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Parte de lo que Julia Martín (Málaga, 1987) es hoy como artista se lo debe a la calle. La soltura, la espontaneidad y la seguridad que transmite las ganó aquel año que pasó haciendo música en plazas y terrazas de Málaga con Los Negroides. De un plumazo se quitó la vergüenza y aplacó el ego. Por eso ahora se muestra tal y como es: 'S.U.P.E.R.R.E.A.L', como titula su primer disco de ritmos urbanos, funk, pop electrónico y hip hop. «Te guste o no, esta soy yo», sentencia. Detrás de su potente garganta hay una joven que pese a no cantar flamenco aprendió a romper la voz con los tangos de La Repompa, que cogió tablas en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga y que creció rodeada de creatividad gracias a sus padres, el pintor y grabador Paco Aguilar y Mariana Martín, artífices del Taller Gravura.
–Al escucharla, cualquiera diría que empezó cantando tangos de La Repompa.
–Me gustaba mucho cantar y una amiga de mis padres, Sole, empezó enseñándome tangos de La Repompa. Con ella aprendí a romper la voz, a perder el miedo y a proyectar. En mi familia siempre se ha cantado flamenco, mi abuelo era cantaor, pero después empecé a moverme por otros estilos.
–Musicalmente se ha definido como bipolar. ¿Es un mal o una virtud?
–No me encierro en ningún estilo musical, no me encasillo. Pero ahora llamo a lo que hago 'daily music', música diaria. Dependiendo de cómo me siento, de cada momento, me sale una cosa u otra. Me dejo llevar.
–¿Todo vale?
–Obviamente drop no hago. Sé que hay algunos estilos en los que me muevo, pero no son siempre los mismos. Hago pop, r&b, tengo toques urban… por ahí va los tiros.
–Por la música que hace y por cómo la hace, podría haber sido negra en otra vida.
–Me lo dice mucha gente… No sé cómo reaccionar porque es muy bonito. Casi todas mis influencias son negras, Diana Ross, Michael Jackson, Stevie Wonder… Y me encanta. Yo me he empapado mucho de eso y lo sigo haciendo.
–¿Qué enseña la calle?
–Cuando empecé era muy tímida y la calle te quita toda la vergüenza. Y dejas también el ego a un lado porque tienes que coger un sombrero y pasar por todas las mesas. Sobre todo, te enseña a buscarte la vida. Cogí mucha seguridad porque ahí no había filtros ni sonorización. Me encontré con un montón de situaciones y, al final, te acostumbras a reaccionar ante todo y a ser súper espontánea. Lo que más me gusta es que la calle es súper honesta, la gente que quiere verte se queda y a la que no le interesas nada, se va. La calle me encanta, le debo muchísimo.
–¿Volvería?
–De vez en cuando, cuando puedo y hay algún amigo tocando en la calle, me canto algunas canciones. Me encanta volver a recordar esa sensación. La gente tiene asociado el hecho de tocar en la calle con ser mal músico. Y te digo que hay gente muy buena en la calle. Y a veces te da más dinero que un concierto.
–¿Se puede vivir de la calle?
–Claro que sí. Cuando yo me dedicaba solamente a hacer calle, vivía nada más que de eso. Es más duro, porque tienes que echar muchas horas y hay días que ganas mucho y otros que no. Hoy está más regulado que cuando yo lo hacía, así que no sé cómo estará la situación ahora.
–¿Tocaba en la calle por necesidad o por curiosidad?
–Yo estaba viviendo en Londres, me vine para tres meses de vacaciones y vi a Enrique y a Andy –Los Negroides– tocando en la calle y me gustó lo que hacían. Había estado trabajando mucho en Inglaterra y tenía ganas de cantar. Había intentado montar proyectos porque había terminado Teatro Musical en la ESAD, pero era el momento de la crisis. Nunca pensé que iba a llegar a eso, yo solo quería echar un rato con ellos. Estaba en un momento triste y me apetecía involucrarme en la música, que es la que siempre nos quita todos los males. A mí me ha salvado millones de veces.
–¿De qué le ha salvado?
–Si tengo un día malo, me pongo a componer. Es una vía de escape tan grande que, cuando termino lo que estoy haciendo, me siento desahogada. Cuando expresas en una canción cómo te sientes, entierras lo malo, te curas.
–Y usted no es real, es 'S.U.P.E.R.R.E.A.L' (título de su primer disco). ¿Qué significa eso?
–Dándole vueltas a cómo iba a ser el disco, pensé que quería ser yo misma. Hacer un primer disco da muchas inseguridades, así que decidí no ser real, sino ser súper real. Te guste o no, esta soy yo. Y de ahí salió el título.
–¿Cómo influye ser hija de un artista?
–En mi casa siempre se ha mamado mucho la pintura, la música, el baile... Porque yo creo que si eres artista te gustan muchas disciplinas. Mi padre se ponía a pintar en casa y yo siempre estaba por ahí dando brinco. Yo me ponía a dibujar a su lado y mientras escuchábamos mucha de la música que a día de hoy me ha influido. Michael Jackson, Los Beatles, Pink Floyd, Sting, Police, Stevie Wonder... ¡infinidad! Además venían muchos artistas a casa, cada uno con una manera de crear.
–¿Qué le parecía a sus padres que tocara en la calle?
–Muy bien. Ellos venían incluso a echarme unas monedillas de vez en cuando. Ellos tienen la galería en la calle San Juan y muchos días cantábamos debajo para saludarlos y nos tiraban monedas desde el balcón. Si te ven feliz, ellos están feliz. Y yo estaba haciendo lo que me gustaba con unos amigos que ahora son como mis hermanos.
–¿Cuántas veces ha pensado en tirar la toalla?
–Nunca. Yo sé que siempre voy a hacer música, es mi mundo. Me gusta diseñar ropa, hacer interiorismo, pintar... Me gusta juntarlo todo. Pero mi instrumento principal es la voz.
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