Cumpleaños de tradición
El Real Club Mediterráneo celebró anoche su 40 aniversario del Máster Juan Díaz de frontón en la pérgola de la Malagueta
Anoche en la pérgola del Real Club Mediterráneo olía a mar, biznaga y alegría, el mix perfecto que conjugaron sus socios para celebrar que el Máster Juan Díaz de frontón es este año, por fin, una realidad. Este evento de competición, que se lleva sucediendo desde 1981 y que cita a la sociedad malagueña, es la ocasión perfecta para reunir deporte y familia, para convivir con el juego como baza y soporte y así despedir el verano como se merece. Aunque 2020 no le dio tregua a estos apasionados del deporte, este año han retomado su tradición tras la Feria de Málaga y anoche celebraron la victoria de los ganadores en la final matutina con las olas de la Malagueta como banda sonora.
Adaptándose a los tiempos y con todas las medidas necesarias este torneo ha reunido desde niños hasta veteranos fundadores, consiguiendo que el frontón sea el nexo intergeneracional que se premia con un trofeo en forma de pala dorada para las 15 parejas participantes.
Los ganadores en el torneo de la mañana, a las 15.00 horas, Félix Ruiz del Portal y Álvaro Abad, se enfrentaron a Santiago Souvirón y a Carlos Ruiz del Portal y portaban al caer la noche en la solapa de su chaqueta con orgullo ese pin dorado que lleva también la pala ganadora.
Para más inri, su madrina de este año, Teresa Díaz, les acompañó en ese reconocimiento para afianzar la unión de todos los miembros del Club y conseguir así que siga creciendo. Por otro lado, sus patrocinadores, Gross Dentista, Bumpers, Pebar, Cocom Media, Andres Olivare, Jiménez y Davo Abogados, Medical Service, Esca Catering y Engel and Völkers, también han estado muy presentes en este acontecimiento poniendo ese apoyo para que estas semanas sociales y deportivas sigan adelante como antaño, sin que pierdan ese encanto de los comienzos aunque con la pizca de actualidad necesaria. Como guinda perfecta para el pastel, a la entrada del evento, José María Amaya repartía biznagas a todas las mujeres que se acercaban a la entrega de premios y posterior cena en un entorno idílico bajo pequeñas luces tintineantes.
Esta competición, que tuvo su origen en los ochenta como una forma muy entretenida y lúdica para fomentar la convivencia entre los miembros del Club, continúa su estela con una sonrisa de orgullo y con la tradición por bandera.
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