Manuel del Campo: «¿Que cómo quiero que me recuerden? Lo veo tan lejos que no lo he pensado»
A un mes de cumplir 92 años, el hombre que lo ha sido todo en la música de Málaga recibe hoy la Medalla de la Ciudad
«Todo lo que tenía que tocar ya lo he tocado», responde Manuel del Campo. Pero cuando le pedimos que se siente junto al piano ... para hacer una foto, el maestro empieza a improvisar y encadena con elegancia y una enorme sensibilidad una melodía tras otra. La cámara ya ha hecho su trabajo, pero él continúa. Quien es músico, lo es para siempre. El próximo 20 de mayo este malagueño que nació en la céntrica calle Sebastián Souvirón cumplirá 92 años. Y en este tiempo Manuel del Campo lo ha sido todo en la música de Málaga: profesor, gestor, compositor, pianista, director de orquesta, investigador y crítico. Solo la pandemia le ha hecho dejar de escribir sus reseñas en SUR tras décadas analizando la actualidad creativa de Málaga. Es de los últimos fieles de la Olivetti. Nunca ha querido saber nada de ordenadores ni de «inmóviles», bromea al referirse a los teléfonos.
El Ayuntamiento le agradece hoy su aportación a una tierra de la que le gusta «hasta el terral» concediéndole la máxima distinción: la Medalla de la Ciudad para su nuevo Hijo Predilecto. «¿Que cómo quiero que me recuerden? Lo veo tan lejos que no lo he pensado», asegura durante una charla calmada en su refugio de la Cala del Moral en la que constantemente refiere fechas exactas, nombres y lugares que le reafirman como una enciclopedia viva de la música. Su mayor tesoro, también su mayor miedo: «Es lo que más me preocupa, el día que pierda la memoria». Pero al momento vuelve al presente, a lo que importa. «Vamos a mirar qué vamos a comer esta noche y ya está».
-¿Sigue tocando?
-Cuando ha gustado tanto y se tiene afición, no se pierde nunca. Pero la ejecución ya no es la misma.
-Siempre ha sido muy disciplinado.
-Si uno no estudia un día, lo nota uno. Si no estudia dos, lo nota el público. Y si no estudia tres, lo notan hasta los críticos (ríe).
-¿Y usted ya no estudia?
-Ya no, todo lo que tenía que tocar ya lo he tocado.
-Le ha dedicado mucho a la música, quizás demasiado.
-Mucho. Pero me ha gustado, para qué voy a decir lo contrario. He viajado por toda Europa, pero no he querido cruzar el charco nunca. Quisieron llevarme a Madrid en el año 1971, pero a mí me ha gustado de Málaga hasta el terral.
«Quisieron llevarme a Madrid, pero a mí me ha gustado de Málaga hasta el terral»
-¿Cree que su carrera hubiera sido diferente si llega a marchar a Madrid?
-Hubiera sido diferente, pero poder salir e ir a tomar algo al puerto…
-Sacrificó entonces el tener una mayor proyección por quedarse en Málaga.
-Efectivamente. A mí que de Málaga no me sacaran.
-Aún así, ha sido profeta en su tierra. Recibe la Medalla de la Ciudad, ¿le emociona este reconocimiento?
-Sí, claro que me emociona. Todo lo que sea ser profeta en tu tierra, gusta. Aquí me he sentido querido. Todo lo que tenía que hacer creo que lo he hecho, tanto en la composición como en el acompañamiento del piano, como en las clases de magisterio, en el conservatorio… ¡Y he tenido muchas anécdotas!
-¿Le ha quedado alguna asignatura pendiente?
-Pues que no sé conducir, me han tenido que llevar a todos lados.
«Me he sentido querido y todo lo que tenía que hacer creo que lo he hecho»
-¿Y en la música?
-Dentro del piano… Cuando no había arpistas en Málaga yo tocaba con la orquesta de Málaga la parte del arpa al piano. Y he tocado en la ópera, en zarzuelas. Toda mi vida ha sido alrededor de la música, en uno u otro sentido.
-Es un icono de la música en Málaga.
-Solo por los 92 años que voy a cumplir (ríe).
-Con la pandemia, dejó la crítica musical. ¿La echa de menos?
-Pues sí, quizás o no. A lo mejor una cosa muy interesante sí, pero también hay que tragarse muchas cosas. Empecé en SUR con Don Francisco Sanz Cagigas, en torno a 1957.
-¿Y se ha ganado a algún enemigo con sus críticas?
-No, porque además muchas veces al que tú has criticado no se entera, porque son artistas que vienen de fuera. Y yo tampoco le he sacado las tripas a ninguno. No he sido un crítico hueso.
-Lo recuerda absolutamente todo. Fechas, nombres, calles…
-¡La inteligencia de los burros! Sin embargo, yo he sido malo para los números, para las matemáticas. Creo que nunca llegué a aprender cómo se hacía una raíz cuadrada. Yo he sido más de letras.
«Lo que más me preocupa es el día que pierda la memoria»
-Pero tiene una memoria increíble.
-Eso es lo que más me preocupa a mí, el día que pierda la memoria. Eso tiene que ser tremendo.
-La realidad musical de Málaga ha cambiado mucho desde que usted empezó en esto. ¿Para mejor?
-Se ha culturizado más. Compañeros míos de música en el Conservatorio que tuvieran el Bachillerato, ni uno. Ahora hay más formación.
-Pero parece que menos afición a la clásica.
-No creas. Como ha crecido la población, crece la afición. Estamos ahora mejor, por supuesto.
-¿La música le ha ayudado a superar los golpes de la vida?
-A lo mejor sin saberlo, yo pienso que sí.
-¿Cómo querría que le recordaran?
-¿Que cómo quiero que me recuerden? Pues mira, lo veo todavía tan lejos que no lo he pensado.
-¿No piensa en la muerte?
-Vamos a mirar qué vamos a comer esta noche y ya está.
-Cuando hace balance de su vida, ¿qué siente?
-Que no estoy arrepentido de nada.
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