La legislatura de la renuncia
Empieza una nueva etapa política:hay que buscar consensos, pero para eso hace falta ceder y no hay costumbre
Ana Barreales
Lunes, 21 de diciembre 2015, 01:55
Vaya por delante que los que han pinchado no son los nuevos partidos, sino las expectativas generadas por las encuestas sobre ellos. PP, PSOE, Podemos ... y Ciudadanos tienen motivos para la satisfacción, para la decepción y, sobre todo, para la preocupación. El bipartidismo sale tocado, pero no hundido, mientras los partidos emergentes se quedan con una sensación de alegría, pero sin llegar a la euforia, por lo que pudo haber sido y no fue. Obtener 40 diputados no es un mal resultado de Ciudadanos, sino todo lo contrario. Pero para alguien que es el líder político mejor valorado por los españoles, según el CIS y aspiraba a ser el nuevo Adolfo Suárez, deja una sabor de boca amargo. Podemos remontó después de caer en los sondeos, pero no logra su objetivo de quedar por encima del PSOE. Iglesias ha repetido por activa y por pasiva que contemplaba acuerdos con los socialistas siempre y cuando quedara por encima y claramente no ha sido así. No es el momento de hablar de pactos, ha dicho Iglesias. Puede que hoy no, pero mañana, sí.
Ni en sus mejores sueños Rajoy hubiera imaginado un escenario mejor para este 20D: el nacionalismo catalán le daba votos en el resto de España y tras el atentado de París se hablaba más de la amenaza del terrorismo yihadista que de corrupción. Puede que Ciudadanos aspirara a ocupar el centro, que desde desapareció el CDS anda sin dueño, pero sus (potenciales) votantes se han quedado más a la derecha. Y si tienen que elegir entre apoyar a Ciudadanos o a los populares para frenar el avance de la izquierda se decantan por los segundos. Esa es una de las claves de la resistencia del PP como ganador de las elecciones. Jugar a caballo viejo, pero ganador ha pesado más que la ilusión que vendía Albert Rivera.
Empieza una nueva etapa política en España: sin mayorías absolutas y sin aliados claros. Esta vez sí que los partidos están obligados a entenderse porque llevan toda la campaña vendiendo otra forma de gobernar y no les salen las cuentas. Y no se trata de una conversación de conveniencia, como ha ocurrido en otras elecciones, que dialogan porque es lo que toca para entrar en el gobierno. Después de un año con autonómicas, municipales y generales resultaría muy difícil explicar a los ciudadanos unos nuevos comicios.
Para eso va a ser necesario buscar consensos practicando las renuncias. Sobre esa base se construyó la Transición. Y ni los viejos ni los nuevos están acostumbrados a ceder. Tendrán que explicarles a sus votantes que de mucho de lo dicho, la mitad de la mitad. Un reto de susto o muerte.
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