Henoc Escalona: «El mejor surfista es el que mejor se lo pasa en el agua»
Es una de las pocas personas en Málaga que se dedica a la fabricación de tablas de surf
El surf es uno de los deportes de moda. En verano son muchas las personas que deciden iniciarse. Algunos se quedan enganchados para toda la ... vida y otros lo dejan al momento, porque no es precisamente un deporte fácil. Hay dos elementos fundamentales para practicarlo: las olas y una tabla. La elección del segundo es clave para aprender y, luego, progresar. ¿Se han preguntado alguna vez cómo se fabrica una tabla de surf? En Málaga hay un puñado de personas que se dedica a ello. Uno de ellos es Henoc Escalona, que regenta la firma MSK y que lleva 23 años en un negocio complejo aquí, porque la provincia no es el mejor lugar del mundo para la práctica este deporte...
–Nos dejamos de preámbulos. Preséntese.
–Soy Henoc Escalona Conejo, soy de Málaga y empecé a surfear en el año 2000. En aquella época no teníamos muchos conocimientos de surf. Un día se me rompió una tabla y conocí a Jorge Mañas, de Native Surfboards. Nada más ver su taller, tuve claro que eso era lo que quería hacer con mi vida. Le pedí trabajo y estuve un mes entero en la puerta. Me decía que no le hacía falta, hasta que al final me aceptó. Estuve un año con él. Un día se me ocurrió mandarle un mail a Pukas, que es una de las factorías de tablas más importantes de Europa y que está en el País Vasco. Me contestaron al año y me dijeron que me fuese para Guipúzcoa, así que cogí la maleta y me fui para cubrir una baja de una semana, pero me quedé siete años.
–Cuando le preguntan a qué se dedica y dice que hace tablas de surf, ¿la gente cómo se queda?
–A la gente le encanta, pero no sabe lo que hay detrás, la fibra de vidrio, los productos químicos... Es algo vocacional. Te tiene que gustar.
–Y lo siguiente que le dirán es que en Málaga no hay olas…
–Pero si buscas encuentras. En Málaga hay buenas olas, pero de vez en cuando. Quizá nos da ese punto extra de motivación. Cuando hay, las disfrutamos el doble. Dejas todo lo que tengas que hacer para ir a surfear, la novia, el trabajo… todo.
–Entonces eso de que el surf es un estilo de vida resulta que es verdad.
–Absolutamente. Yo lo vivo todos los días por mi trabajo. Te atrapa y es en lo único que piensas. Si te vas de vacaciones, te vas a un sitio en el que hay olas. Si no hay, pues estás pensando en eso.
–Vamos, que si no hay olas le cambia el carácter…
–Aquí en Málaga te lo tienes que tomar con calma. Cuando empiezas sólo piensas en eso, pero luego tienes que relajarte.
–Volviendo a su trabajo. Usted fabrica tablas de surf. Para el que no tenga ni idea, de qué están hechas.
–En realidad hay muchos tipos de tablas, pero básicamente las tablas están hechas de una espuma prensada que es porosa y eso hace que cuando se le echa la resina con la fibra de vidrio se endurezca. Esto te da una base dura y con flotabilidad. La función de las tablas es flotar y no pesar demasiado.
–¿Cómo es el proceso desde que alguien llega a su taller y le pide una tabla hasta que está acabada?
–Con eso hay que tener cuidado, porque cada uno llega con sus ideas. Me gustaría que la gente se informase antes de encargar una tabla. Hay muchos modelos de tabla. Cuando alguien me pide una tabla, es posible que no le conozca, tampoco el nivel que tiene o dónde va a surfear… Hay que tener una relación con el cliente para saber qué es exactamente lo que necesita. No es lo mismo un principiante que ha visto el clásico vídeo de surf y quiere una tabla de un profesional. Eso no puede ser. Nunca le funcionará. Debe haber una relación entre el 'sha per' y el surfista.
–Seguro que se encuentra con gente que ha dado unas clases de surf en verano y llega a su taller para pedirle una tabla para él y su hijo. ¿Qué le aconsejaría?
–La tabla más 'gorda' posible. Le preguntaría su peso, altura y nivel, además de dónde surfeará. Mientras más volumen tenga la tabla, flotará más y le ayudará a evolucionar. El siguiente paso será bajar las medidas. Al principio no se buscan movimientos, sino coger olas. Siempre digo que el mejor surfista es el que mejor se lo pasa en el agua. Si flotas y coges olas, te acordarás siempre de esos días en los que disfrutabas con olas pequeñas. Luego, si quiere hacer maniobras, la cosa se complicará, porque todo cambia.
–Entonces, el suyo es un trabajo artesanal.
–Totalmente, aunque se usen medios mecánicos. Cuando llega un cliente y te dice la tabla que quiere, tengo una máquina de corte, le mando los datos y la tabla queda definida. Después se le da la forma a mano, se resina, se fibra y se lija. Es un proceso laborioso.
–¿Un proceso de prueba error?
–Totalmente. Cuando aprendes este oficio, tienes que haber cometido todo tipo de cagadas. Es como si le echas resina de poliéster a un corcho de EPS, se lo come totalmente. Es como si le echas ácido…
–¿Cuánto cuesta una tabla de surf hecha a mano?
–Depende del modelo y determinados materiales. Yo me posiciono en el término medio. Mis tablas pueden estar alrededor de los 500 euros. Yo trabajo sólo y con materiales de calidad. Además, el hecho de tener una relación con el cliente siempre es algo diferente. Cuando alguien me compra una tabla, siempre espero que luego vuelva y me indique las sensaciones que ha tenido, qué cosas cambiaría. Esto te ayuda a mejorar, tanto a mi como a él.
–¿El proceso de fabricación ha evolucionado o es el mismo?
–Básicamente es el mismo que hace treinta años, pero hay elementos que lo han acelerado. El horno de luz ultravioleta permite el secado rápido de las tablas, la máquina de corte es un gran avance y las herramientas de lijado son mejores e incluso hay tablas en 3D… Todo evoluciona, pero es como todo. Siempre habrá sillas, pero no es lo mismo que te la haga un carpintero artesano…
–Es decir, que hay cierto romanticismo.
–Lo veo así. Prefiero mantener ese romanticismo. Si se pierde la parte artística no tiene sentido. He trabajado en grandes factorías en las que hay un trabajo en cadena, pero se pierde un poco el encanto.
–¿Y prueba las tablas que fabrica?
–Es importante, pero lo es más obtener un 'feedback' de la gente que las compra. Yo llego a un techo de nivel de surf. He fracasado en el surfing (risas), pero si alguien que tiene un buen nivel me ofrece sus sensaciones con mis tablas es algo muy importante. Eso ayuda a progresar en el trabajo.
-¿Alguna especialización?
–Creo que la gente me busca más por los acabados. Me he especializado en acabados especiales. Buenos pigmentos, pinturas, buenos pulidos. Ahora se llevan muchos los funboards y tablas retros.
–¿Cuál es la tabla más rara o cara que ha hecho?
–Una vez hice una de Channel porque me lo pidieron (risas). No me suelen gustar las cosas raras. Si alguien viene y me dice que quiere una con su nombre gigante y un tribal le digo que no (risas). Es su tabla, pero también mía. Creo que la tabla más cara quizá ha superado los mil euros.
–¿Y qué tal es el ambiente surfero que hay en Málaga?
–Le voy a contar una historia. En Salinas, en Santander, hay un festival de surf en verano. Íbamos mucha gente de Málaga y nos colocábamos todos juntos. Le llamaban la Avenida del Boquerón. Estaba la gente de Setogrande, teníamos carpas y música. Estuvieron algunos profesionales y 'shapers' internacionales y no se despegaban de nosotros. Los tíos se sorprendían de la afición que teníamos viniendo de un sitio con pocas olas como Málaga. Es el sentimiento del malagueño. Lo vivimos el triple.
-Eso es por la necesidad...
–Totalmente. Si ves todos los mares del mundo y ves donde está Málaga, seguramente es de los peores lugares del planeta para surfear. Está escondida en una cueva. Pero aquí la gente lo vive muchísimo. Si hay olas, lo deja todo. Cuando estás en un sitio con olas todos los días, sólo surfeas cuando está perfecto. Aquí se aprovecha todo.
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