Lo simple es infinito
SANDRA PEDRAJA
Sábado, 1 de noviembre 2025, 01:00
Noviembre llega cargado de controversia y posibilidades musicales para todas las tribus. En menos de una semana, Rosalía ha incendiado las redes con Berghain, el ... adelanto de su nuevo disco, 'LUX', dividiendo al planeta entre devotos y detractores. Los primeros la veneran; los segundos la acusan de copiar a Kanye West, exprimir a Björk y buscar titulares fáciles, entre otras florituras. Los prorrosalistas, mientras tanto, sabemos que si copiar diera éxito, todos tendríamos un Premio Planeta. Guiños literarios aparte, Radiohead vuelve a los escenarios, arrancando gira en Madrid. Conseguir una entrada ha sido más difícil que una cita con el dermatólogo. Curiosamente, hasta ellos tienen su sombra de plagio: reconocieron haberse «inspirado» en The Hollies para Creep, pero luego demandaron a Lana del Rey por lo mismo. Ironías del karma... o del copyright.
Ese mismo martes, 4 de noviembre, mientras Radiohead inaugura su gira europea, Gustavo Santaolalla (Argentina, 1952) subirá al escenario del Teatro Cervantes. Santaolalla es un chamán moderno, un sabio nacido con el don de la música, que entiende que la tecnología puede ser aliada del instinto. Su trayectoria es un mapa sonoro del alma latinoamericana.
Y aunque muchos crean no conocerlo, todos hemos escuchado su música alguna vez. Su creación es inabarcable: cruza generaciones y estilos. Los más jóvenes lo han sentido en 'The Last of Us', el videojuego, y después la serie, donde su ronroco se volvió símbolo del apocalipsis emocional contemporáneo.
También ha dejado huella en el cine con bandas sonoras inolvidables como 'The Insider', 'Amores Perros', 'Diarios de motocicleta', 'Biutiful' o 'The Book of Life'. Su consagración llegó con 'Brokeback Mountain' (2005), que le valió su primer Oscar, y al año siguiente con 'Babel' (2006), su segundo Oscar consecutivo.
Desde los ecos del rock argentino de los 70 con Arco Iris hasta la épica intimista del cine de Iñárritu, Santaolalla ha producido discos que marcaron época, de Café Tacvba a Juanes, de Molotov a Bajofondo. Su música sigue diciendo lo mismo: que lo simple es infinito, y que lo profundo, cuando es honesto, nunca envejece.
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