
‘Black Lightning’: poder negro
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El estreno de la serie del canal CW sobre el superhéroe negro de DC Comics, pone de relieve la lucha por la igualdad racialmiguel ángel oeste
Lunes, 12 de febrero 2018, 00:34
La cuestión racial es un tema nunca superado en Estados Unidos. No importa que Barack Obama haya sido el primer presidente negro ni que en los últimos años hayamos visto (y veremos) más películas y series rodadas por afroamericanos, porque siguen siendo minoría. El color de la piel es una marca en América, una sospecha. En la vida real el negro es el primer sospechoso. En ocasiones, la policía ni pregunta, simplemente, dispara. Y esto continúa mostrándose en las ficciones audiovisuales: la lucha por los cambios raciales que comenzaron en los sesenta. El poder negro abriéndose paso desde las manifestaciones de la cultura popular.
No es extraño que en la década de los sesenta aparecieran películas como ‘Adivina quién viene esta noche’ (Stanley Kramer, 1967), ‘Rebelión en las aulas’ (James Clavell, 1967) o ‘En el calor de la noche’ (Norman Jewison, 1968). Todas protagonizadas por Sidney Poitier y que hablaban de la ‘desconexión’ entre blancos y negros. Ni tampoco es extraño que en los cómics empezaran a crearse los primeros superhéroes negros que reflejaran su identidad. En Marvel, Stan Lee y Jack Kirby crearon en 1966 a Pantera Negra; y en el 69, el propio Lee y Gene Colan, a Halcón; en 1972 Archie Goodwin y John Romita Senior crearon a Luke Cake; y en el 75 apareció la mutante Tormenta (Len Wein y Dave Crockum). Hay más, James Rhodes o Capa, pero eran una minoría y excepto Pantera Negra y Luke Cake junto a Iron Fist en ‘Héroes de alquiler’ ninguno tenía colección propia. Obviamente, DC no podía vivir al margen de la realidad e ideó sus superhéroes de color, primero el Green Lantern John Stweart en 1971 y, luego, en el 72, Relámpago Negro, creado por Tony Isabella y Trevor Von Eeden. Hay más, claro, sin embargo se mueven en los márgenes y rara vez tienen cabeceras propias.
De hecho, la serie del canal CW que puede verse semanalmente en Netflix aborda la figura secundaria de Black Lightning para hacer aflorar desde una perspectiva asequible la cuestión racial. Como el serial ‘Luke Cake’ asume las coordenadas del blaxploitation para señalar lo mismo desde la estética afroamericana.
No son las únicas. Tanto producciones televisivas como ‘Atlanta’, ‘Insecure’, ‘American Crime Story: The People vs O.J. Simpson’, ‘O.J.: Made In America’, etcétera; a películas como ‘Loving’, ‘El nacimiento de una nación’, ‘Déjame salir’, ‘Moonlight’, ‘Detroit’, ‘Figuras ocultas’ y otras muchas, hacen aflorar los conflictos históricos y actuales de un país cuyo predominio blanco viene enterrando la situación de hombres y mujeres de raza negra.
El género de superhéroes favorece las líneas de reflexión en cuanto que las hace más asequibles para todo tipo de público, sobre todo para los jóvenes. En este mundo global y multirracial el género de superhéroes se ha preocupado por mostrar esas diferencias. ‘Runaways’ es un ejemplo palmario. En este grupo de adolescentes encontramos un negro, una asiática, una latina, tres blancos, al tiempo que revelan arquetipos reconocibles para cualquier joven. El hecho del inminente estreno de ‘Pantera Negra’, de la inclusión de Halcón en Los Vengadores, o de la teleserie ‘Luke Cage’, obedece al intento de reflejar la diversidad de razas, de normalizarlas en cierta medida, pese a los discursos de Obama de que no hay una América negra ni blanca ni asiática…, solo Estados Unidos de América. Con Donald Trump, es obvio, todo esto vuelve a estar en la línea de fuego. Porque la ficción se preocupa y está atenta a los graves problemas de raza que existen en el país de las barras y estrellas.
Como hace Luke Cage (Mike Colter), Jefferson Pierce/Black Lightning (Cress Williams) más que luchar con adversarios poderosos, némesis, salvar la Tierra y vivir aventuras épicas, lo que buscan ambos héroes o su relación con sus poderes parte directamente de otro prisma: ayudar a los negros, a la ciudad, al barrio, es decir, a la comunidad negra a salir adelante de la opresión social, de las drogas, de la violencia, de la prostitución, etcétera, porque estos son los verdaderos males, no amenazas extraterrestres ni némesis locos.
La serie creada por Salim Akil se inspira en el superhéroe de DC pero a diferencia de otras series de CW más juveniles como ‘Flash’ o ‘Supergirl’, ‘Black Lightning’ intenta mostrar un lado más maduro y problemas terrenales, aunque sin renunciar a la vertiente juvenil a través de la hija menor del protagonista. Aquí encontramos a un superhéroe que dejó de serlo, para convertirse en el director de instituto y ayudar a los jóvenes negros desde la educación. No es anecdótico que la ausencia de Black Lightning coincida con la presidencia de Obama. Y que reaparezca en estos momentos tampoco. El poder coloca al personaje en una encrucijada desde el lado personal. Lo interesante es la lucha entre lo privado y lo público. Y, también, cómo en la lucha no violenta de Martin Luther King (a quien se nombra y se cita) se plantea el cambio desde la paz o la guerra, por entendernos.
A la vez se intuye que la hija mayor de Jefferson Pierce, Anissa (Nafessa Williams) también adquirirá poderes. Ella es una chica comprometida, que reivindica la identidad de los negros en una sociedad en la que nada ha cambiado. Porque como advierte, si no consiguen que todos sean libres –la comunidad negra-, ninguno lo será. Es además una teleserie abierta en la exposición del sexo, las relaciones lésbicas y las relaciones liberales y adultas de confianza entre padres e hijos.
‘Black Lightning’ apenas se preocupa por las secuencias de acción. Estas quedan relegadas a la mínima expresión, incluso se asumen como mal menor del género, pero con seguridad es lo más endeble de la propuesta. La introducción de temas de hip hop, funk, y otros estilos de música negra adquiere lecturas que adscriben la serie a la constante referencialidad en la que se mueve (imágenes en la tele de los Pierce de ‘El príncipe de Bel-Air’; un cómic de Los Outsiders, grupo en el que se integra Relámpago Negro…), mediante una puesta en escena funcional, consciente de los modos de representación de la cultura popular más asequible, pero no por ello menos eficaz, porque por encima de otras consideraciones está la reivindicación racial a través del entretenimiento.
Un entretenimiento que pone en el foco/disyuntiva la violencia o la palabra/educación como motor de cambio. ‘Black Lightning’ parece decir que si durante la presidencia de Obama la integración se podría hacer mediante la educación, ahora, con la presidencia de Trump, la única opción es bajar al fango, ensuciarte las manos y pelear, pese a que la violencia no es la primera opción, pero en ocasiones uno solo puede protegerse. La escena del piloto en el que unos policías paran el coche de Pierce y sus hijas es ya una imagen icónica cargada de connotaciones políticas y sociales que se rastrea en la ficción audiovisual norteamericana. Pero lo relevante es el vínculo con lo real, con lo que uno lee o ve en los distintos medios. En este sentido, la visibilidad de Black Lightning, Luke Cage y en unos días de Pantera Negra, representan la ‘plegaria’ negra a una diversidad que está lejos de encontrar la equidad, a pesar de que las series de televisión están poniendo su grano de arena para alcanzar el deseado equilibrio.
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