Marruecos, con viento de cara para abrochar el pase

La República Federal Alemana segó entonces el camino de una selección que venía de firmar tablas con Polonia e Inglaterra, y de doblegar a Portugal, en una ronda en la que su principal bastión fue Ezaki Badou. Diamantino, un centrocampista nacido en la localidad portuguesa de Setúbal que hizo carrera en el Benfica, fue el único futbolista capaz de batir al espigado guardameta que posteriormente pasaría cinco temporadas en las filas del Mallorca antes de que Lothar Matthäus pusiese fin a la epopeya del primer combinado que situó verdaderamente al continente africano en el mapa de los Mundiales. «Ese Mundial del 86 me quedó en el alma. Fue el de Maradona, pero también fue el mío», reivindicó andando el tiempo aquel portero nacido en Sidi Kacem a finales de los años cincuenta del pasado siglo.

La larga travesía por el desierto en la que se sumieron desde entonces los leones del Atlas parece tocar a su fin en Qatar gracias de nuevo, especialmente, a la solidez defensiva que apuntala la propuesta de Walid Regragui, un antiguo futbolista marroquí nacido en Francia que ha devuelto la capacidad para soñar al reino alauita. El empate cosechado frente a Croacia en la primera jornada y, sobre todo, el triunfo sobre Bélgica en la segunda fecha de un torneo en el que su fervorosa hinchada se siente casi como en casa, sitúan en posición muy favorable a Marruecos para el desenlace de la fase de grupos.

En caso de ganar a Canadá, Marruecos saltará a octavos como primero o segundo de grupo, en función de lo que suceda en el partido que enfrentará a Croacia con Bélgica. El empate también le basta para certificar el pasaporte como segundo. Pero una derrota dejaría su futuro a expensar del combate entre ajedrezados y diablos rojos.

Un escenario, este último, en el que no quieren ni pensar dentro del vestuario marroquí, espoleado por la recuperación de Bono. El arquero fue baja de última hora para el partido contra Bélgica y, pese a que sustituto, Munir, mantuvo a resguardo la meta, el retorno del cancerbero del Sevilla es una gran noticia por su jerarquía y ascendencia sobre la caseta. «Sigue siendo el número 1, uno de los líderes», refrendó este miércoles su técnico. Amrabat, Amallah, Ziyech o Achraf son otros de los pilares de un combinado que, tras demostrar su capacidad de tutear a toda una subcampeona del mundo y a la segunda selección del ranking FIFA, está determinado a seguir pisando fuerte.

Apaciguar a los leones del Atlas para despedirse con la cabeza alta de una competición en la que ha dejado mejores sensaciones que resultados es el propósito de Canadá. «Nos queda un partido por jugar, ante Marruecos. Queremos un resultado, una victoria para Canadá y para mostrar al país que vamos en la buena dirección para 2026», explicó el inglés John Herdman, seleccionador en el país de la hoja de arce que será anfitrión, junto a Estados Unidos y México, del Mundial que se disputará dentro de cuatro años.