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Oficiales de Policía de Nueva York se coordinan frente al restaurante del actor Robert de Niro al que fue enviado un paquete con explosivos. AFP
Trump aviva la hoguera de la crispación

Trump aviva la hoguera de la crispación

El presidente de EE UU culpa a la prensa de provocar la indignación social que alimenta el envío de los paquetes bomba

MERCEDES GALLEGO

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 1 de enero 1970

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Los paquetes bomba siguieron apareciendo este jueves en los buzones de los enemigos de Donald Trump, y su retórica explosiva en las pantallas de televisión. Para un presidente que ve cualquier gesto de civismo como un signo de debilidad, la mejor defensa siempre es el ataque. Y el blanco más fácil, la prensa, «el enemigo del pueblo» al que desprecia sin descanso frente a sus bases.

Pasado el primer momento de desconcierto, en el que tuvo un raro llamamiento a la unidad nacional, Trump se revolvió contra los críticos y culpó a los medios de comunicación de ser los que han generado la retórica divisiva que previsiblemente alimenta al autor de los atentados. Este jueves hubo que añadir a la lista de destinatarios a dos de sus críticos más eficaces, el exvicepresidente Joe Biden, que estudia enfrentarse al mandatario estadounidense como candidato en 2020, y el actor Robert de Niro, que le ha acusado abiertamente de ser «un macarra, claramente estúpido, un perro, un cerdo, una vergüenza para el país».

Como con los paquetes que recibieron Barack Obama, Hillary Clinton, George Soros, Eric Holder, Maxine Waters y John Brennan, los sobres de burbuja amarillos fueron interceptados antes de que pudieran ponerlos en peligro. Los artefactos caseros son de poca capacidad y se desconoce el daño que podrían haber hecho de haber sido manipulados inadecuadamente.

El modus operandi siempre es el mismo: pequeños sobres de burbujas con un trozo de tubería relleno de explosivos, dirección impresa en una etiqueta de ordenador y más sellos de los necesarios, para no tener que pasar por la oficina de correos a pesarlos. En el caso de Soros, el millonario al que la ultraderecha acusa de financiar todas las conspiraciones demócratas, algunas fuentes policiales dicen que pudo ser entregado a mano, lo que pondría al terrorista en la órbita neoyorquina.

LAS CLAVES

  • Nuevas amenazas. Los últimos sobres conexplosivos fueron dirigidosal exvicepresidente Bideny al actor Robert de Niro.

  • A diez días de las legislativas. La ultraderecha acusa a losdemócratas de enviarsea sí mismos los artefactos con fines electoralistas.

Desde Washington DC hasta Florida, la oleada de paquetes bomba que en pocos días ha sembrado el terror tiene en jaque a la policía de todo el país. No será necesariamente una tarea rápida. Llevó 18 años detener a John Kaczynski, el famoso 'Unabomber', seis para arrestar a Eric Rudolph, autor de los atentados de los Juegos Olímpicos de Atlanta, y nunca se supo con certeza quién estaba detrás de los sobres con ántrax que aterrorizaron al país y causaron un muerto tras el 11-S. Por el contrario, en marzo pasado el FBI le cogió la pista a Mark Anthony Conditt en tres semanas, gracias a las cámaras de seguridad de la oficina de Fedex desde la que mandó dos de los paquetes explosivos en Austin (Texas), pero el nuevo terrorista parece haber aprendido de sus predecesores.

Hasta ahora lo único que se ha volado es la estrategia de poner el miedo a la inmigración en primer plano de la actualidad, a menos de dos semanas de las elecciones legislativas del próximo 6 de noviembre. Por eso los conspiracionistas de ultraderecha culpan ya a los demócratas de autoenviarse los paquetes para cambiar el discurso. Sin contradecirles, Trump agitó este jueves la bandera de la indignación y acusó a los medios «a los que me refiero habitualmente como 'fake news'» de ser los que incendian a la sociedad con noticias falsas. «Los medios tradicionales tienen que arreglar esto rápido», tuiteó.

«Emergencia nacional»

Horas después, Trump volvió a poner a la caravana de inmigrantes en primer plano de la actualidad al ordenar a su secretario de Defensa que envíe al menos 800 efectivos militares a la frontera con México para ocuparse de la «emergencia nacional» que suponen miles de desarrapados que caminan a pie hacia Estados Unidos.

A 33 grados, con una humedad del 70%, y con mil kilómetros a sus espaldas, los centroamericanos que huyen de la violencia en Honduras y El Salvador atravesaron este jueves una de las zonas más peligrosas de la costa chiapaneca, Mapastepec, donde los que no fueron detenidos por la policía pasaron la noche en el suelo. De un lado, los delincuentes comunes que les roban lo que lleven encima. Del otro, los federales mexicanos que revisan los autobuses para detener a quienes intentan aliviar el peregrinaje. De frente, el sueño americano que Trump reserva para sus fieles.

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