Las entrañas de la Navidad, al descubierto en el patio de Banderas del Ayuntamiento de Málaga
Si el año pasado, el Nacimiento de Fernando Wilson y el equipo de Fiestas estaba destruido a cuenta de la guerra de Palestina, en 2025 toca incorporar albañiles para la reconstrucción tras la debacle
Se van pasando los años, uno tras otro, y siempre queda pensar que a la vuelta del siguiente noviembre, el técnico de Fiestas Fernando Wilson ... se puede haber jubilado. El Ayuntamiento es un sitio poco común, el edificio tiene un encanto especial (lo que se ve, porque las entreplantas son de 'Cuéntame', igual de casposas), el salón de los Espejos es majestuoso, la escalinata principal interior con esas vidrieras de la reina Isabel la Católica en su entrada triunfal a Málaga, realizadas por la famosa casa Maumejean, de París, los frescos del salón de plenos, tantas y tantas buenas obras...pero cuando llega la Navidad o acercándose las fechas, en este mundo globalizado en el que se salta de los esqueletos de Halloween a las estrellas y los pinos iluminados, lo más interesante, entre tanto cuarto y mitad de política municipal, es que Wilson y su equipo de Fiestas vuelven a casa por Navidad.
Es inevitable ir asomándose cada día al patio de Banderas desde los ventanales de la primera planta y comprobar cómo va avanzando la obra, desde las mismas entrañas, entre maderas, y bañeras que alojan el agua, hasta acabar siendo puede que el mejor belén monumental de la ciudad.
Wilson, que es de esas personas que siempre tiene en su cara una sonrisa, no deja atrás a su equipo. Daniel Robles, artista y presidente de la Asociación de Ceramistas de Málaga; Romeo de Jesús González, y los operarios belenistas Antonio López y Carlos Rodríguez, el electricista Juani López y el fontanero Jesús Agüera. Tras el recuento, se mete en cintura. Wilson, ¿acabas con Egipto? «Egipto es siempre el final», que contesta ceremonioso.
«Tres meses de mi vida lo dedico al Belén; me supone un esfuerzo tremendo, pero también una gratificación extraordinaria», subraya
Si en la Navidad pasada, 2024, el Belén estaba derruido, con zonas destruidas como si fuese una alegoría de la guerra de Palestina, este año Wilson se ha propuesto reconstruir a pequeña escala, cada uno lo que pueda, aportando su granito de arena, y para ello incluirá a unos albañiles, que empiecen con la ardua tarea. «Es sólo una forma de ayudar después del caos, de la nada», explica mientras repasa las escenas de un Nacimiento, que cada año dibuja en su cabeza y que traslada a un papelillo, que da vueltas por el patio de Banderas. A la antigua usanza.
«Tres meses de mi vida lo dedico al Belén; me supone un esfuerzo tremendo, pero también una gratificación extraordinaria», subraya mientras se encarama con Daniel Robles para pertrechar una cascada monumental, la que luego, a buen seguro, señalarán los escolares cuando pasen en esas colas interminables que llenan de vida las mañanas de la Casona. Gracias a Wilson.
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