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ARANTZA FURUNDARENA
Domingo, 21 de agosto 2016, 00:29
Eres Beatrice Borromeo?». Sonrisa asertiva. «¿Qué te ha hecho decidirte a venir a Palma?». Sonrisa incrédula, silencio... «Es que tu marido, Pierre, me dijo que no tenías previsto venir a la isla». Más silencio (y cara como de ¡menuda impertinencia!). «¿Es tu primera vez en Mallorca?». «No, mi segunda». Es todo lo que esta periodista pudo sonsacar a su colega de oficio Beatrice Borromeo, la flamante reportera y esposa del tercer hijo de Carolina de Mónaco, durante su fugaz visita a Palma de Mallorca, hace dos semanas, para acompañar a su marido en la clausura de la Copa del Rey de Vela.
Alta, espigada, de larga melena rubia y elegante arquitectura, es evidente que a esta joven la separan muchas generaciones del hambre. De cerca, resulta más estirada que su marido. Será quizá porque, por parte de padre. posee un selecto árbol genealógico con más de 400 años por cuyas ramas se andan ilustres como San Carlos Borromeo. Mientras los antepasados de cualquier ciudadano medio araban la tierra como siervos de la gleba, los de Beatrice ya conspiraban y envenenaban en refinados palacios florentinos.
Algo de eso le ha quedado a esta peleona reportera, que el jueves cumplió 31 años. Redactora en la sección de Economía de 'Il Fatto Quotidiano', la nuera de Carolina utiliza todas las vías a su alcance para batirse en duelo con lo que considera una injusticia o un enemigo. Sus opiniones políticas la han situado en las antípodas de Berlusconi y Trump. Y en su vídeo 'Mamma Mafia' se enfrentó a la 'cosa nostra' sin que le temblara el pulso. «Con la pluma o con la cámara busco la próxima historia que contarte», anuncia en italiano en su cuenta de Twitter. También ha participado en un libro contra Víctor Manuel de Saboya, al que ya le ganó un juicio.
El pasado 1 de agosto se cumplió el primer aniversario de su fastuosa boda religiosa. Un año de casados que ha resultado movido para Pierre y Beatrice. La pareja ha sufrido un par de accidentes y ella ha perdido a su abuela materna. La prensa italiana insiste en que podría estar embarazada, pero durante su sorpresiva y fugaz aparición en Palma no se apreció ningún detalle capaz de confirmarlo. Más bien al contrario. Rodeada de las esposas y novias de otros regatistas, lo primero que hizo la periodista a su llegada al imponente escenario amurallado de Ses Voltes fue servirse una copa de cava.
Andares vacilantes
Con un vestido corto cruzado en tono marfil y un aparatoso collar étnico de dos filas de colmillos, Beatrice demostró su adoración por Casiraghi, dos años y medio más joven que ella. La pareja decidió marcharse antes de que terminara la recepción y con las manos entrelazadas ambos caminaron hacia la salida del recinto por la empedrada cuesta por la que había entrado el Rey. De espaldas, con sus siluetas recortándose sobre el rojo atardecer, componían una imagen de postal. Incluso se giraron brevemente para ofrecer su rostro a los teleobjetivos. Sin embargo, la idílica estampa se descompuso hasta la comicidad cuando tuvieron que regresar por donde habían venido. Los agentes de seguridad les impidieron el acceso, reservado a don Felipe.
El resto fue un recital sobre cómo escapar de la insaciable curiosidad ajena con estilo... Beatrice y Pierre decidieron separarse (para frenar la avaricia de los flashes) y ella, con el dobladillo del vestido descosido y vacilantes andares, como si le hicieran daño las sandalias, se apoyó en el brazo de otro regatista. A punto estuvimos de asistir a la deconstrucción de la 'principessa' milanesa. Pero no ocurrió. Lentamente y sin perder el porte, Borromeo caminó hasta una calle trasera donde logró reunirse con Casiraghi y el resto de su equipo. El grupo se perdió en la noche mallorquina rumbo a una fiesta en una villa privada.
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