«Ha sido horrible, el agua alcanzó casi los dos metros... Estamos tirando palés enteros de productos»

Los daños se han registrado en prácticamente todos los municipios pero el temporal se ha cebado con Jimera de Líbar, donde una riada convirtió en un río una calle y la fuerte corriente entró y salió por una empresa cárnica, por Cárnicas Medina Domínguez, con más de 50 años y al frente de la que se sitúan tres hermanos.

Mayte Domínguez, una de las dueñas, muy afectada, habló de «ruina». «En cuestión de minutos llegó el agua, abrimos por abajo para que saliera y nos fuimos», explicó. Hubo momentos de pánico puesto que su padre estaba dentro. «No lo veía», afirmó. Se refugió de la corriente y no ha habido que lamentar daños humanos, ni en este caso, ni en el resto de la comarca y la provincia.

«Estamos tirando palés enteros de productos, de tocino añejo, costilla salada, panceta ibérica, sal... Veía lo de Valencia y me parecía increíble y aquí ha pasado lo mismo, sacaba barro y me acordaba de la gente de Valencia», relató, angustiada. «Esta mañana he llegado y el barro estaba otra vez», lamentó, cansada. «Ha sido horrible, el agua alcanzó casi los dos metros», insistió.

A Medina y sus hermanos nos les ha dado tiempo a cuantificar los daños y destacaron que la empresa estaba a pleno rendimiento por la cercanía de la Navidad. «Jamones se nos han estropeado, pero pocos», subrayó la empresaria, al tiempo a que apuntó a que su empresa vende también en otras provincias. Subrayó también el daño en la maquinaria y vehículos.

Su hermano Bartolomé Medina tiene daños por partida doble, ya que la riada también anegó el sótano de su vivienda. « Aquí tenemos la casa prácticamente, tenemos bastantes daños», expresó.

En el pueblo, en general, se suceden las tareas de limpieza, a un ritmo frenético, para tratar se recuperar la normalidad. Están ayudando los bomberos del CPB de Málaga.

En la Estación de Jimera, donde se había puesto la atención antes de la riada, ante la posible crecida del río Guadiaro, también el desbordamiento de arroyos provocó anegaciones en viviendas. «Estábamos abajo y la riada vino por la parte alta del pueblo, convirtiendo una calle en un río, salía agua por donde nunca hemos visto», declaró el alcalde Francisco Javier Lobo, que destacó la ayuda de los vecinos. «Jimera es como una familia, vino mucha gente a ayudar, anoche había más de 40 personas», apuntó Domínguez en el mismo sentido.