duración del confinamiento«. A juicio del psiquiatra, este grupo de población puede reaccionar al estrés de dos maneras diferentes: o bien con el retraimiento (y cuadros vinculados a la depresión) o en el otro extremo con la transgresión, asociados en este caso a problemas de conducta. El doctor Aguilar ilustra este escenario con ejemplos concretos: «Imagina cómo van a estar cuando al fin salgan a la calle; el peligro está en que intenten recuperar ese tiempo perdido de golpe... Cuando vuelvan a salir en pandilla, cuando hagan botellón después de dos meses, eso puede ser terrible. Por no hablar del hecho de que para no pierdan el curso los padres vamos a tener que recordar que tienen que seguir estudiando, quizás más, después de la experiencia del encierro«.

Pero hay más: «No es una barbaridad pensar que en estas circunstancias puedan desarrollarse conductas adictivas. Ahora, en casa, muchos de ellos están empezando a engancharse a las nuevas tecnologías y las redes sociales porque los adultos tendemos a ser menos severos; pero ojo porque estro puede ser la puerta de entrada a otros abusos«. Con todos estas realidades fraguándose ahora entre las cuatro paredes de las casas, el psiquiatra no pone paños calientes en otra de sus conclusiones: «Esto va a ser un 'boom' a posteriori». Por eso también deja una petición final a las autoridades encargadas de gestionar el fin del encierro: «Esperemos que no se les ocurra parar de golpe; la incorporación a las rutinas exteriores tiene que hacerse de manera gradual«. Y no por una cuestión de salud pública, también (y sobre todo) por la que tiene que ver con la salud mental. La de todos.

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