Juani Paniagua, el joven paleño que murió ahogado cuando intentaba salvar a una niña
Era dependiente en unos almacenes y se lanzó al mar para socorrer a una menor cuya vida salvó: «Ojalá hubiera más gente como él»
El día transcurría como cualquier otro. Era 9 de julio de 1981 y Juan José Andreu Paniagua, de 28 años, originario de El Palo (donde ... aún se le guarda tremendo cariño), seguía su rutina veraniega: salía de trabajar de Almacenes Gómez Raggio y, en vez de poner rumbo a Jardín de Málaga, donde vivía con su mujer Ángela Ortiz (embarazada de su primer hijo), se dirigía a calle Santarén, hogar de su abuela y donde pasaban los veranos. Para esta ocasión Andreu no trajo ropa de baño y, puesto que le apetecía un chapuzón antes del almuerzo, cogió prestada una camisa y un bañador de su padre.
Ya en la arena, mientras leía un libro para sacarse el carné de conducir, se percató de que una niña pequeña, fruto de la resaca y las olas de aquel día, se estaba ahogando. Tanto él como el padre de la niña, un joyero cordobés que veraneaba en la zona, se lanzaron al agua sin dudarlo un segundo. Paniagua lo hizo hasta con los zapatos puestos. El paleño, conocido por ser un buen nadador, consiguió salvar a la niña. Sin embargo, el padre de esta era quien se encontraba en apuros ahora. Andreu no vaciló y acudió a su rescate. A pesar de sus intentos por salvar la vida de ambos, las implacables aguas de aquel día terminaron por ahogar a ambos, dejando una niña huérfana y un hijo póstumo.
Hoy recordamos la historia, como ya se hizo en julio de 2019 con una placa conmemorativa en El Palo, de un héroe que dio su vida por salvar la de los demás. Porque hay personas y actos que no deben caer en el olvido.
El 1 de diciembre de 1952 Salvador Andreu y Lola Paniagua traían al mundo a Juan José Andreu Paniagua, el primero de un total de seis hijos e hijas. Los padres de Juan José regentaban un local de ultramarinos en calle Montiel, en la barriada paleña. En el mismo local, en la trastienda, hacía vida la familia. La fama del local y la apertura del mercado de El Palo llevan la tienda de ultramarinos a la lonja y la familia se muda a la calle Santarén. Con el traslado del local y el aumento de la demanda el pequeño Juan José comienza a echar una mano por las tardes mientras continúa sus estudios en el Colegio del Sagrado Corazón, en calle Martínez. Llegado a la adolescencia ingresa en el colegio jesuita de la Sagrada Familia ICET para comenzar estudios profesionales, realizando unas prácticas en el famoso hotel Málaga Palacio. Aunque sin ningún género de dudas, la vida profesional de Paniagua estuvo ligada a los almacenes Gómez Raggio, donde entró poco después de terminar sus prácticas en el hotel y lugar en el que permaneció hasta el cierre del negocio.
El joven paleño, que en un principio entró como dependiente en los almacenes (muy famosos por aquel entonces en el barrio), comenzó a ejercer de modelo también gracias a su altura. A los veintiséis años, Paniagua (Pani para los amigos) se casó con Ángela Ortiz en la iglesia de las Angustias, la misma en la que apenas unos años más tarde se celebraría su despedida, abarrotando la iglesia como nunca antes lo había estado.
Para Juan José Andreu Paniagua no hay una mala palabra en el barrio. Familiares, amigos, profesores y conocidos, todos lo definen como un hombre alegre, inocente, confiado y familiar. «Si tuviéramos alrededor a más personas como mi hermano, el mundo iría mejor», sentenciaba Lola, una de sus hermanas, durante la inauguración de la placa conmemorativa a su hermano, junto a El Tintero.
Apenas dos años después de su boda y con un niño en camino, llegó la catástrofe y la salvación. Porque la tarde del 9 de julio de 1981, Juan José Andreu Paniagua perdió la vida, pero a cambio se la devolvió a una pequeña. Un héroe de carne y hueso que entregó su aliento porque otros pudieran volver a respirar. Un gesto heroico con un trágico final que ha calado tan profundo en la piedra y la arena de este barrio que ya forma parte de su piel.
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