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Regina Sotorrío
Jueves, 24 de septiembre 2015, 00:32
Diego Rodríguez Vargas, presidente del Ateneo de Málaga, expone el lema que presidirá el nuevo curso de la institución: «Cultura en libertad». «¡Qué necesaria en estos tiempos!», exclama ella inmeditamente. Ángeles Caso inauguró ayer en el Rectorado de la UMA la temporada del Ateneo con una denuncia clara: «Tristemente estamos viviendo momentos en los que no solo hay una notable indiferencia hacia la cultura y el pensamiento libre, en muchos casos hay una persecución». «Y sí, yo la he sufrido», añadió en una conversación con la prensa minutos antes de su ponencia, que fue introducida por el director del Centro Andaluz de las Letras (CAL), Juan José Téllez.
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La escritora, periodista e historiadora abría ayer las actividades del Ateneo con su nuevo libro bajo el brazo, Todo ese fuego (Planeta), el relato de la vida de las hermanas Brontë, precisamente «un ejemplo del ansia de libertad». «Se rebelaron contra las condiciones de encierro intelectual, vital y moral al que la sociedad victoriana sometía a las mujeres. Era una rebelión total aunque silenciosa», detalló. Los tiempos han cambiado, pero para Ángeles Caso esa lucha por la libre expresión sigue siendo hoy una necesidad. «Y me pregunto si con el tiempo no nos quedaremos todos boquiabiertos con lo que ha pasado, con que la cultura se haya convertido en un erial. Y me preocupa que buena parte de la ciudadanía no se esté dando cuenta de esto».
En su opinión, existe un «proceso sibilino y oculto» para acallar el pensamiento crítico. «Personalmente sí lo he sufrido y no soy la única». Y argumenta: Quince días después de publicar un artículo sobre la presión fiscal a la clase media mientras aparecían los famosos papeles de Barcenas, le abrieron cuatro inspecciones fiscales.
Esta no es su única batalla abierta. En Todo ese fuego, hay otra gran reivindicación de la que Ángeles Caso hace bandera: ser mujer y escritora. Las hermanas Brontë dieron una lección de valentía publicando a escondidas, incluso, de su círculo más cercano. «Hay que salvar muchas distancias puntualizó pero a las escritoras nos siguen pasando algunas cosas parecidas». Caso lamentó que se hable de literatura femenina y de simple literatura si el autor es un hombre. La limitada presencia de la mujer en la Academia de la Lengua o en las listas de premios literarios revelan, a su entender, esa desigualdad impuesta por el género. «Durante años las mujeres hemos leído lo que han escrito los hombres sin disgustarnos por ello, sin menospreciarlo ni sentirnos relegadas de la mentalidad masculina. Qué lástima que muchos hombres estén empeñados en perderse la otra mitad», concluyó.
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