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Inma Cuesta, Anna Castillo y Paco León son los sirvientes de Ava Gardner en la serie. SUR
'Arde Madrid': Mucho arte y muchos cojones

'Arde Madrid': Mucho arte y muchos cojones

Sur en serie ·

La serie creada por Paco León y Anna R. Costa es un retrato divertido, amargo y hondo de los defectos de la España de los 60

miguel ángel oeste

Lunes, 19 de noviembre 2018, 00:59

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En 'Arde Madrid', la fabulosa serie-festiva creada por Anna R. Costa y Paco León hay mucha, pero que mucha miga. O mucha tela que cortar, porque en las decisiones estéticas y en la disección de aquella realidad hay genio, inventiva, agudeza para mirar y demasiados detalles que no se perciben con un único visionado. 'Arde Madrid' es una ficción que se bebe con la facilidad con que Ava Gardner se bebía la vida. Pero sobre todo es una serie de y sobre mujeres en una España defectuosa, donde empiezan a vislumbrarse otros modos de estar y ser en un ambiente de represión que aspira a la libertad. De ahí que los creadores desplieguen mala leche y en ocasiones tiendan al esperpento en su crítica de una España miserable.

He dicho que es una serie festiva, porque se ve y pasa así, como si uno asistiese a esas fiestas que organizaba la diva en su casa de la calle del Doctor Arce a inicios de los sesenta, donde vivió una temporada y coincidió con el matrimonio Perón. Hay momentos divertidos, claro, los autores parten de la comedia (y se mueve por el género), pero eso no implica que no haya tristeza, amargura, profundidad en todo lo que late por debajo de aquella España contradictoria, o de aquellas dos Españas que convivían por entonces: la que simbolizaba el aperturismo americano y el franquismo.

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'Arde Madrid' es un viaje. El viaje de Ana Mari (Inma Cuesta), una profesora de la Sección Femenina, coja, virgen, rígida, a la que le encargarán que espíe a la actriz norteamericana, por lo que pasa a integrar el servicio de Ava Gardner (Debi Mazar), formando un matrimonio de pega con Manolo (Paco León), un pícaro, un buscavidas, caradura, que trabaja como chófer de la actriz. La otra sirvienta es Pilar (Anna Castillo), una joven que se ahoga en esa España rancia y que necesita volar. En realidad, 'Arde Madrid' no es solo el viaje de Ana Mari, sino de las tres mujeres, pese a que el de Ana Mari resulta el más profundo. Inma Cuesta –cuya composición del personaje de Ana Mari es para ponerle un monumento–, despliega muchos matices físicos y psicológicos a través de una construcción voraz, magnética, portentosa en cada una de sus etapas. Pero también es el viaje de Pilar, a quien Anna Castillo dota de la espontaneidad que le caracteriza, mientras en su evolución resulta palpable la necesidad de un nuevo aire, en sintonía con la metáfora del país. Y a la vez es el viaje de Ava Gardner, un desafío muy complicado para la actriz Debi Mazar, que esta solventa con energía, moviéndose en un raro equilibrio entre la perspicacia artística y la vulgaridad de los cojones que ella misma alude. Igualmente destacables son las composiciones de Fabiana García Lago como Isabelita Perón y de Osmar Núñez como Perón.

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En la dirección de las actrices y los actores –no hay ni uno que desentone, todos muestran el gesto preciso– tiene bastante que decir Paco León. Como ya hiciera con sus Carminas y 'Kiki, el amor se hace' el genio de León consigue que unas y otros representen sus miserias, debilidades y alguna fortaleza en conjunción metafórica con los contrastes de un país, y, también, entre la vulgaridad de cualquier vida y los momentos más sutiles o brillantes de la misma, efímeros como los efluvios de la fiesta.

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Todo lo que está en 'Arde Madrid' de un modo más elaborado estilísticamente está en sus películas: la igualdad con que ve a los pudientes o influyentes en cualquier faceta y la gente común, la liberación sexual, la crítica sarcástica, la porosidad con que transita el género de la comedia, moviéndose en márgenes o centros de gran agudeza para poner el dardo envenenado o acre justo en el instante exacto, el manejo del vodevil en un cruce moderno entre Berlanga y Renoir en el que resuenan ecos neorrealistas. Y todo esto lo hace mediante una mirada penetrante, que navega entre lo vulgar y lo sutil, con un control milimétrico del tempo narrativo, de la duración exacta del plano o de la dilatación/aceleración de la secuencia o de la ralentización de la misma, que otorga un ritmo inusitado, propio, pues desde la intencionada y soberbia puesta en escena de 'Arde Madrid' se organizan los conflictos físicos, psicológicos, sociales, etcétera, de unas tramas que esconden más de lo que revelan en la superficie.

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La decisión de que la fotografía de la serie sea en blanco y negro tiene toda la intención. Como que el autor sea Pau Esteve Birba, sí, el de 'La peste', a la que dio una textura tangible, porosa, oscura que casi traspasaba la pantalla, mientras que en 'Arde Madrid' crea un blanco y negro vaporoso, nítido y a veces parcialmente brumoso, pero limpio que sirve para contrastar con la negritud y lo sombrío de aquella España. Así, la fotografía de Pau Esteve Birba es eminentemente narrativa, su luz cuenta tanto como el diálogo, y esto es relevante, porque en la postura estilística de Paco León esta ficción televisiva resulta ejemplar.

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'Arde Madrid' resulta inabarcable en los detalles. Se puede pensar que por el uso de algunos clichés o de tópicos la serie reste en ambición o potencia, pero es precisamente lo contrario, la utilización de algunos tópicos le sirve para profundizar en lo relevante de los espejos sentimentales y estructurales que retrata. Y eso sin olvidar que la tan comentada fosilización de la comedia española parece un chiste en la lúcida mirada de Paco León, acompañado en esta ocasión por Anna R. Costa.

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La serie comienza con un paneo que revela un patio interior donde unas jóvenes de la Sección Femenina hacen gimnasia. El plano corta a otras jóvenes cosiendo y a Ana Mari de espalda mirando por la ventana a las jóvenes que hacen gimnasia. Luego la vemos caminar por la clase de costura mientras suelta: «si tu marido te pega tienes que pensar qué he hecho mal, porque él lo hace para que aprendáis…» Ese viaje de Ana Mari al que aludía –en el que resulta esencial su relación con Ava Gardner y el propio cambio con el que los personajes miran- se completa al final del último episodio, cuando verbaliza «no quiero que un hombre me diga esto sí y esto no y estar agradecida porque no me pegue…». Un círculo evolutivo que pone de manifiesto la conexión entre pasado y presente, entre una sensibilidad que mira en femenino como camino ineludible para la representación. Y este es solo uno de los muchos análisis y aproximaciones desde el que abordar esta estimulante creación consciente del mundo en el que vivimos y de la herencia aún por erradicar.

Debi Mazar interpreta a Ava Gardner en 'Arde Madrid'.
Debi Mazar interpreta a Ava Gardner en 'Arde Madrid'. SUR

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