El Museo Ruso cierra su año más intenso con Anna Ajmátova y Nikolái Roerich
La poeta y el pintor simbolista protagonizan los dos proyectos que clausurarán a partir de septiembre el ejercicio con mayor oferta expositiva en el centro de Tabacalera
La Colección del Museo Ruso instalada en Tabacalera enfila el tramo final de su año más intenso –hasta la fecha– con dos exposiciones protagonizadas por ... sendas personalidades fascinantes: la poeta Anna Ajmátova y el pintor simbolista Nikolái Roerich. El próximo 27 de septiembre, el centro malagueño inaugurará dos proyectos en torno a cada uno de estos autores que cerrarán el ejercicio de mayor actividad expositiva en la filial inaugurada en marzo de 2015. Intenso no sólo en lo cuantitativo (hasta seis muestras pasarán por los pabellones de Tabacalera este año), sino también por lo cualitativo en la ambición de las propuestas y en el hecho de haberse sumado a la programación de PHotoEspaña con la actual muestra de Dmitry Lookianov, que podrá visitarse hasta el próximo 8 de septiembre.
Bautizada de manera oficiosa como «la gran dama de la poesía rusa», Anna Ajmátova protagonizará un montaje que ofrecerá retratos de la autora y de algunos intelectuales que pasaron por su vida, además de poemas, libros y objetos personales. La vicedirectora del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, Eugenia Petrova, será la comisaria de la muestra programada hasta el 1 de marzo de 2020.
«La vida y la poesía de Anna Ajmátova conocieron un antes y un después del terror estalinista. Su voz de juventud es hedonista, musical y ensimismada, con vislumbres proféticos de un futuro solitario. (...) Atraídos por su magnetismo irresistible, entran y salen de su vida grandes poetas como Mandelshtam o Gumiliov, con quien se casó muy joven, artistas como Modigliani o eruditos como su segundo marido, Vladimir Shileiko. El mundo exterior no entraba en su lírica en aquella época sino como telón de fondo de unas pasiones que elevaba a la categoría de arte«, avanzan desde el Museo Ruso.
La revolución y la guerra trajeron el fusilamiento de Gumiliov y el arresto de su tercer marido –el historiador Nikolái Punin– y de su hijo. Hechos que «iban a forjar una segunda voz de madurez, más solidaria y doliente, más seca, más impersonal». Fruto de esas experiencias surge 'Réquiem', «el gran poema de las víctimas del comunismo, el que, prohibido, se transmitió de memoria como un fuego sagrado«, esbozan en el museo malagueño.
De la mano de Ajmátova, el centro estrenará también el 27 de septiembre una propuesta en torno a Nikolái Roerich, «maestro del simbolismo ruso y personaje extraordinario en la escena cultural de su época», esbozan en Tabacalera. Petrova también firma este montaje que a través de más de 70 piezas repasará toda la trayectoria del autor.
Desde el Museo Ruso avanzan que Roerich (1874-1947) «fue mucho más que un excelente artista: promotor de la cultura y la paz, expedicionario, investigador arqueológico, escritor y figura pública, estuvo en continuo contacto con intelectuales, científicos y artistas del panorama cultural ruso de la época«.
Después de viajar por la extensa geografía rusa y de colaborar con el promotor de los Ballets Rusos, Serguéi Diáguilev, Roerich puso rumbo a Estados Unidos en 1920. Tres años más tarde, emprendería junto a su familia una expedición por Oriente. «El viaje duró cinco años y los llevó hasta lugares como el Turquestán chino, Altai, Mongolia y Tíbet. Durante aquel recorrido Roerich elaboró aproximadamente 500 pinturas que reflejan la evolución de sus conceptos filosóficos y su percepción del esplendor de regiones como la del norte de la India. Terminada la expedición, la familia se instaló definitivamente en el Valle Kulu, en las colinas al pie de los Himalayas«, ofrecen desde el Museo Ruso.
El 'Pacto Roerich'
Roerich regresaría a Estados Unidos al final de aquella aventura para inaugurar un museo con su nombre e impulsar una alianza internacional en defensa del patrimonio cultural. El llamado 'Pacto Roerich' tendría su propia firma solemne el 15 de abril de 1935 en Washington, con la presencia del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y de representantes de 20 países de diferentes latitudes.
Una biografía intensa y una obra enigmática para un artista influido de manera crucial por el pensamiento oriental. Credenciales que preceden a la llegada de Roerich al Museo Ruso de Málaga, que enfila ya el último trimestre de su año más intenso. Al menos, por ahora.
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