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Fueron 9.000 personas las que decidieron afrontar unos de los mayores retos a nivel deportivo que se pueden realizar en España: cruzar 101 kilómetros de la Serranía de Ronda en bici o corriendo. El cansancio acumulado tanto mental como físico no impide que muchos corredores rompan a llorar a su llegada a meta o esbocen una sonrisa de satisfacción por un trabajo bien hecho. Cada uno en situaciones y condiciones completamente diferentes pero todos cuenta sus historia tras sufrir y disfrutar a partes iguales.
Una de las grandes historias del día la dejó María Romero, la corredora que se proclamó campeona femenina de la prueba. La militar era consciente de que sus compañeros llevaban toda la semana sin dormir por las pruebas que estaban realizando y ella se encontraba en Ronda compitiendo: «Si yo he dormido, al menos tengo que pasarlo mal aquí», explicaba tras llegar a la meta. «Aunque llevaba las piernas reventadas, los dedos, que no me los quiero ni mirar, tenía que darlo todo». Además Romero también dedicó la victoria a su hermana fallecida hace ocho años quien la consideraba como «su propio brazo» y que lleva tatuada en el mismo.
Del sentimiento a la euforia. Así llegaba el campeón de la prueba en categoría masculina, Kiko Martínez quien tenía claras sus primeras palabras nada más en convertirse en el vigente campeón de la prueba: «necesito una cerveza», decía en tono humorístico. El murciano, quien rompió el crono con un tiempo de escandalo, quiso agradecer el trabajo realizado por sus otros dos competidores Juanjo Vidal y Joan Marc, quienes le obligaron a «sacar lo mejor» de él para hacerse con la prueba.
Con lágrima en los ojos y visiblemente emocionado llegaba el campeón de MTB, David González tras bajar de cuatro horas en su estreno en esta prueba. «Estoy reventado», son las primeras palabras que le salen tras recobrar el aliento. «En esta prueba no ha habido ni un kilómetro de descanso», explicaba el utrerano que además afirmaba que la subida de piedras en el kilómetro 90 le había costado muchísimo: «Estaba empinada y había muchas piedras sueltas».
Varios minutos después y tras una decena de ciclistas aparecen de la mano Antonio Guerrero y Javier Guerrero, padre e hijo. Momento emotivo el que vivieron en la línea de meta, donde el retoño no pudo contener las lagrimas de emoción tras fundirse con su padre en un largo e intenso abrazo. «Mi padre es un bicho, me ha traído hasta aquí con su fuerza de voluntad. No puedo estar más orgulloso de él», intentaba decir con un nudo en la garganta.
«Una autentica jabata», así definían a la ganadora femenina de MTB, Victoria Mayoral. La almeriense llegó a la Alameda del Tajo exhausta pero con una sonrisa en la cara. «Ha sido una carrera dura pero si sabes mantener el cuerpo, puedes llegar bien», reconoce.. Durante los momentos más duro de la prueba a Mayoral solo se le vino a la cabeza su novio, quien la obligó a apuntarse y le dijo: «tienes que hacerlo esta carrera es preciosa y seguro que la ganas».
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