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Los campeones posan con el trofeo.
España vuelve a bañarse en oro
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España vuelve a bañarse en oro

Pau Gasol lideró de nuevo a una selección que fue más equipo para someter a Lituania y sufrió menos que nunca en el campeonato

Amador Gómez

Lunes, 21 de septiembre 2015, 20:16

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España volvió a bañarse en oro. Después del bronce en el Europeo anterior y del fracaso en el Mundial del pasado año en su propia casa, la selección que estuvo al borde del abismo en la primera fase, a la que encumbrado de nuevo Pau Gasol y a la que el sufrimiento ha agigantado en un campeonato increíble, tampoco falló en el partido decisivo. Pau Gasol, MVP y máximo anotador del Eurobasket, lideró de nuevo a una selección que en el choque definitivo también dependió del mejor jugador español de la historia, pero fue más equipo para someter de principio a fin a Lituania y padecer menos que nunca en la competición.

Después de tantísima agonía y tantas dudas generadas, España, acostumbrada a levantarse y reaccionar con rabia ante las adversidades y a acallar a quienes no confiabana en ella, volvió a ser una gran España, para no dar ninguna opción a Lituania. Sólo cedió en el segundo cuarto de un partido muy completo, ganado antes de jugarlo en los vestuarios para saltar con plena concentración a la pista y casi arrollar a los bálticos. Así conquistó España, con orgullo y fe a lo largo de todas la competición, el tercer título europeo de su historia y Pau Gasol su novena medalla con la selección en 13 años. Su impresionante palmarés con España lo inauguró en la final del Eurobasket de 2003, cuando él y la selección tuvieron que conformarse con la plata, pero en Lille, precisamente ante el mismo rival, Gasol se agarró al oro desde el comienzo con otra notable actuación (25 puntos y 12 rebotes), acompañero por un grupo de guerreros que, gracias a su defensa y al sacrificio colectivo dejaron a los lituanos sin recursos.

Sergio Scariolo, que en tres finales europeas con España siempre ha ganado el oro -ya lo consiguió en 2009 y 2011-, advirtió antes de la última cita en Lille que para subir a lo más alto del podio no sólo había que tener corazón, sino también cabeza. Sus jugadores tampoco le decepcionaron en la lucha por el oro, que fue menos batalla de lo que se esperaba porque la selección le puso, como siempre, mucha pasión, pero no se olvidó del cerebro y la inteligencia. Contra el físico de los bálticos, la selección española, que tenía muy claro que habría que esforzarse en defensa, fue poderosa atrás y también estuvo muy acertada en ataque: el 58% en tiros de dos y el 36,4% en triples. Lituania la superó en el rebote, pero al igual que ocurrió en la semifinal ante Francia, España casi acabó igualando esa faceta en global (36 capturas frente a 41), y dejó el ataque báltico muy reducido.

Los lituanos, que suelen agarrarse a su tiro exterior, quedaron muy limitados ofensivamente ante el despliegue defensivo de los españoles y su capacidad de trabajo. Nada menos que en dos cuartos el rival no pasó de los diez puntos, y por fin España sí ofreció una gran imagen y dio lo mejor de sí en el tercer cuarto. En ese parcial seguido del descanso tan pobre y temido para los españoles en esta competición España le dio un repaso de consideración a Lituania. Al término de ese período alcanzó nada menos que 18 puntos de ventaja (60-42), después de mejorar en la lucha bajo los aros, en la que Gasol fue otra vez muy grande. Su pulso con Valanciunas estuvo muy desequilibrado a favor del pívot catalán y España, relanzada por su sacrificio, siempre estuvo muy cómoda en la cancha, salvo en el comienzo del último cuarto, cuando se pasó tres minutos y medio sin anotar.

España, buscando como es habitual por dentro a Pau Gasol, pero con espíritu de grupo y un dominio absoluto de la situación desde el pitido inicial, también tuvo más equilibrio interior y exterior (8 triples de 22; uno de ellos de Gasol), y su gran efectividad en ataque, frente a la defensa individual o en zona, le permitió abrir muy pronto una brecha ya insuperable para el contrario. Ahí, además de su líder, también tuvo una aportación fundamental Rudy Fernández, que ha aguantado al límite, lesionado en la espalda durante todo este Europeo y que en la final quiso ser uno de los principales protagonistas. Incluso debió retirarse Rudy en el tercer cuarto tras un choque con Jankunas cuando España ganaba por 52-39, y ya no pudo volver a salir a pista.

La selección no le echó en falta, porque nunca bajo los brazos atrás y en ataque mantuvo un alto nivel defensivo. Agarrada España, como siempre, a Pau Gasol, pero también a la fuerza de un colectivo que desprende carácter y que se ha divertido sufriendo hasta el choque definitivo. Aunque en la final el disfrute llegó sin agonía. Con mucha facilidad. Casi con la misma con la que, sin Pau Gasol, España avasalló en la final de Japón a Grecia para conquistar hace nueve años su primer corona mundial. La de la mejor generación de la historia. La de una generación dorada que se despedirá en los Juegos Olímpicos. Se lo ha ganado en este Eurobasket que ha llevado de nuevo a lo más alto, con esfuerzo y confianza en sí misma, superando todo tipo de obstáculos.

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