Un Vargas Llosa hologramático
La renovada casa museo del Nobel en Arequipa combina tecnología de vanguardia y memoria familiar
Visitar la casa natal de Mario Vargas Llosa en Arequipa es una experiencia tan literaria como futurista. Entre los muros coloniales de la casona donde ... nació el Nobel, un inquietante holograma del escritor da la bienvenida al visitante. Lo hace con su propia voz, entre retratos familiares y muebles decimonónicos, invitando a recorrer las estancias que vieron los primeros días del futuro escritor.
En 2010, tras recibir el Premio Nobel de Literatura, Vargas Llosa regresó a su ciudad natal y, junto a su cuñado Lucho Llosa Urquidi —hermano de su esposa, Patricia Llosa—, decidió transformar la vivienda familiar en un museo. «Contamos la historia de un gran contador de historias con su propia voz, lo que añade más emoción y autenticidad al recorrido museográfico», explica Llosa Urquidi, productor audiovisual y responsable de la nueva puesta en escena.
El caserón, situado en la actual Alameda Mario Vargas Llosa —antiguo Bulevar Parra—, es la misma en el que el escritor vino al mundo el 28 de marzo de 1936 y donde vivió apenas un año. En el dormitorio principal se conserva la cama en la que su madre, Dora Llosa Ureta, lo alumbró. Sobre ese lecho con dosel, un segundo holograma recrea teatralmente el parto: una matrona pide a la parturienta que empuje, mientras los visitantes observan una escena que mezcla historia, emoción y tecnología.
Durante su primer año de vida, el pequeño Mario vivió con sus abuelos maternos, Pedro Llosa y Carmen Ureta. En la casa se mantienen intactos los muebles originales y algunos objetos de su infancia, como un caballito de madera o su primera máquina de escribir, también de juguete.
Hijo único de Ernesto Vargas Maldonado, un militar autoritario al que creyó muerto durante su niñez, Vargas Llosa no conoció a su padre hasta los once años. «O eres cura o eres militar. Ser escritor es de maricones», le dijo aquel cuando el joven 'Marito' empezaba a colaborar con el diario La Crónica. Aquel rechazo no frenó una vocación que terminaría llevándolo al Nobel.
Con motivo del Congreso Internacional de la Lengua Española, la casa museo ha sido completamente renovada. El recorrido combina tecnología de vanguardia -proyecciones inmersivas y recursos interactivos- con objetos personales, documentos, testimonios del propio escritor y recreaciones de los espacios donde transcurrió su vida: su habitación en el Colegio Militar Leoncio Prado, el bar de 'Conversación en La Catedral', el burdel de 'La casa verde' inspirado en uno real, y sus apartamentos de París y Londres.
El visitante puede contemplar los manuscritos originales de La ciudad y los perros y La casa verde, conservados con celo por la familia. Los contempló el rey Felipe VI, que realizó una visita privada al museo e inauguró una nueva sala titulada 'El Inmortal', en alusión al reconocimiento otorgado por la Academia Francesa a Vargas Llosa.
La reapertura vino acompañada de un homenaje organizado por la Cátedra Vargas Llosa, el Instituto Cervantes y la RAE. Morgana Vargas Llosa, hija del escritor, entregó al Instituto Cervantes el trofeo con forma de pluma que su padre ganó en 1985 al obtener el Premio Ritz Hemingway. La pieza se incorporará a la Caja de las Letras del Cervantes como parte del legado del autor.
La familia donó además a la RAE la figura de un hipopótamo -animal 'vargallosiano' por excelencia-, símbolo del humor y la sensualidad que atraviesan la obra del Nobel. Vargas Llosa coleccionaba hipopótamos por admirar su voracidad alimenticia, sexual y vital y su peligrosidad, rasgos que, decía, encarnaban también la profesión de escritor.
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