La polifacética vida laboral de Sara Bravo
La extremo valenciana de 27 años, que acumula 55 goles con el Rincón Fertilidad esta temporada, siempre ha cabalgado entre los estudios y trabajos diversos sin dejar a un lado el balonmano
marina rivas
Jueves, 21 de enero 2021
Ella es una de esas personas que siempre transmite optimismo, energía, vitalidad. Una de las jugadoras que necesitas en tu equipo y un perfecto ejemplo ... de cómo salir adelante sin que se le caigan los anillos. Sara Bravo tiene 27 años y nunca ha dejado de lado su pasión, el balonmano, deporte que descubrió por casualidad tras lesionarse jugando al baloncesto en su colegio. Sin embargo, hace años que no sabe lo que son unas vacaciones, ni siquiera un mes libre. Ahora todavía se siente extraña por dedicarse exclusivamente al deporte, porque, desde los 16 años, ha compaginado su carrera en las pistas con estudios y trabajos dispares, para conseguir su propia manutención y no tener que depender de su familia, humilde y trabajadora.
Natural de Mislata (Valencia), dio sus primeros pasos en el conjunto local, hasta que fichó por el Canyamelar, con el que vivió su ascenso a la División de Honor y debutó en Europa. Pero fue muy precoz. Antes de aquella etapa, ya se había marchado de casa. En segundo de la ESO (13-14 años) ingresó tres años en el centro de tecnificación de balonmano en Cheste, que le permitía compaginar estudios y deporte. Salió de este para cursar Bachillerato fuera, pero cuando vio que se le resistía, dio un giro a su vida. «A los 16 años empecé a trabajar en un Burger King, pero estuve cuatro meses y decidí ponerme a estudiar algo que me gustara. Hice un Grado Medio y un Grado Superior y me formé en Auxiliar de Enfermería y Anatomía Patológica», relata.
Pero su periplo laboral no acabó ahí. Una vez terminada la formación, empezó a buscar trabajo de nuevo, porque sólo una selecta élite puede vivir económicamente del balonmano en España. «Trabajaba en Sprinter por las mañanas y me entrenaba por las tardes, hasta que me llamaron del hospital donde hice las prácticas para trabajar. Compaginé las tres cosas dos años», cuenta, todavía estresada por aquella rutina que comenzó a alejarla del deporte. Pero su atracción por la pista es tan grande que, cuando fichó por su nuevo club, lo dejó todo y volvió a centrarse en el balonmano. Toda una montaña rusa.
Bravo se marchó al Guardés, aunque en su segunda temporada, ya necesitó de nuevo de ingreso extra. «Iba un poco justa de dinero y no iba a pedirle dinero a mi madre después de tantos años sin hacerlo. Entonces me metí a trabajar en una residencia. Acabé 'muerta', porque era muy complicado compaginarlo todo y volví a dedicarme sólo al balonmano hasta que llegó el Covid. Volví a casa, a Valencia, ya con el parón de Liga y volví a trabajar, en otra residencia de ancianos», recuerda.
La extremo zurda fue una de las sanitarias que batalló en primera línea durante la primera ola de la Covid desde este centro de mayores de la Consejería Valenciana. «Iba con el miedo de que iban saliendo casos. Tenía que desinfectarme mil veces por miedo de meter el virus en casa, siempre había un poco de miedo, pero por suerte nadie de mi entorno cogió nada», recuerda. ¿Volvería a esa primera línea si la situación lo requiriera? «Si nos cortasen el balonmano, sí volvería a trabajar si la situación empeorara y necesitaran sanitarios, porque siempre es necesario ayudar. Pero si sigue el balonmano creo que no daría abasto, además porque tengo miedo de confinar al equipo si doy positivo. Es una responsabilidad», asegura.
No ha tardado en reconocer al Rincón Fertilidad como su nueva familia. Aunque fichó este verano, el club ya se puso en contacto con ella en cuatro ocasiones (desde su etapa en el Canyamelar) hasta que dio el sí quiero. «A la cuarta va la vencida (ríe). Ya me llamó Suso el año pasado y no sé si por la saturación de la rutina y demás quise probar un cambio y estoy muy contenta. No me esperaba que nos fuesen las cosas tan bien». Ha sumado sus primeros dos títulos, la Copa de la Reina y la Supercopa, y su progresión es, sin duda, ascendente. Ha anotado 20 goles en Liga, 3 en Copa, 1 en Supercopa y hasta 31 en los cuatro partidos de las eliminatorias de la EHF European Cup. Aunque es autoexigente, por su pasión por este deporte, y sobre todo, porque ahora su trabajo es este: «No creo que esté todavía en mi mejor momento. Llegué al equipo con un poco menos de confianza en mí misma, porque tuve una mala racha y llegué un poco floja de cabeza, pero mis nuevas compañeras y Suso confiaron en mí y me han ayudado a ir cada vez a más».
Muy personal
-¿Manías para competir?
-Me peino igual, el top deportivo y la ropa interior es la mismo y corto un pedacito de la gasa que me pongo en la oreja (para cubrir los pendientes) y me lo pongo en el pantalón.
-Un estilo musical favorito:
-El reguetón.
-Una serie y una película.
-'El desorden que dejas', y de película, 'Mulán'.
-Un segundo deporte.
-El tenis.
-Un referente deportivo.
-Carmen Martín.
-Compartiría una charla…
-Con ella misma.
-De pequeña quería ser…
-Abogada, por el dinero (ríe).
-Algo por aprender…
-Cantar, que canto muy mal.
-Un 'hobbie':
-Bailar bachata, salsa, RnB…
-En 10 años se ve…
-Si estoy en balonmano, será en categoría de aficionados, y luego, con trabajo estable.
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