Emasa implanta un sistema que alertará si no hay consumo de personas que viven solas
La herramienta analizará los datos de lectura de los contadores para detectar en tiempo real cualquier avería, fuga o fraude en el suministro doméstico
La Empresa Municipal de Aguas (Emasa) va un paso más allá en su objetivo de sacarle el máximo partido a la tecnología para detectar ... en tiempo real cualquier incidencia que se produzca en el servicio domiciliario, ya sea una fuga o un fraude, e incluso alertar si no hay consumo durante un periodo excesivo de tiempo en una casa donde vive una persona sola. Para poder ofrecer esta herramienta que permita velar por los mayores o personas con problemas de movilidad aún habrá que esperar ya que necesitará la colaboración de los Servicios Sociales para indicar los titulares a los que se les podría monitorizar el contador y, además, disponer de la autorización del titular para que en caso de que en un domicilio lleven más tiempo de lo habitual sin abrir el grifo o tirar de la cisterna se pueda avisar a algún familiar para comprobar si le ha ocurrido algo.
Ésta será una de las funcionalidades más destacadas del sistema de cálculo de sospechas que va a implantar Emasa, aunque no la única. Consistirá en el análisis de toda la información obtenida de los contadores y su comparación con unos valores de referencia de forma que cuando los datos de consumo se salgan de lo considerado normal en ese usuario automáticamente se emita una alerta tanto a la entidad como al propio cliente, siempre que éste se dé de alta. ¿Con qué tipo de incidencias saltará? Desde el citado aviso cuando no hay consumo en viviendas con personas con necesidades asistenciales hasta una avería del propio contador, pasando por un ajuste del caudal suministrado, la aparición de alguna fuga o la detección de cualquier tipo de fraude, ya sea la manipulación del contador o engancharse a la red sin contrato, o en caso de restricciones por escasez de agua, el uso no autorizado para piscinas o riego.
En cifras
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232.500 clientes tiene registrados Emasa en la capital. De ellos, 163.000 puntos de suministro cuentan ya con contadores inteligentes (73% del total). De entre estos dispositivos más avanzados, hay 55.000 electrónicos que envían datos de consumo en tiempo real.
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96.800 euros es el presupuesto máximo del contrato licitado por Emasa para instalar el sistema de cálculo de sospechas, que está cofinanciado con fondos europeos a través del Programa Operativo de Crecimiento Sostenible 2014-2020.
Para evitar falsas sospechas o un aluvión de casos, el propio sistema analizará las tendencias para avisar sólo cuándo esas variaciones en el consumo se mantengan durante cierto tiempo e incluso tendrá en cuenta el calendario para discriminar la creación de alertas dependiendo de la época del año toda vez que el uso del grifo puede cambiar no sólo entre verano o invierno, sino también en periodos festivos, fines de semana o en vacaciones. O en el caso de negocios, cuando esté cerrado.
Lo que hará este motor de cálculo de sospechas es analizar de forma automática toda la información recopilada de los contadores que queda almacenada en una base de datos para, a partir de ahí, procesarla mediante una serie de cálculos y compararla con los valores de referencia.
Las fugas son las incidencias más comunes en los hogares y, además, las más difíciles de detectar por el cliente
En cuanto se instale (el proceso de adquisición está pendiente de evaluación de las cinco ofertas presentadas para hacerse con el contrato valorado en 96.800 euros), el sistema será válido para todos los clientes, aunque la información será más precisa y el tiempo de respuesta menor en función del tipo de contador, especialmente entre los 55.000 electrónicos que ofrecen la posibilidad de una lectura remota. En un segundo escalón se situarían los 108.000 inteligentes que, gracias a un 'software' instalado el pasado junio, el proceso de lectura se ha agilizado al poder realizarlo los operarios desde sus teléfonos móviles o 'tablets' con la finalidad de emitir sospechas sobre distintas anomalías, aunque la de posible fuga es la funcionalidad que está más desarrollada.
Incidencias
No en vano, se trata de la avería más común en los domicilios y, a la vez, las más difícil de detectar por el cliente ya que se deben mayoritariamente al deterioro de las tuberías interiores. Según informan desde Emasa, la mayoría de usuarios sólo se percatan de estas roturas cuando el aumento del volumen de agua se refleja en la factura, de ahí que el objetivo de la entidad sea detectar estas incidencias en tiempo real para avisar al cliente en el menor tiempo posible (por regla general el usuario tarda menos de diez días en solucionarlo desde que es informado de la fuga) no sólo para ahorrarle un gasto, sino también para evitar el desperdicio de agua. Una vez implantado este programa, el siguiente paso consistirá en cribar en qué casos se avisará al cliente para no 'bombardearle' con alertas y también configurar cómo se les notificará (SMS, correo electrónico, por vía telefónica o a través de la 'app' municipal Yo Gestiono mi Agua).
Una quinta parte del agua suministrada se pierde por fugas o enganches ilegales
El motor de cálculo de sospechas que implantará Emasa se suma a una serie de herramientas y sistemas que la empresa municipal de aguas está incorporando en los últimos años para reducir las fugas tanto en la red pública como en las canalizaciones privadas que llegan hasta el grifo. No en vano, a diario se pierde una quinta parte de los 115 millones de litros que la entidad distribuye por los 1.880 kilómetros de canalizaciones.
Tras la sectorización de toda la red de abastecimiento y la instalación de 150 caudalímetros que permiten comparar el agua procedente de la tubería principal con la que llega a los domicilios, la entidad pública colocó hace un año una decena de puntos de medición para controlar en tiempo real si todos los litros que salen de la estación potabilizadora de El Atabal llegan a los distintos sistemas de reparto y depósitos que suministran a la ciudad. Con una inversión de 82.600 euros, estos caudalímetros ultrasónicos permiten monitorizar los flujos de la red de distribución en alta (la que llega a los depósitos) y detectar de forma más rápida posibles escapes, ya sean a causa de una avería puntual, por el mal estado de las tuberías o por enganches ilegales.
Más compleja, por el coste económico que conlleva, es la ejecución del plan de actuaciones para terminar de sustituir todas las canalizaciones de fibrocemento (quedan más de 700 kilómetros) tanto por su obsolescencia que las hace proclives a roturas como porque contienen amianto. El objetivo está claro, aunque el problema está en cómo financiarlo. La inversión para cambiar estas tuberías se ha cifrado en 29,6 millones, una partida que figura en el paquete de actuaciones que en 2017 presentó la empresa para renovar la red de abastecimiento y saneamiento, evitar inundaciones y aprovechar el agua reciclada para el riego con un presupuesto total de 130 millones. En principio, la idea del equipo de gobierno era que los ciudadanos asumieran esta inversión con una subida en el recibo del agua, pero fue tumbada por toda la oposición. Así que, de momento, la única alternativa es acometerlas gradualmente conforme haya recursos.
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