Bertín Osborne presenta a su hijo David: «No quiero que sea un niño escondido»

Una idílica estampa paternofilial con la que poner fin a la incómoda situación mediática en la que se involucraron Bertín, octavo conde de Donadío de Casasola, y Gabriela desde que se filtrase el embarazo. «Ejercer de padre es complicado a estas alturas de mi vida, pero el niño no tiene culpa de nada. No tiene culpa de los errores de los padres», reconoce el artista, que posa por primera vez con David, nacido hace año y medio de su breve relación con la empresaria, que también aparece en el reportaje, pero no hay ninguna imagen de los tres juntos para evitar, dicen los protagonistas, confusiones.

Respecto a «Gabi», como se refiere a la madre del pequeño, solo tiene buenas palabras: «Es una mujer estupenda, discreta, trabajadora, responsable. Cuando las cosas no salen bien y se acaban, pues se acaban». «Una señora» a la que no se sabe si le hará mucha gracia que Bertín insista en que «nunca quiso ser padre otra vez» y que lo asuma con resignación: «Así son las cosas. Ahora ayudaré a que el niño tenga sus estudios estupendos y que viva lo mejor que pueda».

«Para mí, por un lado, ejercer de padre es complicado a estas alturas de mi vida», afirma de su paternidad a los 70, pero, por otro, disfruta de los momentos junto al pequeño, que tiene su misma sonrisa y ya dice «papá». «Con el niño estoy encantado. Estoy muy contento de conocerlo, de compartir con él momentos. El niño es una monada, cariñosísimo, un amor», se deshace en halagos hacia el pequeño de sus vástagos, de quien dice que quiere «conocerlo, que me conozca, estar y que sepa quién es su padre», razón por la que pidió a Gabriela que arreglasen sus «líos».

«Pero esto —añade Bertín— no es un pastelón de telenovela. No lo es. Yo tengo mi vida y Gabriela, la suya. Y ahora mismo no tengo pareja ni intención de tenerla. Estoy encantado de estar solo, de hacer mi vida, trabajar lo que me apetezca y las horas que quiera, sin dar explicaciones a nadie».

Vidas separadas, pero en armonía por el bien del pequeño, que es la prioridad absoluta de Gabriela. «Quiero que mi hijo sea lo más feliz posible y que tenga una normalidad. Que, independientemente de que sus padres no estén juntos, él sienta el amor de los dos». Algo de lo que Guillén no pudo disfrutar en su infancia. «Tener un padre es muy necesario. Yo no lo tuve —confiesa—. Por eso, no le quiero privar a mi hijo de ese derecho, porque él sí lo tiene. Yo sé lo que es, lo sé en mi piel».

Esa es la razón que ha llevado a Gabriela a hacer borrón y cuenta nueva con Bertín, al que ya echó en cara que le tirase «a la boca de los leones». «Lo que ocurrió en su momento no me gustó. Bertín lo sabe. Sobre todo, teniendo en cuenta que hay un niño que, el día de mañana, lo va a ver y lo va a saber y para el que yo quiero lo mejor y evitarle todo lo malo que le pueda afectar», se ha sincerado sobre una etapa muy dura. «He estado realmente sola. Sin amigos. Porque hubo «supuestos amigos» que solo eran «interesados», que me han traicionado».

Aunque lo peor para ella fue la reacción inicial de Bertín de desentenderse del pequeño, lo que hizo correr ríos de tinta por sus palabras poco afortunadas al respecto y la solicitud de una prueba de paternidad que puso en entredicho a Guillén. «Yo conocí a un Bertín y luego apareció otro que… no reconocía, porque no era el hombre de quien yo me había enamorado. O que quizá yo había idealizado. Estábamos muy bien juntos, porque Bertín es una persona supercariñosa… Pero, de repente, vino un tsunami. De la noche a la mañana. Y a mí me sacudió en todos los sentidos… Pero, aun así, he hecho frente y me he hecho cargo de lo que me tocaba», enfatiza con un dardo al padre de su único hijo.