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La población de la Franja se encuentra al límite tras casi veinte meses de ofensiva israelí. Pero la situación asfixiante que soporta no sólo deriva ... de las decisiones que se toman al otro lado de la verja, sino también en su propio territorio. Hamás ha ordenado a los palestinos que se mantengan alejados de la ayuda que reparte la controvertida Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) al considerar que es parte de una estrategia para recopilar información para la Inteligencia hebrea. «No vayan a Rafah. No caigan en la trampa. No arriesguen sus vidas. Sus hogares son su fortaleza. Permanecer en sus barrios es supervivencia, y la consciencia en su protección», emplazó el Frente Nacional, vinculado a la organización islamista, pese a la hambruna que devora el enclave.
La prohibición de acercarse a los puntos de reparto -la idea es establecer cuatro- no parece haber surtido efecto entre la población en vista de la avalancha de gazatíes que el martes trataron de recoger un poco de comida. El caos fue tal que los exmilitares que controlaban el centro humanitario inaugurado en Rafah dispararon al aire para dispersar a la multitud y tuvieron que intervenir para sacar de allí a las miles de personas que se amontonaban en busca de algo que llevarse a la boca. Hubo 47 muertos, y un día después la distribución de ayuda -que pretendía llegar a un millón de palestinos al final de la semana- quedó paralizada.
Hamás, sin embargo, había logrado convencer a muchos para que no acudieran al reparto de alimentos promovido por GHF -una agencia creada para reemplazar a la ONU y otras organizaciones humanitarias desplegadas en la Franja- antes de este episodio. Abu Ahmed, de 55 años, es uno de ellos: «Por mucho que quiera ir porque tengo hambre y mis hijos -siete en total- tienen hambre, tengo miedo», declaró a Reuters. «Tengo mucho miedo porque dijeron que la empresa pertenece a Israel y es mercenaria, y también porque la resistencia (la organización islamista) dijo que no fuéramos», añadió.
El temor de Ahmed y de tantos otros gazatíes surge de las advertencias lanzadas por Hamás sobre los procedimientos de control biométrico -en concreto, el reconocimiento facial- que utilizaría GHF como requisito para la entrega de los paquetes con alimentos básicos y que, defiende esta fundación, permite excluir a las personas que pueda tener vínculos con la milicia palestina. Quienes se oponen a este nuevo modelo de reparto sospechan que estos datos podrían acabar en manos de Israel y la propia ONU y otras organizaciones han denunciado que el plan utilizará la ayuda «como arma». El Gobierno de Benjamín Netanyahu ya se sirve de este sistema de identificación en Cisjordania y, según medios hebreos, también lo aplica en Gaza.
Abu Ahmed
Vecino de Gaza, 55 años
El dramático escenario al que se enfrentan los habitantes de Gaza tras casi veinte meses de ofensiva israelí ha provocado en los últimos meses diversas protestas -sobre todo en Beit Lahia pero también en campamentos de refugiados de Yabalia, Shujaiya y Jan Yunis- que se han encontrado con una fuerte represión de Hamás. Amnistía Internacional ha alertado sobre ello este miércoles tras documentar «graves violaciones del derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica», ha explicado Erika Guevara Rosas, directora general de Investigación, Incidencia, Política y Campañas de la organización. El documento revela un «inquietante patrón de amenazas, intimidación y acoso» por parte del grupo islamista contra los palestinos que han decidido mostrar su malestar en las calles. Interrogatorios y palizas a los manifestantes incluidas.
Las marchas, que empezaron a coger fuerza a finales del pasado marzo, buscaban elevar la voz de los gazatíes contra la guerra y los constantes desplazamientos de la población, pero entre sus participantes había también carteles en los que se criticaba a las autoridades de la Franja y se corearon lemas contra ellas. Incluso hubo quienes reclamaron el fin del Gobierno de Hamás, que tomó el control del enclave en 2007. La milicia palestina trató de callarles con «medidas represivas», señala Aministía Internacional tras una quincena de entrevistas a personas implicadas en las protestas. «Resulta abominable y vergonzoso que, mientras la población soporta atrocidades a manos de Israel, las autoridades estén agravando aún más su sufrimiento», lamentó.
20 meses
está a punto de cumplir la ofensiva que lanzó Israel contra Gaza tras los atentados llevados a cabo por Hamás el 7 de octubre de 2023 en territorio hebreo, donde mató a casi 1.200 personas y secuestró a otras 251.
Un vecino del barrio de Al-Atatra, en Beit Lahia, retrató la situación con toda su crudeza: «Comenzamos las marchas porque queremos una solución a nuestro sufrimiento. Nadie nos incitó ni nos dijo que protestáramos. La gente protesta porque no puede vivir, quieren que las cosas cambien. Las fuerzas de seguridad vinieron a amenazarnos y golpearnos, acusándonos de ser traidores simplemente por alzar nuestra voz». Su relato se remonta al 16 de abril, cuando miembros de Hamás lo citaron para un interrogatorio tras una manifestación. Le llevaron junto a otros participantes hasta un edificio que funcionaba como centro de detención improvisado y allí fueron golpeados «en el cuello y en la espalda» por medio centenar de hombres armados y vestidos de civiles. «Fue horrible, que te llamen colaborador, que cuestionen tu patriotismo, cuando a tu familia la han aniquilado», contó este hombre, que perdió a gran parte de los suyos en un ataque aéreo hebreo en 2024.
Él compartió con Amnistía Internacional la sensación generalizada de que el Ejecutivo de Gaza ha fallado a su ciudadanía y, aunque los palestinos saben que el culpable es Israel, sienten que Hamás no «ve» su sufrimiento. «La gente está furiosa y harta», reconoció otro vecino de Beit Lahia como motivo para que muchos manifestantes proclamen lemas contra la organización islamista. En su caso, personal de seguridad de la milicia se plantó en su casa el 17 de abril: «Me golpearon con palos y me dieron puñetazos en la cara. No fueron muy fuertes, creo que más bien eran una amenaza. Una persona afiliada a ellos se me acercó y me amenazó con dispararme en los pies si seguía protestando».
Los comentarios de algunos dirigentes de Hamás no han ayudado a calmar los ánimos de la población. Sami Abu Zuhri, alto portavoz del grupo, afirmó que «la casa se reconstruirá y los mártires nos reproduciremos multiplicados por diez». «No les importa (a los líderes de la organización islamista) nuestro sufrimiento. Incluso si reconstruyo mi casa destruida, nunca podré reconstruir los recuerdos y la vida que viví allí. Mi prima perdió a su esposo y tres hijos en un ataque israelí. ¿Puede (Abu Zuhri) mirarla y decirle que sus hijos se reproducirán?», contestó una de las mujeres que han decidido salir a la calle para expresar su hartazgo.
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