Pilar Gómez-Acebo: «El coeficiente emocional es el 90% del éxito, pero no se entrena en ningún sitio»
La profesora y 'coach' critica que el 99% de los líderes empresariales y políticos suspende en «parámetros de simple sentido común»
Pilar Gómez-Acebo pesó un kilo y medio al nacer, en el año 1955. Fue un bebé prematuro cuando aún no había incubadoras; por eso ... dice que nació y morirá «luchando». Dos batallas centran sus esfuerzos: el acceso de la mujer a puestos de poder y lo que ella denomina el «coeficiente emocional». Ha sido empresaria, consejera, 'coach' de directivos, profesora en escuelas de negocios, conferenciante y escritora. Recientemente ha impartido una ponencia organizada por The Soho Woman in the World en colaboración con el Ayuntamiento de Málaga.
–La iniciativa que la ha traído a Málaga (de forma virtual por la pandemia) se llama Toma de Conciencia Mujer. Así que la primera pregunta es: ¿de qué deben tomar conciencia las mujeres?
–Lo primero es tomar conciencia de nosotras mismas, porque cuando uno toma conciencia de sí mismo es cuando admite a los demás como diferentes y como aportadores a nuestra realidad. Cuando uno no tiene conciencia de sí mismo ve a los demás como competidores y se defiende de ellos.
–¿Cuál es su receta para acelerar el largo camino que todavía falta hasta lograr una presencia igualitaria de mujeres y hombres en puestos de poder?
–Hay dos asignaturas pendientes en la mujer desde hace mucho tiempo: la baja autoestima y la falta de solidaridad con otras mujeres. Lo uno lleva a lo otro. Cuando uno no tiene conciencia de sí mismo sufre inseguridad. La mujer que llega arriba tiende a creer que es por lo que vale ella misma y que las demás también le estorban. Y la realidad es que esa mujer, si se queda sola, dura dos telediarios: la utilizan para su propio interés y después prescinden de ella. Muchas directivas, y hablo de nombres muy conocidos, se dan cuenta demasiado tarde, cuando ya están fuera de la jugada.
–En el difícil camino hacia el liderazgo, hay mujeres que recurren a imitar las actitudes típicamente masculinas. ¿Hay que reivindicar un liderazgo femenino?
–Creo que hay que recomponer una famosa frase diciendo que la igualdad viene de la diferencia. Mientras no eres consciente de tus diferencias únicas, exclusivas e irrepetibles, lo que haces es imitar lo de otros y por tanto estás en manos de otros. No hay dos personas iguales en el mundo, pero casi nadie sabe cuál es su valor . Eso no se trabaja y no es por casualidad. A eso responde el momento histórico que vivimos. Además, nos hacen creer que el hombre es más fuerte psíquicamente. ¡Nanay! Que me echen a Soros, a Bill Gates o a quien quieran: no me duran ni 15 segundos. Eso es lo que tiene que entrenar la mujer: evolucionar en esas fortalezas psiquicas, que las tiene, pero las ha enterrado en favor de lo que le han hecho creer que es lo que vale.
–¿Cree que los planes de igualdad va a conducir a una mayor presencia de mujeres en los consejos de administración?
–Los planes de igualdad, como las cuotas, pueden ser un calzador útil para un momento determinado, pero un calzador no te lo llevas puesto. Quiero decir que ese tipo de ventajas momentáneas hay que aprovecharlas y luego ir a lo que permanece. Lo otro es pan para hoy y hambre para dentro de cinco minutos.
–Hay un obstáculo objetivo en ese camino a la igualdad en las empresas y organizaciones: la conciliación, que parece seguir siendo sólo cosa de mujeres.
–De nuevo, vemos que coinciden todos los intereses. Es adrede hacer creer que la conciliación es sólo un tema de mujeres. Yo trabajo con las mujeres para que asuman que la conciliación empieza por una misma; no la van a decidir las empresas. Yo cuando era directiva en una multinacional me planté y dije: no me volváis a convocar a la gente a las 7 de la tarde. Y no se hizo.
–Buena parte del mensaje que transmite en sus libros y conferencias incide en la clamorosa falta de inteligencia emocional que hay en las organizaciones.
–Se ha denominado emocional pero yo la ampliaría a relacional, que es donde está el problema. Nadie se sabe relacionar en positivo con los demás. Primero hay que dejar de ser inconscientemente incompetente de uno mismo y ponerse en juego con los demás según uno se va descubriendo. Eso lo que yo llamo el mapa de éxito de la persona.
–Y ese mapa del éxito, ¿qué es y cómo se hace?
–Éxito es distinto de triunfo. Todo el mundo confunde uno con otro. El triunfo es cuando sólo yo me beneficio de lo que he hecho. Es como una cerilla: se enciende y se apaga. El éxito con mayúsculas es aquel en el que yo, por cómo hago las cosas, doy de ganar a otros, con lo cual el efecto 'boomerang' es multiplicador. Por eso necesitamos a los demás: es muy difícil que uno solo haga su mapa de éxito.
–Pero el sistema educativo no está enfocado a fomentar ese autoconocimiento ni a entrenar las habilidades emocionales y sociales.
–Y no es casualidad, es causalidad. Se quieren transmitir conocimientos, hacer ejercicios memorísticos. Pero todo ese entrenamiento, que a algunos les lleva media vida, no pasa del 10% del éxito. Es un punto de partida, no de llegada. El coeficiente emocional-relacional es el otro 90%. Y no se entrena en los colegios, las facultades ni las empresas. Si de verdad se trabajara este índice emocional, nos saldríamos del mapa. Pero a los que están arriba no les interesa.
–Ahora, con la revolución digital, esas habilidades 'soft' o transversales parecen más olvidadas si cabe frente a la importancia que cobran las habilidades técnicas.
–Y tampoco es casualidad. Yo se lo digo mucho a los que eligen carreras tecnológicas: ¿os dais cuenta de que dentro de cinco años, cuando terminéis la carrera, habrá caducado todo lo que habéis estudiado? Por cierto, la mujer, en general, tiene mejor preparación emocional para esas habilidades 'soft'. Sin embargo, compra el modelo masculino de adquirir conocimientos y técnica.
–¿Cómo andan los directivos de coeficiente emocional?
–Precisamente he participado en un libro que analiza el nivel de los líderes empresariales y políticos, con diez parámetros de sentido común. Pues bien, el 99% suspende. Vemos que las personas que están al frente de multinacionales o países tienen un coeficiente intelectual a ras y un coeficiente emocional de 0 ó 1. Así que no es raro lo que está pasando.
–Entonces de los políticos mejor ni hablamos...
–Tenemos a Inglaterra con Boris Johnson, a Bolsonaro en Brasil, hemos tenido a Trump en EE UU… Y sin embargo, poco se habla de las nueve mujeres que mejor han gestionado la pandemia en el mundo. De Merkel no pasamos; son desconocidas. Se organiza el Foro de Davos y no va ni una mujer. ¿Eso es casualidad o causalidad?
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