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El pasado 28 de mayo se cumplían los 30 años de las elecciones municipales de 1995. El PP, de la mano de Celia Villalobos, llegó ... a la Alcaldía de la ciudad en minoría frente al PSOE e IU. Pero no sería hasta junio, el 17, cuando la política ya retirada, condecorada con la medalla de la Ciudad y el título de hija predilecta, tomara posesión en un Ayuntamiento de Málaga en el que nadie sabía quién iba a acabar gobernando.
Estos días lo contaba risueño el que fuera concejal de Deportes en el primer mandato popular, Paco Lucena, quien recordaba cómo hacían una porra los populares para ver si el socialista Eduardo Martín Toval al final apoyaría a Antonio Romero para ser alcalde, o iba ser agraciada, en minoría, Celia Villalobos, como al final fue. Las cuitas entre los socialistas y los comunistas en aquella época, a cuenta de que Antonio Romero había sido el azote de Felipe González en el Congreso de los Diputados con el caso GAL pasó factura a Izquierda Unida, que nunca se vio en una igual, con nueve concejales electos. Mientras que el PSOE, tras la marcha de Pedro Aparicio, nunca se vio en otra peor, con tan sólo siete concejales.
La efeméride es redonda. Treinta años lleva el PP tiñendo de azul el Ayuntamiento de Málaga. Paco Lucena cuenta risueño, entre muchas anécdotas, que cuando Celia tomó posesión entró con los demás concejales en un salón del Ayuntamiento, que por su descripción podría ser el salón azul (justo el que está a continuación del salón de los Espejos, donde se celebran actualmente las juntas de gobierno local), y que les preguntó ufana: ¿Y ahora qué hacemos? Se miraron todos, y muchos pensarían el nuevo reto que tenían entre manos. El de montar un equipo de gobierno para el Ayuntamiento de Málaga de arriba a abajo. Se ve que le dijeron algo así como 'lo que tú digas, Celia, tienes que repartir las concejalías'.
Y eso es lo que hizo Villalobos, que estos días recuerda cómo se encontró el Ayuntamiento en una «absoluta bancarrota» y que se fue a esperar al entonces ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, a la puerta del hotel Hilton de Estrasburgo, para forzar el cara a cara y decirle. «Llevo intentando hablar contigo desde hace tres meses. Voy a declarar la quiebra del Ayuntamiento de Málaga». Cuenta que Solbes se llevó las manos a la cabeza por la mala imagen que podía darle eso al país en la UE, y la semana siguiente, el presidente del Banco de Crédito Local la llamaba para refinanciar la deuda, «algo que hizo a las mil maravillas el mejor concejal de Economía del Ayuntamiento de Málaga, Gonzalo Gutiérrez de Pablo», como reseña.
Fue alcaldesa de Málaga cinco años, hasta abril de 2000, cuando el presidente José María Aznar la llamó para que se convirtiera ministra de Sanidad. El fin de semana pasado, su partido recordaba la efeméride, que ella también celebraba en la convención «gracias a que Patricia Navarro me ha vuelto a dar mi sitio en el partido, estoy muy agradecida a ella, es una gran mujer», que dice para que la oigan los que la apartaron. En un momento del encuentro en el que estaban en el escenario el presidente de la Junta, Juanma Moreno, la citada Navarro, Villalobos y De la Torre, se giró y le dijo al regidor: «Está muy claro que yo no me equivoqué», como explica: «Acerté con él; y lo que le queda...», que dice riéndose.
Cuando se le pregunta si De la Torre se jubilará algún día, Villalobos contesta como una leona al envite: «Oye, ya está bien de decirle a la gente cuándo tiene que dejar de trabajar. De la Torre es tan pesado como hace 25 años, tan insistente (risas), así que todavía le queda», reitera. Con esta respuesta, da cuenta de cuando a ella la 'jubiló' el partido «por la puerta de atrás». Pero esa es otra época y ahora vuelve a estar feliz de la mano de Navarro.
De su etapa en el Ayuntamiento no para de contar anécdotas. Para ella fue «una experiencia acojonante...bueno pon impresionante», que dice riéndose.
«Yo sacaba presupuestos por unanimidad, con los votos del PSOE e IU; nosotros hicimos un ayuntamiento muy especial». Qué tiempos aquellos en los que los políticos no estaban tan maleados como ahora. Sacar presupuestos por unanimidad en la época actual es una utopía. Impensable.
Villalobos siempre ha recordado con afecto a Martín Toval. «Me hice muy amiga suya. Cuando me vine a Málaga llamé a Rodrigo Rato y le pregunté por él. Me dijo que era un hueso duro de roer, pero que lo que pactara conmigo lo cumpliría, que era leal. Nos teníamos que ver en casa de amigos. ¿A ver cómo explicábamos que nos habíamos hecho amigos?», contaba.
También recuerda a Antonio Romero, que falleció en noviembre del año pasado. «Era muy buena gente, pero se tiró todo el mandato con aquello de lo del alcalde moral de Málaga. Un día le regalé un boli BIC y le dije: 'Anda, con él puedes firmar tus propios decretos'. Pero era muy buena persona, tenía muy buena relación con él, al igual que siempre he tenido muy buena relación con la gente de IU».
El actual presidente de la Junta, Juanma Moreno, se estrenaba en 1995 como concejal de Villalobos. «Siendo concejal conmigo, fue presidente de Nuevas Generaciones. Es un hombre tranquilo, que demuestra que la política no va de inventos con gaseosa», explica la política ya retirada, reconvertida en instagramer y con un importante background como tertuliana.
Como dijo en una entrevista que publicó este periódico cuando le dieron la medalla de la Ciudad y que en esta jornada recuerda: «Nunca me arrepentí lo suficiente de dejar de ser alcaldesa, pero si no hoy no tendríamos a Paco».
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