La Asociación Arrabal-AID busca remedio para el desempleo
Se enfrenta en esta pandemia a un mercado laboral con poco movimiento, que afecta a ciudadanos como Marcos, Cristóbal o Yameli
Marcos y Cristóbal estaban en la misma situación: eran autónomos, pero la cuota les ahogaba cada mes de tal manera que lo que obtenían con ... su trabajo sólo les servía para pagar, y a veces ni eso.
Marcos, de 56 años, llevaba media vida trabajando en una gran empresa que se vio obligada a cerrar en 2018. Este malagueño con dos niños mellizos de 10 años no se quedó quieto esperando que un nuevo trabajo le cayera del cielo, optó por el empleo por cuenta propia y comenzó a desenvolverse como comercial. Cristóbal, de 37, tomó el negocio familiar en cuanto su padre se jubiló y siguió con su pescadería en el Mercado de Huelin hasta que la crisis del Covid le llevó al paro. Ambos, aunque en circunstancias vitales muy distintas, encontraron un respaldo en la Asociación Arrabal-AID, en el programa Más Empleo que la entidad coordina con la Fundación 'La Caixa'.
El primero de ellos, Marcos, afirma que en esta nueva crisis a la que estamos haciendo frente «la edad es el handicap» más acuciante, pero Rosario García, técnica del programa de la entidad, afirma que a la hora de buscar empleo los años no son sólo lo que determinan el sí o el no de una empresa. A la hora de optar a un nuevo trabajo es determinante la actualización, la formación continua y el aprendizaje de nuevas aptitudes: «Hay que ser competitivo en el mercado, porque estas personas mayores de 50 años ya tienen la experiencia, ahora tienen que reciclarse en otro sector y especializarse. Desde luego, si no eres el mejor en lo tuyo no llegarás lejos», apunta con determinación esta trabajadora de Arrabal, licenciada en psicología.
A pesar de su situación, Marcos no pierde la sonrisa ni desecha su optimismo: «Cuando mandas tu currículum y ven que eres de 1964 la oferta se queda en 'stand by'. Antes era delegado de la empresa en la que trabajaba en Andalucía Oriental, pero ahora mismo no aspiro a un cargo importante ni nada por el estilo. Sólo quiero trabajar y tener un suelo base... Lo suficiente para poder vivir», explica.
En casa, su mujer María se encuentra en una situación similar: en paro porque las perspectivas laborales que tenía antaño se redujeron cuando llegó la pandemia. Sin embargo, desde que ambos forman parte de la familia Arrabal notan un cambio notable en sus vidas: «Vemos mucho más movimiento y actitud de ayuda que en otros sitios. Ante estas situaciones ya hemos echado callos en la paciencia, sino habríamos caído en depresión o algo así», cuenta esperanzado.
Por su parte, Cristóbal hoy está de enhorabuena. Se incorpora a la cadena de supermercados Carrefour en la sección de pescadería, donde ya trabajó como extra en las semanas más ajetreadas de la Navidad. «Cuando estás de autónomo y ya no tienes más trabajo no tienes derecho a desempleo. Con este puesto veo una luz al final de un túnel de incertidumbre, porque termino mi jornada laboral y ya hasta el día siguiente. Si eres autónomo estás pensando en el trabajo las 24 horas del día, no descansas», resalta este joven. Lo cierto es que él no se cierra puertas y, además de seguir buscando empleo en su ámbito, decidió formarse durante el confinamiento como vigilante de seguridad y pronto ya podrá ejercer como tal.
Ante esto, Rosario García cuenta que es la mejor opción para poder encontrar un empleo pronto: «Ahora mismo la dificultad que tenemos los orientadores laborales es que el mercado está muy parado, por eso le pedimos a las personas que se especialicen. Hay que ser llamativo, porque somos muchos y eso es una gran parte a su favor. Hace falta tener algo que no tenga el resto porque si eres del montón las empresas no se van a fijar en ti», señala con contundencia.
Yameli, con raíces cubanas, corazón sueco y residencia en Málaga, lleva dos semanas en desempleo y es la primera vez que se ve en esta situación. Estudió Historia de la Economía y de las Religiones en Suecia, aunque pronto se trasladó a Italia. Cuando aterrizó en Málaga con su hija y su marido abrió un negoció de hostelería que al final terminó torciéndose. «En 2020 empecé a trabajar en una inmobiliaria ocupándome del sector nórdico porque sé hablar el idioma, pero ahora sin turistas las inmobiliarias lo tienen muy difícil», apunta.
Yameli, como Cristóbal, Marcos o María han visto que la pandemia le dio un vuelco a su situación: si antes era una odisea encontrar un trabajo digno, ahora las posibilidades disminuyen. La destrucción de empleo en los sectores más tradicionales en la provincia como el turismo, la hostelería y el comercio ha supuesto una baja considerable en las ofertas. Además, muchas de las empresas que siguen funcionando no tienen la posibilidad de realizar nuevas contrataciones al ver sumida a parte de su plantilla en ERTE.
Por consiguiente, entidades como Arrabal no desisten en su empeño para mantener motivadas a las personas: en aquellos ámbitos laborales en los que haya más movimiento, las formaciones son clave para realizar los saltos intersectoriales y mantener viva la esperanza de un futuro mejor en el que la edad no sea un obstáculo para nada.
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