Nerea Blanco: «La filosofía no es solo lo que dijeron unos señores, es una manera de estar en el mundo»
Fundó la plataforma Filosofers convencida de que otra manera de contar esta disciplina es posible. El jueves ofrece una charla en el Centro Cultural Fundación Unicaja
Otra manera de contar la filosofía es posible. Nerea Blanco lo hace a lomos de una Harley, con perspectiva de género y a ritmo de ... rock and roll ('Una Historia de la filosofía en Harley', a la venta el 22 de enero). Desde hace una década, la filósofa intenta romper con los clichés de esta disciplina para acercarla a la calle de forma divertida y amena. Empezó con la plataforma Filosofers y hoy continúa con publicaciones, colaboraciones en medios y conferencias como la que el 11 de diciembre ofrecerá en el Centro Cultural Fundación Unicaja, dentro del ciclo 'Cultura 360º'. La cita es a las 19.00 horas, con entrada libre y bajo el título 'Filosofía para tiempos de desinformación'.
–¿Cómo nos ayuda la filosofía en estos tiempos de desinformación?
–En estos tiempos en general. La filosofía es una herramienta. No es solo lo que dijeron unos señores, es una manera de estar en el mundo, de utilizar la lógica y los argumentos para definir, pautar y organizar un poco lo que está pasando. Si piensas bien, actuarás mejor. Pararnos a pensar nos puede ayudar a todos mucho.
–Pero no hay tiempo.
–Claro, pararse es imposible. Aunque el cuerpo te esté chillando, no paramos. Nos encontramos con muchísimo ruido constante de lo que llaman información, pero en realidad es ruido. Y está totalmente fragmentado, te llega a trozos desde tu burbuja. No hay tiempo, pero igual que lo sacamos para barrer y fregar la casa, pues también habrá que sacarlo para limpiar un poco todo el ruido que nos llega.
–¿También hay filosofía 'low cost' y de consumo rápido?
–Claro, ahí tenemos la autoayuda. El estoicismo que se ha puesto de moda: métete un chute mínimo de algo y siente que has parado un poco, pero en realidad no. Claramente, la vida requiere de otro ritmo al que estamos llevando.
«Pararnos a pensar nos ayuda a todos: si piensas bien, actuarás mejor»
–¿La filosofía puede cambiarte la vida o solo te guía en el camino?
–¿La meditación puede cambiarte la vida? Pues quien haga muchísima meditación dirá que sí, que aprendes a mirar el mundo de una manera distinta, te mueves de manera distinta y respiras de una manera distinta. Con la filosofía igual.
–Dice Javier Gomá que todos somos filósofos.
–Hay filosofía en todas partes, lo que pasa es que hay niveles. Todos cocinamos, pero no todos somos cocineros profesionales. Hay gente que ni se para a cocinar porque ya no tiene tiempo y simplemente mete las cosas en el microondas. Estamos llegando a un punto en que a lo mejor ya no todos somos filósofos, ni todos somos cocineros porque hay quien nos prepara la comida y nos manda los tuppers hechos.
–Y, como sucede con la comida ultra procesada, no es bueno para la salud.
–Claro, porque somos cuerpo, pero también mente. Y lo que tu mente te dice afecta al cuerpo.
–Rompes con el cliché de una filosofía inaccesible e incomprensible para la calle.
–Es que si asociamos la idea de que cocinar es ser una estrella Michelin, vamos mal. Y hemos asociado que la filosofía es Hegel, Schopenhauer y gente que no se entendían ni ellos y que además eran tristes y melancólicos. Y luego, encima, el marketing que le han hecho a la filosofía en los últimos años es que solo son filósofos los que son tediosos, pues así vamos.
–En tu próximo libro recorres la filosofía a lomos de una Harley, con perspectiva de género y a ritmo de rock and roll. ¿Se puede?
–La historia de la filosofía se puede contar de una manera mucho más amable, más dinámica. Y hay mujeres, pero nunca cuentan cómo han influido ellas a lo largo de la historia de la filosofía. ¡Qué dolor! A estas alturas de la película siguen saliendo libros de historia con los mismos nombres de señores. Y lo de la Harley es porque quería ir deprisa. La gente tiene un tiempo limitado, no puedes decirles que para estudiar la historia de la filosofía se tiene que coger los cuatro tomos de Copleston, que son mil páginas cada uno; ni tampoco dársela supermascada como si fueran tontos. Un término medio.
«Hemos asociado que la filosofía es gente que no se entendían ni ellos y además eran tristes»
–¿Eres motera?
–Yo soy siempre paquete. No tengo ni carnet de conducir. Mi salud es complicada, siempre estoy enferma. Yo no me veo dentro de un coche y que de repente me dé una migraña o un pinchazo y me quedo paralizada.
–Te diagnosticaron fibromialga. Convives con el dolor.
–Sí, pero la filosofía ahí también me ayuda mucho. La mayoría de los filósofos estaban enfermos.
–Una enfermedad te obliga a plantearte tu vulnerabilidad…
–Si el cuerpo te impide, lo que más tienes es la cabeza. Los filósofos hemos recurrido a la cabeza para no estar pensando todo el rato en que no puedes moverte y esas cosas.
–Sobre la perspectiva de género, no se trata solo de que no haya nombres de mujeres en los libros, es que el pensamiento que hemos conocido es solo el de ellos.
–Claramente. Te lo suelen contar hombres que hablan sobre los problemas de los hombres. Y ojo, todos queremos saber cómo está hecho el mundo, tenemos interés por el bien y el mal y otra serie de cosas. Pero también tenemos otros problemas, nuestro cuerpo funciona distinto. Vamos a ver qué pasa si lo miramos desde otros ojos y cómo las mujeres responden a quién soy, de dónde vengo y a dónde voy. ¿Que quién soy? Lo que me habéis dejado, cabrones (ríe). Para que veas que tengo alma de rock and roll.
–Creas 'Filosofers' con 28 años. Mujer, joven y con una plataforma de filosofía. Te verían como un bicho raro, ¿no?
–Si lo ves, lo monto como un logo, intento que no se vea que soy solo una mujer con dos gatos detrás (ríe). Pero al final decidí salir a la luz. Y es curioso porque era la chica de las camisetas, no era la filósofa. Ahora ya por fin he conseguido ser la 'filósofer', ya me conocen como la que hace filosofía cañera. Pero sí, costó. Y luego también tengo otra cosa y es que parezco más joven de lo que soy. Entre que soy mujer, joven, autónoma y con una enfermedad crónica, pues esto ha sido la fiesta de la precariedad. Pero aquí estamos.
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