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Las camareras de piso durante la concentración ayer en la Plaza de la Merced Félix Palacios

Las kellys siguen con su lucha por regular la carga de trabajo y las enfermedades laborales

En el aniversario del comienzo de su luchalas camareras de piso malagueñas se concentraron ayer para mejorar su situación

victoria bustamante

Málaga

Sábado, 25 de agosto 2018, 23:56

Han proclamado el 25 de agosto como el Día Nacional de las Kellys y ayer salieron a la calle en todas las ciudades españolas para luchar por sus derechos. Piden que se regule la carga de trabajo, que se reconozcan las enfermedades derivadas de su trabajo como laborales y la jubilación anticipada. Las camareras de piso malagueñas ya han ganado una batalla con el nuevo convenio que entraba en vigor el pasado jueves. Gracias a él los trabajadores de empresas externas se regirán por el acuerdo de la empresa principal, lo que mejora sus condiciones laborales. Pero ahí no termina la lucha de las Kellys que siguen peleando para mejorar su situación, saben que el turismo sin ellas no sería posible y claman que «si tocan a una nos tocan a todas».

Trinidad Jiménez, que lleva 25 años como camarera de piso y es la portavoz de Kellys Unión Málaga, aclaró que «esto no depende del convenio, sino del Gobierno y pedimos una propuesta de ley que apoyen todos los partidos y que recoja los puntos que solicitamos». Relató que además para negociar las enfermedades laborales deberán sentarse a negociar la patronal, sindicatos y Gobierno. Para regular la carga de trabajo y con ello el número de habitaciones que hacer en su jornada necesitan de estudios ergonómicos en cada hotel, que tenga en cuenta las características de cada alojamiento.

A gritos de «viva la lucha de las Kellys», se mantienen unidas, aunque todas manifiestan cansancio. «No puedo más», suspiraba ayer Ana que tiene casi 60 años y lleva trabajando desde los 15. «Esto ha cambiado mucho, antes solo hacíamos las habitaciones, cuando empecé hacía muchas menos y eran más sencillas, menos muebles y camas menos pesadas, todo eso es menos carga laboral», relata a SUR. Cuenta que tantos años de camarera de piso le han pasado factura y tiene problemas de fibromialgia, túnel carpiano y microrrotura en el manguito rotatorio.

Mucho miedo

En la mayoría de los casos, las kellys forman parte de familias monoparentales o el único sueldo que entra en casa es el suyo, como es el caso de Inma, que tiene dos hijos estudiando y un marido en paro. Trabaja para una empresa externa en un hotel en la capital y contaba que sus compañeras no asistieron porque tienen mucho miedo de que tomen represalias. «Podemos ir a la calle simplemente por estar en las reuniones», contaba. «Te mandan una sanción grave que se inventan, como que un cliente se ha quejado y a la próxima vas a la calle. No son reales, se recurren y se ganan, pero es un modo de amenazar», explica.

En cuanto al convenio, Inma revela que aún no han recibido noticias y que a quienes ya han reclamado les dicen que si tienen que meterles por convenio la empresa dejaría de trabajar para el hotel, una amenaza ante las que muchas se quedan paralizadas. Por ello, luchan contra la externalización, para tener una menor carga de trabajo y para que se tengan en cuenta las características de las habitaciones porque, como cuentan, entran corriendo a las 8 de la mañana y salen corriendo a las 3 de la tarde. Yeso se termina notando en el resultado.

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