La Policía encuentra una bomba casera en el domicilio del asesino de Graz
Artur A., de 21 años, que mató a nueve alumnos y una profesora en su antiguo colegio, dejó una carta a su familia y un rastro muy débil en las redes sociales que no han arrojado luz sobre el motivo de la matanza
El autor de la masacre en un colegio de la ciudad austríaca de Graz, con once muertos a tiros, entre ellos el propio protagonista, dejó ... una carta de despedida a su familia, en la que, sin embargo, no explica los motivos de su acción, según ha revelado Franz Ruf, director general de Seguridad Pública de la república alpina, quien explicó que la misiva fue encontrada en versión analógica y digital en su domicilio.
Ruf ha informado además este miércoles que en el domicilio del asesino ha sido hallada una bomba de carga hueca de fabricación casera en estado de funcionamiento. El responsable de la seguridad pública en Austria comentó que aún se está reconstruyendo detalladamente el desarrollo de los hechos y no quiso dar detalles sobre las investigaciones en curso, pero explicó que entre las víctimas hay nueve alumnos y una profesora.
El instituto de enseñanza media Borg en la Dreischützengasse de la capital del estado austríaco de Estiria, donde se produjo el ataque indiscriminado, ha amanecido este miércoles lleno de ramos de flores y velas, colocados a sus puertas por una población conmocionada por el inexplicable suceso. En todo el país ondean las banderas a media asta, a la vez que se han declarado tres días de luto nacional.
A las 10.00 de la mañana de este miércoles, la hora del atentado, se ha paralizado todo el país. Los austríacos han guardado un minuto de silencio en memoria de las víctimas, mientras en Graz repicaban las campanas de todas las iglesias. En Viena ha podido escucharse sonar la «Halbpummerin», la campana de la Catedral de San Esteban, que solo se usa para tocar a muertos.
Todos los transportes públicos han parado en plena ruta. También a las puertas del colegio, a donde acudieron alumnos y padres se ha rendido homenaje a los fallecidos y heridos, arropados por personal de protección civil especializado en la atención de personas traumatizadas. El colegio permanecerá cerrado el resto de la semana.
Artur A., de 21 años, el joven que disparó indiscriminadamente contra los alumnos del centro, ha resultado ser para su edad un fantasma en las redes sociales, donde no existe un perfil que pueda definir su persona. Muy poco se sabe del mayor asesino de masas en la historia de la Segunda República Austríaca, fuera de que hace dos años abandonó el Borg sin acabar el bachillerato. La policía no ha confirmado que fuera objeto de «mobbing» cuando acudía a ese instituto.
Artur A. carecía de antecedentes penales y nunca había llamado la atención de las fuerzas de seguridad
Medios locales aseguran que la masacre tuvo lugar en dos aulas, una de ellas la que fue su última clase en ese centro. Sus antiguos compañeros de estudios se habrán alegrado probablemente de no encontrarse en ella en el momento en el que irrumpió en la misma y descargó repetidamente sus armas para causar el mayor número de muertos posible.
Pero no existen indicios de que fuera un extremista o actuara por motivos ideológicos. El ministro federal del Interior austríaco, Gerhard Kärner, ha insistido que «se especula sobre muchas cosas, pero ahora es el momento de llevar a cabo una investigación profunda». El análisis de su ordenador y móvil podría ayudar a conocer los motivos.
En todo caso, Artur A., que residía en la localidad de Kalsdorf, junto a Graz, estaba registrado como parado, carecía de antecedentes penales y nunca había llamado la atención de las fuerzas de seguridad. Las dos armas que utilizó para cometer la masacre, una escopeta de cartuchos y una pistola de fabricación nacional Glock que había comprado recientemente, eran legales, aunque la legislación austríaca prohíbe portarlas en lugares públicos.
Diecisiete minutos de terror
El horror en el instituto Borg duró tan solo 17 minutos, los que tardó un gran operativo policial de 300 agentes en acudir al lugar de los hechos tras recibir las primeras llamadas alarmantes de la población, también desde el propio colegio, al escuchar disparos. En ese tiempo disparó a sangre fría contra alumnos y profesores. Cuando los agentes del comando de operaciones especiales Cobra entraron en el edificio Artur A. se introdujo en uno de los baños y se pegó un tiro en la cabeza.
Atrás dejó un baño de sangre con once víctimas mortales y una docena de heridos, alguno en estado crítico. Franz Ruf ha detallado este miércoles que los muertos son seis chicas y tres chicos de 15 a 17 años de edad, así como una profesora, que falleció la noche del martes en un hospital como consecuencia de las heridas sufridas.
La Sociedad Estiria de Hospitalización ha comunicado que seis personas continúan ingresadas por las heridas sufridas en el ataque armado. Cuatro de ellas se encuentran en la unidad de cuidados intensivos y dos han podido ser trasladadas ya a planta. Una se encuentra aún en estado crítico, aunque estable. «Una persona con heridas en el rostro y otra en la rodilla necesitarán nuevas operaciones», dijo un portavoz.
«Por favor, vengan rápido, alguien está disparando», fue una de las llamadas recibidas por la policía desde el instituto Borg. Vídeos grabados por los propios alumnos muestran a los adolescentes en pánico, escondiéndose bajo las mesas de sus aulas, mientras se escuchan los disparos.
Una profesora que pudo esconderse con sus alumnos tuvo ocasión de llamar a su marido. «Estamos seguros pero la situación es dramática. No paran de disparar», relató la mujer desde el interior del edificio, un colegio de 20 aulas en el que se encontraban varios cientos de personas, desconcertadas y alarmadas por unas detonaciones que algunos confundieron con petardos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.