Los Hispanos pasan el trámite de Argentina sin apuros

La despedida de la fase de grupos fue un partido extraño. Los sudamericanos son un rival noble y correoso, que como España ha llegado a su fin de ciclo. Para ellos el partido era su despedida del torneo y el adiós de unos cuantos jugadores al combinado nacional. Para los Hispanos, el choque el paso necesario para superar los miedos mostrados ante Francia y recuperar sensaciones ante un rival claramente inferior. El partido lo ganó España porque lo contrario habría sido una sorpresa descomunal harto improbable, pero ello no sirvió para despejar las dudas nacidas con la derrota ante Francia.

Manolo Cadenas, consciente como es de los problemas de su equipo, juega mucho con siete jugadores de campo. Ello provoca un juego muy bonito y rápido que complica a las defensas, pero a cambio los rivales castigan con gol cualquier pérdida ante la ausencia del portero. De ahí el resultado tan elevado que se vio en el marcador, pero que es engañoso. España no atacó bien, por mucho que sumara 36 goles.

La mayor preocupación para Jordi Ribera era dar minutos y ritmo de competición a Sánchez Migallón, el recambio de Viran Morros. España necesita ser fuerte en defensa y para ello el eje central debe estar coordinado y cómodo. Migallón ha entrenado con la selección y conoce los mecanismos, así que era cuestión de dar ritmo. Aunque fuera de extremo. En ese aspecto el objetivo se logró, pero el de recuperar sensaciones y confianza se quedó a medio camino. Hubo muchas rotaciones y mucha dosificación de esfuerzos y ello resintió el ritmo de ataque y los sistemas ofensivos. Aún así, los Hispanos fueron tomando ventajas y administrándolas. Hay demasiadas diferencias entre uno y otro equipo como para que peligrara el triunfo.