Rosalía Rioja, la enfermera malagueña que nutría a los pacientes en el Hospital Clínico
«Si volviera a nacer volvería a ser enfermera», dice esta profesional del servicio de endocrinología y nutrición jubilada esta semana
Rosalía Rioja se hizo enfermera porque sentía la necesidad de cuidar a los demás. Durante 40 años ha estado en la sanidad pública junto a ... los pacientes, ayudándoles y ofreciéndoles aliento y apoyo. Es un trabajo que le ha aportado muchas satisfacciones y que siempre llevará consigo ahora que se acaba de jubilar como enfermera especializada en nutrición del Hospital Clínico Virgen de la Victoria. El miércoles fue su última jornada laboral. Anteayer, 29 de septiembre, cumplió 65 años y empezó para esta malagueña una nueva etapa. «Decidí ser enfermera porque me gusta cuidar, y me sigue gustando. Creo que no me he equivocado. El mío es un trabajo vocacional y profesional. Si volviera a nacer volvería a ser enfermera», asegura convencida de sus palabras.
Al echar la vista atrás, Rosalía Rioja recuerda sus comienzos en la profesión. Una vez acabada la carrera de Enfermería en Granada, empezó a ejercer en el Hospital Civil, en 1982, en el servicio de medicina interna. Respecto a por qué entró en el Civil a atender a pacientes de medicina interna explica que es una persona inquieta y que, como en medicina interna era donde más se trabajaba, quiso estar en ese servicio «a sudar la camiseta».
En sus primeros tiempos estuvo rotando por medicina interna y luego se quedó de enfermera referente fija en horario de mañana. «Al principio, todo nos parece poco y queremos hacer muchas cosas, porque es un trabajo que nos gusta y que nos hace sentirnos útiles cuidando a los pacientes», dice en una conversación mantenida con este periódico. Después de su estancia en el Civil, con la apertura del Hospital Clínico Virgen de la Victoria en 1989, Rosalía Rioja comenzó una nueva andadura profesional. Tras unos años en el servicio de medicina interna como enfermera referente, en 1995 se presentó para el cargo de supervisora de nutrición y logró el puesto. Durante unos años llevó de forma conjunta la supervisión de nutrición y del área de neurología. Se mantuvo en esa actividad hasta que se creó la unidad de gestión clínica de endocrinología y nutrición, dirigida por el médico Francisco Tinahones. A raíz de ello, dejó la supervisión y empezó como enfermera de nutrición.
«El trabajo se me olvidará y no lo echaré de menos, pero a mis compañeros y sí los extrañaré, porque son como de mi familia»
En la unidad ha trabajado directamente con el responsable del área de nutrición, el doctor José Manuel García Almeida. Juntos han llevado a cabo una gran labor para evitar que los enfermos estén desnutridos. «Hemos luchado para conseguir que los pacientes estén nutridos, porque si no lo están, no se van a curar y surgirán complicaciones», indica Rosalía Rioja. Y añade: «Desde que empecé con el doctor García Almeida hemos logrado muchas cosas. Así, fuimos pioneros en hacer los cribados nutricionales en el hospital; ahora estamos con la valoración morfofuncional, demostrando cómo la nutrición repercute sobre la musculatura y haciendo pruebas que evidencian que si no hay actividad celular el paciente no tiene pronóstico de vida».
El trato con los enfermos es lo que más la ha llenado profesionalmente. Cuando los atendía pensaba que ella era la que podía estar enferma y necesitar cuidados. A ese respecto, comenta que, aunque es muy gratificante recibir el reconocimiento y el agradecimiento de los pacientes, el trabajo de las enfermeras es complicado, sobre todo cuando la evolución de la dolencia que sufre una persona hospitalizada no es la que se desearía y hay que sondarla o alimentarla por barriga. «Cuando un enfermo rechaza que se le haga algo, hay que aceptarlo y esperar a que se convenza de que lo que le hemos propuesto es lo mejor para él», subraya esta enfermera recién jubilada en el Clínico.
«Ahora que he llegado a la meta tengo pensado hacer muchas cosas y seguir en la Asociación de Enfermeras de Nutrición»
Si el cuidado de los pacientes ha sido eje de su trabajo, el segundo aspecto que nunca olvidará y que llevará con ella es el de las relaciones con los compañeros del Clínico, con los que ha compartido incontables horas de labor y con los que ha afrontado los retos que hay que sacar adelante en un hospital. En los días previos a la jubilación, Rosalía Rioja ha necesitado el uso de un pañuelo más que nunca, porque no ha parado de llorar y de despedirse de gente a la que aprecia mucho, porque es como de su familia. Y es que los sanitarios viven tantas horas en el hospital como en sus casas. En ese sentido, dice: «El trabajo se me olvidará y no lo echaré de menos, pero a mis compañeros y sí los extrañaré. Las relaciones personales son muy importantes. El hospital no es un sitio al que llegues con la cabeza agachada, hagas el trabajo y te vayas, sino que es un lugar en el que nos necesitamos unos a otros. Las enfermeras nos necesitamos y nos lo demostramos cuando hace falta».
Como su profesión ha sido algo muy importante en su vida, Rosalía Rioja quizás habría seguido en activo en caso de haberle propuesto un trabajo de media jornada, porque «el hospital a cierta edad cansa mucho, es un sitio de muchísima tensión, en el que la demanda es continua. Estar siete horas, de lunes a viernes, es duro». Pero no le ha quedado otra opción que jubilarse, porque en enfermería no está contemplada la actividad de media jornada.
Pandemia del coronavirus
Los dos años y medio últimos del trabajo de Rosalía Rioja han estado marcados por la pandemia del coronavirus, periodo que, según manifiesta, ha supuesto «una situación extraña en la que había que estar con los pacientes más que nunca». Y recalca que no ha faltado ni un solo día al trabajo durante la crisis sanitaria provocada por el Covid. «En la etapa del confinamiento íbamos en el metro camino del hospital el maquinista y yo», recuerda con una sonrisa. Al preguntarle si ha tenido el coronavirus, responde que no lo ha pasado aún. «Y digo aún porque el virus sigue dando coletazos», indica.
Sobre lo qué hará a partir de ahora, responde que todavía no se cree que esté jubilada, pero sí tiene claro que va a seguir en la Asociación de Enfermeras de Nutrición y que quiere continuar con la docencia. «Ahora que he llegado a la meta tengo pensado hacer muchas cosas, llevar una vida más tranquila, sin madrugar, dedicándome a ir al gimnasio y hacer actividades que me gusten», explica.
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