Gómez-Jurado, sobre el final del Universo Reina Roja: «Una lectora me dio un cojinazo en la cabeza. Ha sido la crítica más bonita»
El autor habla del final de su popular saga con la publicación de 'Todo muere', que ha presentado este jueves en el Aula de SUR
Hacerle una entrevista a Juan Gómez-Jurado en estos momentos tiene cierto mérito. Sobre todo porque no podemos hablar del argumento de su última novela, ' ... Todo muere' (Madrid, 1977), que este jueves lo trae a Málaga para presentarla en un acto organizado por el Aula de Cultura de SUR y Penguin Random House en el cine Albéniz. Pese a ello, las entradas están agotadas, como la primera edición del libro que cierra su popular Universo Reina Roja. Todo sea dicho, las limitaciones a las preguntas sobre el libro no importan, porque el escritor se explica por los codos en esta entrevista en la que aborda su adiós al Universo Reina Roja, su condición de «caniche bailarín» de este «circo», su pasión versus jubilación y las adaptaciones de su saga en Prime Video, que precisamente ha traído a Málaga el rodaje de la segunda temporada.
–En nuestra última conversación usted todavía ejercía también de periodista…
–Lo hago de vez en cuando, pero eso no es ser periodista.
–¿Le ha cambiado la vida dedicarse en exclusiva a la novela?
–Es la vida que siempre quise tener, así que estoy muy agradecido por poder dedicarme de una manera tan intensa a este oficio de contar historias. Sí, la verdad, me ha cambiado mucho.
–¿Echa de menos el periodismo?
–No, porque ahora ya no depende de que pasen cosas fuera para poder contar historias. Solo dependo de lo que pasa dentro de mi propia cabeza. Y bastantes desgracias ocurren ahí dentro.
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Título: 'Todo muere'
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Autor Juan Gómez-Jurado.
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Presentación:
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Jueves 12 de diciembre, a las 18,30 horas, en el Cine Albéniz, con la presencia del autor y de Arturo González Campos. Organizado por Ediciones B (Penguin Random House) y Diario SUR, con el patrocinio de Fundación Unicaja y Cervezas Victoria.
–Del argumento de 'Todo muere' no podemos hablar, ¿verdad?
–Me temo que no.
–¿Y cómo se presenta un libro del que no podemos contar nada?
–Echándole imaginación. Podemos hablar de que el libro está batiendo récords incluso dentro del Universo Reina Roja ya que estamos en la segunda edición. Y la primera era de 150.000 ejemplares. Quiere decir que vamos muy bien. Y también podemos contar, que el otro día, en Bilbao, se acercó una lectora con una bolsa grande y me preguntó: '¿Te puedo dar mi reacción al final de 'Todo muere'?' Le contesté que sí y entonces me dijo que le había gustado mucho, sacó de la bolsa un cojín y me dio un cojinazo en la cabeza. La crítica más bonita que me han hecho en mi vida.
–¿Y al terminar este Universo Reina Roja también se dio usted un cojinazo?
–Bueno, es complejo porque a la vez hemos cerrado el círculo del universo, pero yo sigo viviendo dentro. Ahora mismo, estoy en el rodaje de la temporada 2 de 'Reina Roja'. La serie y el público me han extendido, digamos, el alquiler y la hipoteca de este universo.
–Lo preguntaba por si después de tanto tiempo los personajes le acaban persiguiendo a uno.
–Había intuido eso en tu pregunta, pero había tratado de no responderte de forma intencionada.
–Ja, ja, ya sabe, hay que insistir.
–Existen estos mitos. Johnny Weissmuller acosado por el fantasma de Tarzán, Conan Doyle por Sherlock Holmes. Pero no son más que tropos que no son reales, porque para mí son como hijos a los que quiero mucho. Una cosa que sí que ha tenido el Universo Reina Roja es que desde que nació, precisamente por el éxito de público, ha existido más allá de los libros. Si eso tan hermoso le pasa a los lectores, pues imagínate a mí. No puedo sentir una liberación porque viven a mi alrededor.
–¿De ese agua no beberé… o el futuro dirá?
–Como sabes perfectamente que voy a mentirte a esa pregunta, ¿por qué la planteas?
–Por si se harta y esta vez lo cuenta.
–La respuesta va a ser mentira.
–Bueno, pues la siguiente. Por aquí tenemos a Javier Castillo, que en algunas cosas es un reflejo suyo y viceversa. ¿Hay pique entre escritores?
–No, no, no, no. Cuanto más novelas y autores contando historias, mejor. Tengo un gran respeto, un gran cariño por mis compañeros, no sólo por Javier, sino por Dolores Redondo, César Pérez Gellida, Manel Loureiro, Rosa Montero y todos los nos dedicamos a escribir. No te encontrarás ese tipo de desavenencias o de piques entre los escritores profesionales.
–Pero usted no tiene empacho en decir que es «el mejor».
–No tengo empacho en decir que, siendo yo un caniche bailarín, soy el mejor caniche bailarín. Que no es lo mismo. Mira, mi trabajo es divertir a la gente y conseguir que haya la mayor cantidad de lectores posible. Y en eso no sé si soy el mejor, pero se me da bastante bien.
–Camino de los cuatro millones de ejemplares. ¿Se tiene la mirada del tigre que decía Apollo Creed para seguir escribiendo?
–No, y te explico por qué. Cada puta vez que tú te enfrentas a la página en blanco, lo haces tú solo. O sea, todos los libros que has vendido en tu putísima vida, no te van a escribir la siguiente línea.
–¿Pero algo ayuda?
–Tienes experiencia y bagaje, pero eso lo tendría igual si no hubiese vendido. Lo único que sé es que cada vez que tengo que escribir la siguiente frase, estoy como el día que escribí la primera: muy vacío y muy solo. Ahí no hay nada. De la misma forma que si te subes a un ring y te gritan o te corean, pero cuando te han dado las suficientes hostias, ya dejas de ver nada y lo único que quieres es seguir adelante y vencer al otro.
–Entonces me está diciendo que sí conserva esa mirada…
–Bueno, la mirada la tiene el tigre, que es al que le tienes que pegar tú y en mi caso la página en blanco es la que posee la amenaza. Lo más fácil es no escribir. Lo más normal, el estado natural de las cosas es el cero. Todo lo demás lo tenemos que hacer nosotros. Y ahí es donde comienza el miedo.
–¿Y se escribe bien con miedo?
–No, claro que no. Pero por otro lado, como no te quedan más cojones que tirar para adelante, pues lo haces.
–Usted es muy combativo con eso de que vender mucho se asocia con lo no literario. ¿Se sigue rebelando contra esa imagen?
–No lo sé. No sé en qué punto estoy ahora mismo. Pero si lo que me preguntas es si tengo algún tipo de reivindicación, más bien lo he abrazado desde el lado contrario. Por eso ponía la metáfora de la feria y el caniche vendiendo entradas para el circo. Ese es mi trabajo y es muy honesto y hermoso. Si eso sirve, todo lo demás me da igual. Lo que no me gustaría y, en eso sí que tengo reivindicación, es que se hiciera de menos el trabajo del caniche y del payaso.
–En 'Todo muere' define el carisma como la capacidad para atraer y fascinar. ¿Usted lo tiene?
–Según mis hijos, no.
–Ja , ja. ¿Y sus novelas lo tienen?
–Bueno, creo que tiene que ver con la pasión, sobre todo. Si tú eres apasionado por lo que haces, si te emociona lo que haces, vas a tirar hacia adelante y a contagiar esa ilusión a los demás. Acabo de estar en Zaragoza y una chica y su madre venían llorando. Estaban muy agradecidas porque después de la pandemia habían perdido la atención, se habían dejado llevar por las distracciones, más que por los placeres, que son cosas distintas. Las distracciones son mucho más inmediatas, menos satisfactorias a largo plazo y exigen menos trabajo. Tener la televisión puesta sin mirarla mientras haces 'scroll' en Instagram es una distracción. El placer de leer un libro, someterte a la exigencia de la imaginación y al requerimiento de la inteligencia es superhermoso. Por eso ellas venían llorando. Agradecidas porque habían vuelto a leer.
–Cualquiera con sus ventas ya podría pensar en retirarse…
–No, jamás. Es que mi pasión es esto, tío. Me gusta mucho leer, ese es el puto problema. El problema es que, cuando era pequeño, alguien me puso la lectura en las manos. Yo miraba alrededor en el colegio y veía a los niños jugando al fútbol, lo que es sanísimo y buenísimo. Pero me daba cuenta de que era el único que estaba dispuesto a dejarlo por sentarme con un libro en las manos. Hoy en día no es tan raro. Más bien al contrario. Por eso cuando me dicen que los niños leen menos que antes digo no, no es cierto. Los niños están más en peligro que antes porque les dan los móviles demasiado pronto. Pero los niños leen más que cuando yo era pequeño y tengo mucha confianza en los chavales, en la juventud.
–¿Y la serie es mejor que los libros?
–No, creo que 'Reina Roja', la serie, es mejor que la novela.
–¿Pero eso me lo dice en serio?
–En serio. Cuando los lectores me preguntan si estoy satisfecho con la adaptación, yo les digo en broma que también la he hecho yo. Se ríen enseguida porque entienden, que en realidad es precisamente al revés. Estoy hablando contigo en el rodaje, rodeado de camiones y de gente que tiene una pasión brutal. Hoy están mis hijos interpretando a dos mafiosos en el funeral de Aslan Orlov en una iglesia de Málaga –el rodaje de esta escena es en Madrid– y claro, hoy no podía faltar. Y veo una clase de pasión que no se paga con dinero.
–¿Por qué ambientó 'Loba negra' en Málaga?
–Pues porque es muy poderosa, bonita, cosmopolita y, a la vez, tiene los problemas de toda la costa. Y también porque fue puerto de piratas y de contrabandistas. De todas formas, el Universo Reina Roja no es España, sino un universo paralelo. Ocurre cerca, pero mi Málaga no es la real. Lo que yo quería contar transcurre en un lugar sin el brillo de la calle Larios.
–Para la novela 'Loba negra' sí que sacó su espíritu de periodista ya que los agentes de la Udyco Costa del Sol fueron unos buenos asesores.
–Lo que tuve fue suerte. Yo no me inventé que los rusos llevaban la coca en Nocilla a Málaga. Eso pasó en la vida real. Pero tuve la inmensa suerte de que la gente que se dedica a cuidarnos y a protegernos también tuvo unos ratitos para poder ayudarme a que todo tuviera más peso y densidad.
–¿Cómo será la segunda temporada?
–Lo que te puedo contar es que vuelvo a ser productor ejecutivo, junto a Koldo Serra, Pera Roca y Elena Medina, que está en el guión también. Estamos muy contentos y satisfechos. Y me lo estoy pasando muy bien, rodeado de gente que es muchísimo más inteligente que yo.
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