El Trops Málaga renueva a dos pilares de su plantilla

Ignacio Moya Florido, 'Nacho Moya' (Málaga, 1988), mide 1,88 metros y pesa 94 kilos. Se trata de un experimentado jugador que, aunque su demarcación habitual es la de central, con frecuencia lo hace también de lateral izquierdo y derecho. Su trayectoria como profesional comenzó en el Balonmano Antequera, donde jugó tres temporadas en la liga Asobal. Del club de la ciudad del Torcal pasó al Puerto Sagunto, también en la élite, y luego fichó por el CSM Bucarest, Clubul Sportiv Municipal Bucuresti. Tras su paso por el conjunto rumano, Moya aterrizó en el Ángel Ximénez de la Asobal en el verano de 2013, convirtiéndose en uno de los hombres importantes de la escuadra cordobesa, y en el verano de 2018 firmó por el Ciudad de Málaga (Trops Málaga), aunque no debutó, al marcharse al Orlen Wisła Płock de Polonia para jugar en la máxima competición continental.

Después, pasó a formar parte del AEK Atenas, entidad donde militó durante tres temporadas y ganó dos ligas, una Copa de Grecia, una Chalenge Cup y participó en la Europa Cup, y regresó a España de la mano de Los Dólmenes Antequera, entrenado por entonces por Chispi Vázquez, actuar míster del Trops. Sin embargo, una grave lesión de triada –rotura del ligamento cruzado anterior, del ligamento lateral interno y de los dos meniscos– en la jornada 27, frente al San Pablo Burgos en el Argüelles, le impidió terminar la magnífica campaña que venía haciendo en el equipo antequerano, con el que consiguió anotar 169 goles y acabar como tercer máximo goleador de la categoría, aun cuando tuvo que perderse varias jornadas por este revés. Este contratiempo hizo que Nacho Moya no debutara con el Trops hasta finales del pasado mes de marzo. Por tanto, solo ha disputado siete encuentros con los azules, anotando 28 tantos.

De la renovación ha hablado el propio Moya, quien ha afirmado que se encuentra «muy ilusionado y con muchas ganas de jugar, después de una temporada pasada complicada para mí, por la lesión, aunque, por suerte, pude ayudar en el último tramo», ha recordado. «Quiero volver a recuperar sensaciones y sentirme cada vez mejor con la rodilla. Ahora empieza un nuevo proyecto y habrá muchos cambios. Se apuesta por gente joven, con proyección, que viene de la cantera. Así que, toca ayudarlos a que se adapten a la categoría lo antes posible», ha comentado Nacho Moya, quien ha pedido a la afición su apoyo en la nueva campaña. «Vamos a luchar, a competir. Esperemos que tengamos buenos resultados durante la temporada», ha añadido el jugador malagueño.

Ampliar

Por su parte, Javi García, que a finales de marzo fue cedido al Ángel Ximénez de la Asobal para buscar la salvación en la élite del balonmano nacional, regresa al conjunto malagueño para afrontar su tercera temporada. El jugador ha subrayado su alegría «por la continuidad en el club», ha referido Javi García. «Estoy muy a gusto en el equipo y en la ciudad. Me siento un boquerón más. Estoy agradecido de que el club siga confiando en mí. Quiero seguir siendo parte del crecimiento del equipo, porque la ciudad lo merece. Hay que seguir trabajando y aspirar a lo máximo», ha reflexionado el jugador internacional del Trops Málaga.

El pivote, natural de Bolaños de Calatrava (Ciudad Real), tiene 35 años, mide 1,96 metros y pesa 115 kilos. Javi García firmó por las categorías inferiores del FC Barcelona, donde llegó con solo 19 años, procedente del ARS de Palma del Río cordobés. Y de inmediato dio el salto a la élite, jugando en equipos como el extinto Aragón de Asobal, el HBC Nantes de la Liga francesa, el BM. Logroño La Rioja, el Quabit Guadalajara y el Ángel Ximénez Puente Genil, donde recaló en la campaña 2019-2020 y permaneció hasta la 2022-2023. Militando en la entidad cordobesa fue nominado como mejor pivote de la Liga Asobal, designado por la propia Asociación de Clubes de Balonmano de España y los aficionados, y años atrás estuvo en el siete ideal de la competición, lo que le llevó a ser internacional con España, con casi 300 partidos disputados en la Asobal a sus espaldas y cercano a la barrera de los mil goles en la élite, una cifra que está al alcance de muy pocos jugadores y, por tanto, es resultado de una exitosa carrera, con once campañas en la máxima categoría del balonmano nacional.