Un triunfo insuficiente deja al Atlético sin Mundial

Y es que el futuro del Atlético en el Mundial pasaba por un reto mayúsculo como ganar por tres goles de diferencia al campeón de la Copa Libertadores, un rival tan rocoso como demostró su histórica victoria ante el PSG en la segunda jornada.

El conjunto carioca, tal y como se esperaba a tenor de su filosofía futbolística, esperó replegado y trató de contragolpear con veneno. Así fue como Savarino se plantó mano a mano ante Oblak, que metió abajo la manopla para evitar que la fe colchonera en la hazaña se agotase en los minutos iniciales. Artur redobló la apuesta poco después, con un remate envenenado al impactar en Lenglet.

Se había consumido el primer cuarto de hora del duelo con el Botafogo más cerca del gol. Al Atlético, sin control de balón ni mordiente, solo le quedó el recurso de un disparo alto de Gallagher. Escasos méritos para la necesidad de un alto botín. El provisional empate sin goles del Seattle Sounders y el PSG, unido al paso adelante rojiblanco a través de la posesión, animó algo la moral de la tropa atlética, otra vez reducida por el gol de Vitinha ya cerca del descanso. En Los Ángeles se aproximaba también la pausa con pocas noticias del ataque colchonero frente a un hueso duro de roer.

Julián Álvarez erró con el remate cruzado ante John, en una oportunidad soñada para hacer el primero antes de la pausa. El argentino, el más activo, volvió a ser protagonista poco después, con un penalti de Gregore sobre La Araña, que el árbitro fue a revisar al monitor del VAR pero se quedó sin castigo por una muy discutible falta previa de Sorloth para cabreo de Simeone y los suyos.

El Cholo apostó fuerte tras el paso por los vestuarios, con la entrada de Griezmann en lugar de Gallagher. Tocaba echar el resto y el Atlético se volcó hacia la puerta brasileña. En ese contexto Giuliano tuvo la suya, pero se topó con John tras una dubitativa salida del portero, en una acción que derivó en trifulca y caldeó un ambiente ya previamente enrarecido por la polémica arbitral.

Con Correa, un cuarto atacante sobre el terreno de juego, las ocasiones atléticas se concentraron sin premio. John, providencial, desvió un zurdazo algo escorado de Griezmann y Sorloth no halló puerta mientras llegaba el segundo tanto del PSG, que obligaba al Atlético a facturar tres goles en menos de media hora.

En pos de un objetivo cada vez más complicado, el Atlético asumió riesgos y estuvo cerca de pagarlo en un contragolpe carioca, culminado por Igor Jesus, héroe del Botafogo ante el PSG, y rechazado por Oblak, inconmensurable en la estirada para alargar la vida de su equipo en el torneo. Quemaba el inexorable correr del reloj, mientras los rostros entre el bando rojiblanco eran, cada vez más, símbolo de la frustración.

El Mundial de Clubes se escapaba entre las manos, sin que ocurriese demasiado sobre el césped del Rose Bowl. El ansiado primer gol que abriese la lata, obra de Griezmann, llegó demasiado tarde, a solo cuatro minutos del final del tiempo reglamentario. No se le pudo negar el orgullo al Atlético, que lo intentó todo en el largo descuento sin conseguir otro objetivo que morir con las botas puestas.