Prison Chef
Quince reclusos en segundo grado consiguen un empleo en hostelería gracias a un curso de formación de Arrabal y La Caixa
Juan Soto
Viernes, 12 de diciembre 2014, 00:42
Nunca habían pensado en dedicarse a la hostelería. Ni siquiera eran aficionados a los numerosos programas de cocina que ahora llenan las cadenas de televisión. ... Pero tras los fogones han encontrado la libertad. Quince reclusos en segundo grado de la prisión de Alhaurín de la Torre han logrado empleo gracias a un curso de formación organizado por la asociación Arrabal y la Fundación La Caixa.
Jesús Anaya es uno de ellos. Se acercó por primera vez a una cocina dentro de prisión y sólo por una imperiosa necesidad. Al entrar en la cárcel para cumplir una condena de once años se apuntó a la cocina para tratar de ganar algo de dinero y le surgió la oportunidad de formar parte de este proyecto. «Me eligieron por buen comportamiento y es la mejor decisión que he tomado nunca, porque la cárcel es el peor castigo que existe, te mata psicológicamente», confiesa.
Tras realizar un curso de 320 horas dentro de la prisión tuvo la oportunidad de realizar prácticas en el hotel Sunset Beach de Benalmádena, del que sólo guarda recuerdos positivos. «No es un trabajo sencillo, porque hay que valer para atender al público, pero ha valido la pena», explica instantes después de recoger un diploma que le va a abrir muchas puertas. «Ahora tendremos muchas más posibilidades de insertarnos en la sociedad», resume.
En esta segunda edición del programa In&Out han participado 17 jóvenes, de los que 15 han encontrado empleo y diez son de larga duración. En palabras de Pedro Martínez, director del Centro de Inserción Social Evaristo Martín Nieto, con programas de este tipo «se puede presumir de que la inserción es posible». En esta iniciativa han colaborado tanto el hotel de Benalmádena como la cadena Vincci y la tapería Abreboca de la capital.
Para José Miguel Morales, otro de los presos participantes, la posibilidad de servir a los demás es lo que más le ha llenado. «Nos han dado la posibilidad de insertarnos y hemos aportado nuestro pequeño granito de arena haciendo un bien a la sociedad a la que tanto debemos».
Facilidades en la cárcel
Este joven de 27 años, que también está cumpliendo condena, agradece a Instituciones Penitenciarias todas las facilidades que les han dado «para salir a trabajar casi a cualquier hora». En su caso sí era aficionado a la cocina, aunque de forma amateur. «Hemos aprendido mucho y seguro que esta experiencia nos va a servir para saber valernos más en la vida», confiesa al hablar sobre su experiencia en el hotel Vincci Posada del Patio.
Aunque ya no está trabajando y sólo le llaman para días sueltos, no descarta buscarse la vida entre los fogones de algún negocio. «Está claro que en Málaga hay mucho turismo y que es lo que da dinero en la ciudad», reflexiona. Ypor ello dice que aprovecha todos los permisos para echar currículos en empresas. «Por ahora nunca me han mirado mal por estar en prisión», agradece.
Para estos jóvenes, el caso de Ramón Robledo es el paradigma de lo que quieren lograr. Tras cumplir parte de su condena en Granada fue trasladado a Málaga para el tercer grado penitenciario y encontró empleo en la tapería Abreboca. Ahora, gracias a su experiencia en el bar, se ha convertido en el principal valedor de los jóvenes que acaban de terminar el curso. «Ahora recuerdo todo lo que yo pasé, por lo que les echaré una mano siempre». Aunque sea para terminar la condena entre fogones.
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