«Guardo recuerdo de cosas que no he vivido»
Publica 'Esa puta tan distinguida', una novela que indaga en el difuso terreno de la memoria y la realidad y en la que vuelve a la Barcelona de la postguerra
CÉSAR COCAn En Twitter @cesarcocag
Lunes, 11 de abril 2016, 00:36
Juan Marsé ha vuelto a asomarse a su mundo, a esa Barcelona gris de la postguerra y a esos perdedores entrañables -incluso cuando hacen daño ... a sus semejantes- que pueblan su universo literario. 'Esa puta tan distinguida' (Ed. Lumen), la novela que llega hoy a las librerías, es una nueva exploración en la frontera entre memoria y realidad. O en la memoria como el único paraíso que nunca nos puedan arrebatar y el olvido como estrategia de supervivencia. De todo ello, y de los guiños a sus más fieles lectores que salpican el texto, habla en esta entrevista.
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uEsa puta tan distinguida' Ed. Lumen. 240 págs. Precio 21,90 euros (ebook, 12,34).
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uArgumento Un escritor debe preparar un guion para una película sobre un crimen en Barcelona a finales de los cuarenta
- Ese título y esa portada jugando al equívoco... Y aunque la puta del título es la memoria, algunos guardianes de la corrección política lo van a crucificar. ¿Le importa?
- La opinión que tengan de mi persona los guardianes de la corrección política me importa un bledo. Mejor dicho, si la opinión es mala, sé que voy por buen camino.
- Su novela tiene como telón de fondo el mundo del cine. Da la impresión de que fue su paraíso. ¿Es así?
- Lo fue durante mi infancia y adolescencia. Si no el paraíso, algo que se le parecía mucho. Y en aquellos primeros años de aprendiz de escritor, me atrevo a decir que el cine fue para mí tan importante como la lectura. Valoraba tanto a John Ford o a Lubitsch como a Stevenson o Dickens. Hoy ya no es lo mismo, hoy la tecnología está acabando con el cine como arte. Predomina un cine que produce tebeos con asombrosos efectos especiales, un cine para adolescentes. Muy pocas cosas llegan a interesarme.
- Hablemos de la memoria, el tema central de la novela. ¿La literatura es la sublimación de la memoria o la construcción de la misma?
- La literatura de ficción se nutre de la memoria, aunque a menudo lo hace enmascarando esa memoria, que puede ser reelaborada, según el propósito de la obra. En cualquier caso, no concibo un escritor, por fantasioso que sea, trabajando sin memoria. Puede ser una memoria personal o colectiva, la llamada memoria histórica.
- El narrador trata de bucear en la memoria del hombre que mató a una mujer pero no recuerda el motivo. ¿La memoria termina por ser una especie de abogado defensor, embellece nuestro pasado e inventa disculpas para nuestros errores?
- En este caso, ateniéndonos al tema central de la novela, el abogado defensor podría ser la desmemoria, no la memoria de un crimen. Lo he dicho antes: el olvido es una estrategia del vivir. En muchos casos comporta una dolorosa pérdida; en otros, esa pérdida puede ser un bálsamo. Todos recordamos cosas que preferiríamos olvidar.
Salir del infierno
- Los personajes toman una cita ajena para decir que la memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. Pero también es el único infierno del que no podemos salir. ¿O sí se puede y eso explicaría que personas que han cometido crímenes horribles puedan seguir viviendo?
- No sabría qué decir. Claro, la memoria culpable ha se ser un infierno, sobre todo en el caso de un crimen. No soy un experto en la cuestión, que pertenece más bien a la siquiatría, o la conciencia de cada uno o tal vez al confesionario, pero me gusta pensar que también habrá una salida, una forma de reconciliarte contigo mismo y con el mundo.
- La ciencia ficción ha especulado con la posibilidad de estados totalitarios donde se introdujera en la mente de las personas memoria de hechos que no vivieron o sentimientos que no tuvieron. ¿Tendrá sentido entonces la novela, la literatura en general?
- Nunca he puesto en duda que la novela, la literatura en general, tenga sentido. Para mí, si es buena literatura, tiene el mismo sentido que la vida misma, surge de la vida y me remite a la vida. Incluso puede no tener ningún sentido, como en ocasiones la vida misma. Yo guardo recuerdos de cosas que no he vivido. Quiero decir que guardo recuerdo de haber hecho o dicho cosas que nunca hice ni dije. Con bastante frecuencia discuto con mi hermana Regina acerca de pequeñas bromas que yo le gastaba cuando éramos niños, otorgándole el papel de víctima cuando, según ella, la víctima era yo y ella la autora de la broma. ¿Por qué esa asunción de la culpa? Un psicólogo podría tal vez responder a eso.
- ¿Y si el recuerdo no es algo que genera nuestra mente, sino que nos lo crean desde fuera?
- En cuanto a la memoria manipulada por altas instancias del poder, no me cabe la menor duda: a fin de hacernos creer que estábamos en el mejor de los mundos, la versión oficial que daba el régimen franquista acerca de cómo vivíamos los españoles la dictadura era, contra toda evidencia, la de una sociedad feliz, regenerada y reconciliada, adicta y comulgante, cuando la realidad es que predominaba la miseria, el cautiverio, la incultura, la injusticia y las ganas de revancha.
Realidad y memoria
- Por cierto, ¿el crimen en torno al que gira la novela es real?
- Tengo cierto pudor a distinguir la parte real de la parte inventada, como si revelara algo impúdico. De joven no me había interesado el hecho de que madame Bovery pudiera ser real o inventada, y cuando supe que existió en la vida real, tuve una cierta decepción. En la novela rindo un pequeño homenaje a esa juvenil e ingenua preferencia por la ficción frente a la realidad, haciéndole decir al escritor: «Yo no soy un entusiasta de la realidad, no crea. No entiendo por qué esta señora tiene tanto prestigio. El hundimiento del 'Titanic' no es más memorable que el del 'Pequod', ¿no le parece?»
- El narrador puede identificarse con el autor. También ha escrito guiones y en un momento determinado está corrigiendo el texto de una de las escenas clave de 'Caligrafía de los sueños'. En pocos de sus textos se da una identificación así entre autor y narrador.
- Está bien, sí, el narrador podría ser yo. Pero ¿y si le digo que todos los personajes de la novela soy yo? Y no sólo de esta novela, sino de todas las novelas que he escrito. Evidentemente, en esta obra se nota mucho más que en otras.
- ¿Por qué?
- Pues no lo sé. Quizá porque apoyándome en algunas vivencias propias, no tantas como podría parecer, en realidad, me siento pisando un terreno seguro. Esa escena de la mujer tumbada en las vías muertas del tranvía, la de 'Caligrafía de los sueños', pervive entre mis recuerdos juveniles de la calle Torrente de las Flores, un recuerdo que ya no sé si proviene de una imagen real o inventada, y no vale la pena averiguarlo ni debería interesar demasiado al lector. En cualquier caso, la mujer reaparece en 'Esa puta tan distinguida' cuando no era más que un esbozo de personaje, y solo para dar testimonio de cómo la Censura, después de cuarenta años de dictadura, todavía pesaba en el ánimo del escritor.
- Incluso parece que ajusta algunas cuentas con productores y directores, que son fácilmente identificables a partir de un notable parecido de los nombres. ¿Es una espina que tiene clavada, la de esas malas adaptaciones para la pantalla?
- No tengo ninguna espina clavada. En varias ocasiones he explicado por qué no me gustan las adaptaciones que se han hecho de algunas de mis novelas: porque son películas fallidas, no porque considere que no han respetado el original literario en que se han basado. Eso me tiene sin cuidado. Por supuesto, guionista y director tienen derecho a hacer la película que quieran y tienen derecho a equivocarse, pero yo tengo derecho, aplicando un criterio estrictamente cinematográfico, eso sí, no literario, a decir si el resultado me gusta o no. En todo caso, la novela no surgió del deseo de ajustar cuentas con nadie. Dedicar 235 páginas con una escritura tan laboriosa a una idea tan simplona se me antoja una estupidez. Yo apuntaba más alto.
- Hay tres personajes con los que no disimula mucho los nombres. Cito textualmente: «RUFIÁN y TARDÁ, afamada pareja de payasos volatineros y saltimbanquis». Y «PILAR RAJOLA, contorsionista verbal y cómica radiofónica». En ERC no le van a nombrar 'catalán del año', seguro.
- Ni ganas.
Humor y burguesía
- Se cumplen ahora 50 años de la publicación de 'Últimas tardes con Teresa'. Apenas ha vuelto a crear personajes relevantes que pertenezcan a la burguesía, como la protagonista de esa novela. ¿Por qué?
- Yo no escojo el asunto ni los personajes. Me vienen. Quiero decir que el asunto de 'Últimas tardes con Teresa' no surgió del deseo de retratar a la burguesía catalana, ¡lejos de mí un objetivo tan aburrido!, sino del deseo de escribir la historia de un doble equívoco: el romanticismo ideológico de una joven burguesa universitaria, enamorada de un charnego al borde de la delincuencia, la lleva a creer que este chico es un militante obrero adscrito al partido comunista; y él, por su parte, confunde este amor de verano con sus deseos de alcanzar la dignidad y la fortuna ingresando en la buena sociedad catalana. La condición burguesa de la universitaria Teresa Serrat me interesó poco, prefería indagar en su ideología romántica y su mala conciencia de clase.
- Si no ha escrito sobre esa burguesía no es por desconocimiento. Muchos -o todos- de los integrantes de aquella 'gauche divine' con la que se relacionó eran de clase media-alta o directamente alta.
- Efectivamente, conocí y traté a muchos miembros de la llamada 'gauche divine', pero no me hacían falta para escribir ni para trazar el perfil de Teresa. Sólo recabé de ellos información de primera mano sobre las algaradas estudiantiles de los años cincuenta en la Universidad de Barcelona, en las que algunos participaron.
- 'Esa puta tan distinguida' empieza con un ejercicio de humor. El autor responde por escrito a una entrevista cuyas preguntas el lector no conoce. ¿Se está presentando a los lectores?
- En las respuestas a ese hipotético cuestionario estoy presentando al escritor, sí, y también algunos asuntos que la novela le planteará al lector, por si despiertan su interés. Digamos que es una declaración de principios y a la vez una gentileza del autor.
- Hace unas semanas se reactivó la 'fetua' contra Salman Rushdie. ¿Escribir ficción es hoy un ejercicio más arriesgado que antes?
- Creo que el fanatismo religioso es hoy más peligroso, en efecto.
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