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Imagen actual de la heladeria Lauri en calle Bolivia.

Los helados de la felicidad

La mítica Lauri lleva sesenta años en calle Bolivia refrescando el verano y endulzando la realidad

Pablo Aranda

Viernes, 29 de agosto 2014, 00:47

La felicidad no es tan complicada. Que se lo pregunten a un niño al pasar por la puerta de una heladería. Al niño y al ... adulto, ¿para qué engañarnos? En La vida es bella Roberto Benigni lo expresó con sencillez: «¿Cómo hacerme feliz? Con un buen helado de chocolate, quizá dos. Un paseíto juntos y que pase lo que tenga que pasar». Porque el helado representa el deseo, el placer, la imaginación, la memoria ¿Qué sería de los veranos sin los helados? Ese producto que nos reconforta no sólo el paladar, también algo más profundo, capaz de transmitirnos felicidad, la misma que siente un niño con un cucurucho de vainilla u otro sabor, ese momento despreocupado en el que uno disfruta con un buen helado. Un helado de Lauri. Porque no todos los helados son iguales, como las vidas.

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